VII

234 29 12
                                    

Seis meses después, Aziraphale seguía sin acostumbrarse a ser humano. Incluso habían días en los que se quedaba despierto hasta tarde, virando sus manos a la espera de que algo celestial pasara, pero lo único que conseguía era quedar como un tonto frente a Christopher.

Aunque seguía siendo tedioso todo el asunto de ir al baño y lidiar con los resfriados que le asaltaban de vez en cuando, se encontraba en una posición más cómoda que en un principio (no el principio de todos los tiempos, sino el principio de su travesía con Christopher). Indudablemente, los primeros días habían sido los más difíciles. Sentir su cuerpo hacer todo tipo de cosas y las sensaciones que esto le provocaba fue más de lo que un ángel de más de seis milenios podía tolerar, aunque comenzara a cogerle el ritmo.

Por supuesto, aún habían días en los que todo le dolía. Su cuerpo humano debía tener entre los cuarenta a los cincuenta años y dicho rango de edad traía sus debidas limitaciones. Tener un bebé a cargo no lo hacía más sencillo. Sin embargo, su compañía ciertamente ayudó a que Aziraphale se mantuviera dentro de sus cabales, sobre todo en las primeras semanas cuando hasta el menor ruido lograba disparar su corazón a una velocidad inhumana.

Ser papá soltero era toda una odisea. Levantarse a altas horas de la madrugada para chequear que Cristopher estuviera durmiendo, cambiar pañales y leer cuentos de los hermanos Grimm en voz alta se había vuelto parte de su rutina, junto a los paseos matutinos al lago, su lugar favorito en todo Tadfield. No se comparaba al lago que solía frecuentar con Crowley, pero sentarse frente a este nunca fallaba en despejarle la mente los días en que se sentía con una soga alrededor del cuello.

Sin embargo, no era como si estuviera a su suerte. Al menos no completamente. A la semana de haberse instalado en la cabaña, recibió un paquete que contenía prendas tanto para hombre como para bebé junto a una pila de libros, todos del agrado del ángel. No tenía información de quien lo había enviado, pero tampoco era como si hiciera falta. Actualmente, solo una persona en toda el mundo sabía de su paradero y confiaba en que seguiría de ese modo.

Un mes después le llegó otra caja y lo mismo pasó el mes después y el siguiente hasta que se cumplieron los seis meses en Agosto. El contenido tendía a variar. A veces eran solo libros y otras veces juguetes e instructivos para la crianza, pero todos los meses recibía algo sin falta.

Aunque no había tenido noticias del demonio desde que lo dejó en la cabaña, comprobar que Crowley cuidaba de él desde la distancia hizo que no perdiera la esperanza. Por supuesto, no estaba dentro de sus planes admitir que tenía su fe puesta en un demonio, mucho menos si dicho demonio era el duque del infierno, pero vaya que sería mentira si dijera que no esperaba cada paquete con el corazón echo un lió.

Del resto, los días pasaban rápido. Aziraphale estaba tan ocupado cuidando del bebé que tendía a perder la noción del tiempo hasta que su cuerpo le pedía un descanso. En general le resultaba molesto tener que tomar pausas y perder ocho horas diarias en algo tan innecesario como dormir, pero le terminó tomando el gusto, sobre todo cuando había tenido una noche particularmente difícil.

Esa era su vida ahora y, aunque no se comparaba a sus días en la librería, era mucho mejor que su estadía en el cielo. Al menos ahí no se sentía como un completo inútil, sino que tenía un propósito y uno muy importante. Más importante aún, contaba con el apoyo de Crowley, incluso si el demonio se negaba a reconocerlo.

***

El 13 de agosto hizo más calor que de costumbre. En general, el clima de Tadfild dependía de las estaciones, gracias al buen manejo de Adán, pero ese día parecía que a la Todopoderosa se le había ido la mano al encender el sol. No había a donde ir sin sentir que la piel se le caía a pedazos y por el llanto que provenía del carrito que empujaba por la acera, creía que Christopher se sentía igual de fastidiado.  

And the snake start to sing • AziracrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora