12. Martirio

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"Un martirio se había desatado luego de su desaparición, su vida carecía de sentido y había deseado con todas sus fuerzas perecer"





La vida humana era efímera, ese era un gran hecho para todos. Aunque si existían grandes excepciones las cuales eran bastante escasas. Sin embargo, su mujer era especial y él siempre lo había tenido muy claro.

Ella no era efímera como el resto de humanos.

¿Entonces por qué?

Su corazón haciéndose pedazos a medida que la comprensión le golpeó, el kitsune inspeccionó el pozo detenidamente. Aún podía percibir el olor de la sangre de su amada, el aroma permanecía ahí.

La risa del rey demonio se escuchó a sus espaldas, un sentimiento profundo comenzó a surgir rápidamente. Una furia incontrolable se desató, el deseo de asesinar al hombre que le había arrebatado a lo único valioso en su vida salió a flote.

La risa del hombre se detuvo al notar que el zorro frente a él emanaba gran energía demoniaca, se estremeció levemente al sentir lo amenazadora que era.

Akurao no pudo evitar retroceder unos cuantos pasos, mientras que Tomoe volteó lentamente. Cuando las miradas de ambos se encontraron, el rey demonio se estremeció nuevamente puesto que la mirada del hombre estaba llena de gran furia.

El kitsune extendió su mano, alzándola dejó que su poder fluyera y su fuego mágico se manifestara.

— Morirás — sentenció Tomoe en un tono aún más frío e aterrador de lo que utilizaba usualmente para sus enemigos.

Acto seguido una gran batalla se desató.


|Días después de la batalla|

Tan solo había quedado un profundo dolor y sufrimiento.

El temible demonio Tomoe se encontraba destrozado, su corazón estaba hecho pedazos mientras caminaba sin rumbo alguno por el bosque. Tenía la esperanza de morir, pero incluso si eso deseaba sabía que no podría encontrarse con su amada ni siquiera después de la muerte.

Su batalla contra el rey demonio había sido devastadora, no sabía con certeza si él había muerto pero si tenía claro que ambos habían quedado al borde de la muerte. Es por eso que ahora se encontraba deambulando tranquilamente, caminaba a paso lento mientras la sangre caía por su cuerpo.

Estaba cubierto de sangre por todas partes, poco le importaban sus heridas. Más bien, ya nada le importaba.

Su amada ya no estaba y ese hecho era suficiente para romperlo por completo.

¿Como habían acabado así?

Dolía más de lo que había podido imaginar.

¿Era este su castigo?

No quería vivir en un mundo donde su mujer ya no estuviese con él, no se sentía capaz de seguir sin ella. Sentía impotencia al solo pensar en lo sucedido, otra vez sintió ese dolor en su pecho.

Los demonios como él eran capaz de sentir después de todo.

Oh la ironía.

En algún momento tropezó cayendo estrepitosamente contra el suelo, su cuerpo se negaba a continuar. Las heridas no sanarían debido a que no tenía la energía suficiente, aunque de igual manera no deseaba que sanaran.

Tan solo deseaba morir de una vez por todas.

Así que permaneció en el suelo mientras la sangre continuaba derramándose, sus párpados se sentían pesados. Con pesadez logró recostarse boca arriba para observar el cielo, quizás sería lo último que vería.

Sus párpados se cerraron pero en su mente tenía la imagen de su amada, estaba decidido.

Sin embargo...

Escuchó pasos acercándose pero debido a su cansancio no fue capaz de observar, con suerte sería algún humano que acabaría con su martirio de manera más rápida. Fue entonces cuando Tomoe se sumergió en la inconsciencia.

Ignorante a la deidad que lo había encontrado moribundo.

Cierta deidad de cabellos rubios y lentes lo observó con tristeza, acto seguido decidió llevárselo para curarlo.


-


— Una mente perdida y un corazón roto — comentó Mikage posando una mano de manera gentil en la mejilla del zorro inconsciente — Me temo que lo único que puedo hacer por ti es ofrecerte el don del olvido. Entonces cuando sea el momento la recordarás y ustedes volverán a encontrarse — sonrió mientras comenzaba a efectuar su magia.




Su Destino | Kagome & TomoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora