Capítulo 9 [PARTE II]

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Si es el primero que te sale, hay uno antes


Ella jadeó, pasmada, y masculló «¿qué dices, imbécil?» en japonés. Él se había familiarizado con el idioma gracias a las improvisadas clases de Ayane y al interés natural por empaparse de su cultura, así que no le costó entenderla.

—Mi prioridad es que vuelvas sana y salva —le replicó, muy serio—. Y no te voy a mentir. Tampoco querría que, a tu regreso, me ocultaras determinadas experiencias porque yo te hubiera dado a entender que podrían leerse como una infidelidad. Eso nos arruinaría, y, en el fondo, creo que estamos por encima de esto. Creo que podría soportar cualquier cosa si te diera mi beneplácito; si nos tomáramos lo que sucederá en Tailandia a nivel sexual como algo pactado por los dos.

»Además... —apostilló, abandonando una caricia en su cadera pronunciada—, sé que, por muy bien que te follara otro, volverías a mí.

—No me digas —se mofó ella—. Estás en mi top tres de mejores amantes, Jay-Jay, pero a lo mejor no eres el primero.

—Si no fuera el primero, no te habrías casado conmigo.

—Ay, ay, ay... —lo pinchó con malicia—. ¡Qué equivocado estás!

—Eres tú la que se ha abalanzado sobre mí antes de decirme hola, guapa.

—¿Y? Tienes otras cualidades por las que te aprecio más.

—¿Como, por ejemplo...? —Enarcó una ceja.

—Pues que me vas a dejar follar con quien yo quiera, por lo visto. Eso es un plus. —Le guiñó un ojo y le dio un azote en el culo antes de separarse. Echó a correr hacia el dormitorio dando saltitos. Una vez bajo el umbral, cómoda en su traje de Eva, se giró con el dedo de las advertencias alzado, decidida a ponerlo contra las cuerdas para cerciorarse de que de veras soportaría el libertinaje de su mujer—. ¿Sabes? Hay gente en Fuego y Sangre con la que me acosté en mi juventud. Ya están tan fuera de mi liga como yo de la suya, pero nunca se sabe.

—Si no te quedaste con ellos —contestó él con seguridad—, por algo sería. Lo que yo no quiero es que me abandones por otro, no que no te metas en otras camas. Así que mientras puedas prometerme que te gusto más que el resto, estaré bien.

Ayane lo vio avanzar hacía ella gloriosamente desnudo, con la polla dura y preparada para montarla, y un escalofrío de anticipación morbosa la hizo morderse el labio. No tenía ningún sentido que jugara con él insinuando la existencia de otros hombres mejor dotados. Seguía temblando por su marido años después porque era inmejorable.

—Te lo prometo —aceptó en cuanto lo tuvo delante. Jace se relajó de forma visible al comprender que era sincera—. Solo tengo una duda... ¿Me das carta blanca para hacer lo que quiera porque tú vas a hacer lo que quieras? Porque ya sabes cómo soy. No me importa que en mi ausencia te desfogues con alguien. Me pone imaginarte follando con otra mujer, pero conmigo en la mente. —Hizo una pausa dramática—. A no ser que lo hicieras con tu Susan, claro.

—Por Dios. —Jace puso los ojos en blanco. La empujó hacia el interior del dormitorio tan solo avanzando inexorablemente en su dirección—. Ya está bien con la bromita; dejó de tener gracia hace años. Jamás he tenido un pensamiento erótico sobre esa mujer, Ayane. No me gusta ni la gente envidiosa ni los resentidos.

—¿Y sobre mí? —Se arrojó sobre la cama y entrelazó los dedos tras la nuca—. ¿Sobre mí sí tuviste pensamientos eróticos hace años?

Jace se encaramó también y gateó hacia ella para separarle los muslos y besarla en la rodilla. Desde allí le lanzó una mirada entre ardiente y burlona.

CLANDESTINO: Esta noche serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora