🥊CAPÍTULO 20 (FINAL)🥊

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TRENTON

El día de un combate siempre es el más jodido por toda la presión que tengo que soportar.

El acoso de los medios, el bombardeo de indicaciones de mi entrenador, los últimos detalles de preparación...

Ha sido un infierno y apenas he tenido tiempo para estar con Keisha y mis amigos. Pero bueno, me consuela que por lo menos ellos hayan podido salir a divertirse. No tiene sentido que se queden encerrados aquí conmigo.

El combate es a las nueve en punto de la noche en el Madison Square y cuando llegamos ya está casi lleno. Es enorme y se quedan de una pieza al sentir el ambiente festivo que se respira aquí, no apto para claustrofóbicos.

Keisha aprieta con fuerza mi mano y la abrazo por la espalda. Logro abrirme paso entre la multitud con la capucha bien calada para asegurarme de que se instalen en sus asientos.

Tendré que ser rápido si no quiero verme rodeado por una avalancha de fanáticos.

Dejo a Keisha en las gradas con Pétrovik y los demás y me encamino con pasos firmes hacia el camerino para prepararme.

En pocos minutos el referee dará la señal y tendremos que subir a la jaula.

— Cariño, sé que irá bien. Estaré animándote desde aquí — se despide, alzando el puño. Sonrío y le guiño un ojo. Esto acabará muy pronto.

Entro en la jaula cuando me presentan y el clamor del público es ensordecedor. Me despojo de la sudadera y dejo que me pongan las protecciones, con los ojos fijos en todo momento en la aparición estelar del ruso.

El público lo aclama un poco menos y sonrío. Se quita la bata negra de combate que lleva puesto. Una estrella de oro anuda sus caderas a modo de cinturón, lleva su apellido.

Andrey y yo calentamos uno en cada esquina del cuadrilátero y nos estudiamos con fijeza. Ninguno de los dos subestima al otro. Me consta que está al tanto de todos mis movimientos, como yo de los suyos.

Será una pelea reñida. Pero solo puede haber un ganador.

— Señores, quiero un combate limpio. Obedezcan mis órdenes en todo momento, protéjanse en todo momento, salúdense...¡a luchar! — clama el árbitro y su silbato indica que empieza el combate.

Tal y como he pactado con mi equipo, seguiré mi estrategia de dejar que él ataque primero para que baje la guardia y entonces aprovechar mi momento.

Y no se hace de rogar.

Andrey está hecho un toro y carga contra mí para derribarme. Logro frenarlo, pero me cuesta más de lo que pensaba. Menuda fuerza.

Es como si se hubiera tomado cinco Red Bulls, maldita sea.

El cabrón se ha metido esteroides a pesar de lo que le dije.

Muy bien, él mismo.

Repelo una segunda embestida con una patada directa al costado; su punto flaco y recula, con un gruñido de dolor.

Entonces asesto una ristra de golpes directos a su mandíbula. Al tercero, se agacha y se cubre, así que apunto a su estómago. Lanza una patada que casi me alcanza en el tórax y uso mis brazos para tratar de hacerle una palanca de pierna.

Pero se lo esperaba y se zafa. Maldigo para mis adentros y vuelvo a pasar a la defensa cuando salta sobre mí.

Esta vez no consigo evitar que me derribe y me alza en peso. Vuelo y aterrizo sobre la lona. Mis huesos crujen por el impacto, pero me recupero rápido y suelto los puños, golpeándolo hasta aturdirlo.

Trenton: Peligrosa adicción ✔ COMPLETA ©️ EN FÍSICO CON MATCHSTORIES EDITORIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora