14. Renacer

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"Era inevitable el sufrimiento de la diosa, su corazón estaba sumamente herido"





|Templo Mikage: Noche|


— El destino lo quiso de esa manera y debemos aceptarlo Nanami, no puedes hacer nada — habló Mikage en un tono suave mientras frotaba círculos en la espalda de ella.

Este se encontraba consolando a la joven quien lloraba desconsoladamente. Su corazón dolía por ella sin embargo, el destino tenía algo preparado. Y estaba mucho más cerca de lo que ella podría imaginar.

El rubio dirigió una mirada fugaz a Mizuki quien miraba a su ama con pesar, intentando consolarla de igual manera.

Nanami también merecía ser feliz y definitivamente lo sería, de eso estaba seguro.

— Lo sé pero duele... — sollozó la castaña.

Mikage le sonrió gentilmente mientras limpiaba sus lágrimas.

Por otro lado la mente de la chica era un desastre.

— Mikage-san...¿que tiene ella de especial? — preguntó la joven un tono que denotaba inocencia y curiosidad.

No había malicia alguna.

— ¿Realmente deseas saberlo? — cuestionó el de lentes elevando una ceja.

Nanami asintió decidida.

Quería la verdad de una vez por todas, no podía negar que sentía muchísima curiosidad por la hermosa mujer.

Mikage respiró hondo para luego proceder a explicar.

— Kagome no es alguien normal, cuando cumplió quince años cayó por un pozo que la llevó a cruzar las barreras del tiempo — soltó.

La mente de la castaña trabajó rápidamente, llevándole al recuerdo de cuando Tomoe y ella la habían encontrado puesto que justamente había sido en un extraño pozo.

Mikage se tomó un momento para formular palabras más sensatas, mientras que la chica le miró con intriga.

¿Sería una gran historia? Al parecer sería una larga noche.

Y efectivamente así había sido.



-



|Próximo día: Templo Mikage|

Mizuki estaba poniendo a Kurama al tanto de toda la situación, el cuervo debía admitir que estaba bastante sorprendido. Había escuchado infinidad de cosas sobre la mujer que había trascendido a la inmortalidad, la Shikon No Miko.

La peor pesadilla para cualquier demonio que poseyera malas intenciones. Jamás hubiera imaginado que esta terminase involucrada con Tomoe, definitivamente era una gran sorpresa.

Por otro lado Nanami permanecía en su habitación, perdida en sus pensamientos. Ni siquiera tenía ánimos para levantarse, tan solo quería estar sola, necesitaba aclarar su mente.

La noche anterior, Mikage le había contado todo lo que necesitaba saber de Kagome. Tal cosa solo había hecho que la joven se sintiera aún más insignificante de lo que ya hacía.

¿Y como no?

Había pensando que por ser una deidad era más especial, sin embargo había sido un pensamiento bastante estupido y ahora lo sabía.

¿Como podía incluso compararse contra alguien que rechazó convertirse en deidad?

Una mujer que poseía un increíble poder, capaz de doblegar a cualquier demonio sin problema.

La castaña debía admitir que más allá de todo sentimiento negativo que pudiese surgir, sentía gran admiración. Y aunque no pudiera evitar sentir grandes celos, comprendía la situación.

Ella era una mujer increíble y de eso no había duda.

Así que se propondría a continuar su vida, recogería cada trozo de sí misma y renacería con más fuerza que nunca. Nanami sonrió con decisión, poniéndose de pie dispuesta a salir de su habitación y comenzar su día.

Quizás no sería algo fácil y mucho menos rápido.

Pero creía en sí misma y eso era más que suficiente.



-

Por otro lado Kagome despertaba en la habitación de Tomoe, al intentar moverse pudo sentir un fuerte agarre sobre su cuerpo. Más bien unos brazos los cuales rodeaban su cintura en un agarre firme.

Su mirada bajó hacía estos, notando así que estaba desnuda. Fue entonces cuando el recuerdo de la noche anterior le golpeó y su rostro se tornó completamente rojo.

Ellos habían...

Fue sacada de sus pensamientos cuando sintió como era atraída hacía el cuerpo del kitsune. La azabache no pudo evitar mirar el bonito rostro del hombre mientras dormía, lucía hermoso incluso de esa manera.

De manera gentil la joven acarició su mejilla y este pareció sentir su toque ya que repentinamente abrió los ojos.

La de ojos zafiros sonrió dulcemente y Tomoe plantó un suave beso en sus labios.

— Eres mía, solo mía — murmuró el hombre repartiendo caricias por el cuerpo de su mujer.

Las caricias de Tomoe aumentaron a medidas que pasaban los segundos. Podía sentir suaves besos que bajaban por su cuello, mientras sus manos recorrían todo su cuerpo con vigor.

La miko no puedo evitar soltar un suave pero sutil gemido.

El kitsune continuaba recorriendo todo su cuerpo.

— Apenas desperté — comentó la joven divertida.

El zorro le miraba con lujuria, además de que repartía caricias por su cuerpo desnudo y eso era más que suficiente para saber lo que deseaba en esos momentos.

Y no negaría que ella también lo deseaba.

— No importa, podemos hacerlo de nuevo — soltó el kitsune con una sonrisa traviesa.

La azabache soltó una suave risita mientras Tomoe se posaba arriba de ella, su mirada traviesa adornando su rostro.

El resto fue historia.


Su Destino | Kagome & TomoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora