🥊CAPÍTULO 7🥊

871 85 7
                                    



TRENTON

Va a ser verdad eso de que cuando te quitas un peso de encima, todo fluye mucho mejor.

La conversación con Keisha me hizo mucho bien.

Esperaba más hostilidad en el ambiente, algunos reproches – más que justificados – por su parte e incluso que me mandara a la mierda.

Pero fue todo lo contrario.

Una vez más, Keisha me demostró que es una mujer extraordinaria en todos los sentidos.

¿Cómo no iba a enamorarme de ella?

La diferencia es que ahora es cuando siento que por fin puedo estar a su altura, que soy digno de ella.

Y es algo que me ha costado mucho, pero por fin puedo decirlo.

Así que si ella quiere que seamos amigos, eso es lo que seremos. Hasta que esté preparada para dar el siguiente paso...o no.

La última posibilidad me inquieta bastante, no voy a mentir. Pero es su decisión y no pienso presionarla.

Han pasado un par de días y hemos coincidido en el gimnasio, como es natural. Los dos pasamos una parte considerable de nuestro tiempo allí.

Hemos hablado y hasta hemos compartido algunas bromas. El buen rollo entre nosotros es tan evidente que Pétrovik y Kirill no tardaron nada en venir a sonsacarme en cuanto se percataron.

Luego encima tienen el descaro de decir que no son chismosos.

Pero eso no es todo, porque Will también se ha enterado de mi vuelta y hemos quedado los cuatro para tomar algo antes del trabajo.

Así que aquí estamos, sentados a la misma mesa donde estuvimos Keisha y yo el otro día, bebiendo algo mientras les cuento todo con pelos y señales.

— ¿Dices que habéis quedado como amigos?

Kirill no lo entiende. Pero tampoco lo esperaba; es demasiado joven. Cuando se enamoré, entonces lo sabrá.

— De momento, sí — puntualizo. Y al ver las miradas de circunstancias que comparten, me envaro —. Venga, soltadlo ya.

— No va a funcionar, Trent. Cuando se tiene algo tan intenso como lo que vivisteis vosotros la amistad está descartada. O acabáis volviendo juntos o se busca a otro — simplifica Pétrovik, sin el menor tacto. Will lo mira mal y su hijo le da una colleja.

— ¡Papá! — lo regaña.

Pero el grandullón se mantiene en sus trece.

— ¿Qué? Queríais la verdad, ¿no? Pues es lo que pienso — espeta, categórico.

No me molesta su sinceridad, de hecho la agradezco. Lo que sí que no me gusta nada es esa segunda posibilidad que ha planteado.

Imaginarme a Keisha con otro me hace sentir enfermo, como si me estuvieran arrancando el corazón del pecho.

Aunque, si eso significara su felicidad, lo aceptaría me costara lo que me costase. Porque para mí, eso es lo que implica amar a alguien. Aceptación y sacrificio.

— Yo apuesto a que volverán — opina Will y le dedico un asentimiento.

— Gracias. Pero...— me centro en Pétrovik —, ¿crees que puede haber otro en su vida?

No debería haber preguntado, lo sé. Pero es que no he podido resistirme.

El ruso se pone serio y al final acaba asintiendo, con gesto grave.

Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora