02. Espiar

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"Y aunque sus caminos se separaron, él continuó observándola entre las sombras"





|Era actual: Templo Mikage|


— ¿De quien es esa cosa? — era la pregunta que resonaba en la mente de Tomoe.





Pregunta que le había hecho Nanami cuando descubrió que entre sus cosas tenía una horquilla para el cabello. En ese momento la había ocultado rápidamente y se había negado a responder.

Sin embargo debía admitir que ni siquiera él mismo tenía la respuesta.

¿Por que había comprado tal cosa?

Estaba en su habitación luego de su "cita" con la joven, la cual de hecho había sido un mero desastre. Más allá de considerarse eso, había sido obligado a ir así que realmente no le parecía tan interesante.

Observó la horquilla entre sus manos, Nanami se la había devuelto cuando habían regresado. La había utilizado en el cabello de la chica como un acto de gentileza hacía ella.

Sin embargo había un pensamiento que rondaba su mente, de alguna manera la imagen de Nanami con la horquilla en su cabello era reemplazada por unos bonitos cabellos negros.

Fue entonces cuando el recuerdo le golpeó.

Los mismos cabellos negros que habían pasado por su mente en aquel momento.


|Recuerdo|

Tomoe caminaba entre las calles de la bulliciosa ciudad.

Estaba sumamente decepcionado por los recientes sucesos en su vida. No estaba nada contento por el simple hecho de que ahora estaba a cargo de una niña que había llegado con la marca de diosa de la tierra al templo.

Debía admitir que había sido un gran golpe bajo ya que había esperado que fuese Mikage. Muy en el fondo lo extrañaba mucho y aún no comprendía por que le había abandonado.

Era una situación complicada y ciertamente no estaba para nada a gusto con cuidar de alguien que ni siquiera conocía lo básico.

El solo pensamiento le irritó.

Detuvo su divagación continuando su camino, hasta que su mirada se posó en una tienda en específico. Había estado muchas veces en la ciudad y jamás había visto esa tienda así que suponía que era una nueva.

Con curiosidad caminó hasta el lugar, acto seguido se adentró y observó con detenimiento. Habían muchas horquillas de todos colores, formas y tamaños. Sin embargo su mirada se posó en una específica.

Era una bonita horquilla con una flor y elegantes tonos rosados.

Por su mente pasó una imagen fugaz de unos hermosos cabellos negros que caían con gracia sobre una bonita figura, sin embargo no alcanzó a ver el rostro.

¿Que había sido eso?

Se preguntaba el kitsune mientras inconscientemente una cálida sonrisa se extendía por su rostro, con decisión terminó comprando la hermosa horquilla.

La imagen continuaba repitiéndose en su mente.

|Fin de recuerdo|


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|Era Feudal|



— ¿Ayudaste a un zorro salvaje? — preguntó Sango sorprendida.

Kagome asintió en respuesta.

Las chicas del grupo se encontraban tomando un baño en las aguas termales cercanas a la aldea.

Luego de lo sucedido con Tomoe, la azabache le había advertido que no debía meterse en más problemas ya que no siempre podría salvarle. Claro que no esperaría que el tomara su advertencia pero al menos esperaba que no lo asesinaran tan pronto.

Después de eso sus caminos se habían separado.

— Eres demasiado buena — suspiró la cazadora de demonios con pesar.

— Creo que todos merecen una segunda oportunidad solo eso — dijo la miko en un tono bajo.

Sango le miró con curiosidad, desde que había vuelto parecía estar perdida en sus pensamientos.

— ¿Y era guapo? — preguntó la castaña con picardía.

Eso había tomado por sorpresa a la azabache quien volteó el rostro con sorpresa intentando ocultar un gran sonrojo.

Ambas eran completamente ignorantes ante la mirada del kitsune que tenía una sonrisa ladeada mientras las observaba entre las sombras, específicamente a Kagome.

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"Días pasaron y el seguía espiándola entre las sombras"

— Miroku y Inuyasha están ocupados pero seguro que podemos lograrlo solas — alentó la de cabellos negros mientras caminaban.

Se dirigían a ayudar una aldea vecina en donde se habían registrado muchos ataques de demonios, sus acompañantes masculinos estaban en la misma situación pero en otra aldea así que estaban separados.

— Es tan pacífico viajar sin ellos — comentó la castaña con una leve risita.

Tomoe las seguía saltando de rama en rama sigilosamente, cuando ellas se detuvieron para descansar, él también lo hizo.

Observó como la miko se separaba de la otra mujer, llevaba en manos algunos frascos seguramente para recolectar agua. Él la seguía cautelosamente, vió como ella parecía frustrada debido a que no encontraba el camino al río que estaba cerca.

Suspiró visiblemente, ella era tan extraña como hermosa. De manera rápida saltó de su lugar, cayendo frente a la joven asustándola en el proceso.

Sin palabras que decir, simplemente la tomó estilo nupcial y se elevó en vuelo. Ignorando por completo las quejas de la mujer entre sus brazos.

Luego de un rato llegaron a un pequeño prado, bajó a la azabache con delicadeza y ella le lanzó una mirada furiosa. Parecía que estaba por despotricar pero se detuvo cuando escuchó el agua caer, volteando a un lado pudo divisar el río que tanto había estado buscando.

Sus ojos se ampliaron ante la comprensión, él la había ayudado.

— Yo...eto...gracias — murmuró la de ojos zafiros torpemente.

El kitsune la miraba con intriga, incapaz de comprender por que la estaba ayudando pero igualmente incapaz de detenerse. Había pasado días espiándola.

Desde que le había salvado seguía regresando a ella como si de un imán se tratase, pero no había tenido el valor de acercarse hasta ahora.

Él solo asintió para luego marcharse, aunque realmente solo volvió a ocultarse mientras la espiaba.


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Su Destino | Kagome & TomoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora