Su Destino | Kagome & Tomoe

13. Suya

"Entonces actos del pasado fueron completados, uniéndose así para siempre"

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— ¿Lo supiste todo el tiempo no es así? — preguntó él kitsune.

Mikage asintió con una leve sonrisa.

— Era la única manera de salvarte — respondió la deidad en un tono suave.

Ambos aún procesaban toda la información, era demasiado. Sin embargo el kitsune sonrió abiertamente mientras observaba el bonito rostro de su amada quien parecía aún estar bastante confundida.

Repentinamente se abalanzó para estrecharla entre sus brazos fuertemente.

— Estás aquí, estás viva y eso es lo único que me importa — murmuró aferrándola a su cuerpo.

Kagome aceptó el cálido abrazo gustosa, sin embargo podía sentir la mirada triste que cierta castaña en la habitación le dirigía.

¿Quien sería ella?  Se preguntaba la azabache.

— Ahora que ustedes aclararon todo... — Mizuki quien había estado en silencio se acercó a la pareja que ya se habían separado del abrazo.

Específicamente posándose frente a la miko procedió a inclinarse en señal de respeto.

— Es un honor conocer a la Shikon No Miko, había escuchado incontables leyendas sobre ti — habló la serpiente con admiración.

— No es necesaria tanta formalidad, es un placer conocerte — la de orbes azules le sonrió cálidamente.

Mizuki se sonrojó ante la belleza de la joven, debía admitir que el zorro era un hombre muy suertudo.

Tomoe le dirigió una mirada fulminante y él se estremeció.

— Y yo...bueno...yo soy Nanami — se presentó la castaña con nerviosismo.

La de cabellos negros posó su mirada en ella, poniéndola bastante nerviosa. La castaña era incapaz de predecir su siguiente movimiento, debía admitir que la mujer era intimidante.

Sin embargo gran sorpresa se llevó cuando esta le sonrió dulcemente.

— Es un placer conocerte — habló Kagome con suavidad.

Nanami no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran de un leve tono rojizo.

Ahora podía comprender por qué Tomoe caería por la joven, ya que su sola sonrisa era reconfortante y esbozaba gran calidez. No solo eso si no que era sumamente hermosa.

Sus pensamientos se dirigieron rápidamente a hacer comparaciones, lo cual era inevitable.

Ella poseía hermosos cabellos negros, también tenía unos increíbles ojos azules. Su piel parecía de porcelana, su rostro lucía refinado y ni hablar de su figura la cual lucía esbelta, además tenía las curvas perfectas dándole un toque especial.

¿Pero ella era una diosa cierto?

No tenía por que sentirse así.

Pero dolía, dolía muchísimo ver a la persona que amaba con alguien más. Realmente jamás había tenido oportunidad con él puesto que su corazón siempre había sido de alguien más.

No podría culparlo, ella era simplemente hermosa.

Y aunque doliera como el infierno, eventualmente debería dejarlo ir.

Mizuki observó a su ama con tristeza, sabía que ella no estaba nada bien.

Era claro que ella no tenía la culpa de nada de lo que estaba sucediendo. Para ser exactos no era culpa de nadie, el corazón del kitsune tenía dueña desde hace mucho tiempo y nada ni nadie podría cambiar eso.

Ni siquiera Nanami.

Pero quizás... si ella se lo permitiera él podría ayudarla a sanar.

La serpiente sonrió levemente ante ese pensamiento.

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Cuando llegó la noche el nerviosismo se apoderó de Kagome puesto que compartiría habitación con Tomoe ya que técnicamente eran una pareja. Y aunque habían pasado mucho tiempo juntos en la era feudal, jamás habían llegado a algo más allá.

Pero el siempre le había dejado claro que tenía la firme intención de completar la marca que le convertía en su esposa. Por tal razón su cuerpo se tensó cuando el kitsune cerró la puerta, desde su futón lo vió voltear para caminar hacía ella.

Aún todo era confuso pero estaba muy feliz de estar a su lado, antes había pensado que luego de lo sucedido con Inuyasha jamás volvería a amar. Pero no había sido así, el de cabellos platinados se había apoderado de su corazón sin siquiera darse cuenta.

Y cuando menos se lo había esperado se había encontrado a sí misma perdidamente enamorada del zorro mágico. 

Este le había mostrado un lado nuevo del concepto tan ambiguo que ella solía tener sobre el amor, gracias a él había comprendido que el amor era mucho más de lo que había podido imaginar alguna vez.

Salió de sus pensamientos cuando sintió unos brazos rodear su cintura, el kitsune la atrajo hacía su cuerpo para acto seguido besarla dulcemente.

La miko se sonrojó levemente pero correspondió dejándose llevar por el suave ritmo de él.

Fue entonces cuando el beso comenzó a subir de intensidad, convirtiéndose así en un beso apasionado mientras que Tomoe aprovechó el momento para atraerla hacía su regazo, sentándola.

En algún momento se separaron por falta de aire, sus miradas chocaron, sus respiraciones agitadas mientras sus cuerpos estaban bastante unidos.

— Se mía para siempre — musitó el de cabellos plateados en un tono suave.

La azabache le sonrió, esta vez fue ella quien unió sus labios nuevamente y él aceptó gustoso.

En algún momento los besos fueron desviados al cuello de la joven, la manos del zorro comenzaron a recorrer el cuerpo de su amada con fervor y esta no pudo evitar soltar un dulce gemido ante el toque tan íntimo.

Las manos de él se sentían suaves, parecía explorar su cuerpo de manera lenta y los suaves gemidos provenientes de la miko solo le alentaban a continuar con su labor.

Tenía un único deseo en mente y por supuesto que lo llevaría acabo. Había esperado muchísimo tiempo y no planeaba perder ni un segundo más.

— Serás mía de una vez por todas, solo mía — susurró en un tono ronco mientras la acomodaba en el futón, posándose arriba de ella.

Se tomó un momento para apreciar su bonita imagen.

Sus dulces y suaves gemidos junto con su bonito rostro sonrojado lo estaban volviendo loco, además de su olor el cual emanaba excitación, era otro gran factor que contribuía a su situación actual.

Así que lo había decidido en ese momento.

La haría suya de una vez por todas. Y también completaría la marca como era debido.

Ella sería solo suya y todos lo tendrían más que claro.

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