Capítulo 15 [PARTE II]

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En tanto que empezaba la velada, se paseó por el recinto con una copa en la mano y entabló conversaciones con todos los personajes que quisieron conocerla. Se paró con la dominatriz Yellow Bird y se entretuvo también con Rob Roy, que estaba de buen humor esa noche.

Fue a él al que le consultó una duda que la llevaba carcomiendo desde la primera noche.

—¿Quiénes son las chicas de los bozales? —quiso saber, señalando a algunas participantes. Era fácil distinguirlas del resto de los invitados porque habían acudido solas a Koh Phangan—. ¿Forman parte de la experiencia o son mero decorado?

—No son decorado porque alguna que otra vez he jugado con un par —le respondió él—. Califa me contó que los organizadores oficiales contactaban a actrices porno y famosillas de OnlyFans que querían participar en la fiesta sin darse a conocer del todo. Por eso la mayoría lleva la cara cubierta y no se permite hablar con ellas.

Ayane anotó mentalmente acercarse a alguna de las jóvenes con la excusa de divertirse en privado. Le extrañaría que tuvieran a las víctimas de trata a plena vista, pero si se paraba a pensarlo, en un encuentro de BDSM tan exclusivo como aquel, donde a lo sumo asistían veinte parejas que habían firmado contratos de confidencialidad, ¿qué peligro iban a correr de que se destapara el pastel?

No quiso posponer la hora de la verdad y fue hacia una de las chicas que ya de lejos le pareció desamparada. Estaba sola, acodada en la barra del pequeño bar junto a la piscina. Era difícil adivinar cómo se sentía cuando llevaba una máscara integral, pero le dio la impresión de que oteaba a la concurrencia con gesto aprensivo.

Lamentablemente, no llegó a reunirse con ella. El organizador se hizo oír a través de los altavoces.

A partir de ese momento habrían de cortar las conversaciones.

—Buenas noches a todos y a todas —dijo en tono sugerente—. Por desgracia para muchos de vosotros, sobre todo para los veteranos, este año pasaremos un total de seis noches en el grandioso resort de Fuego y Sangre, y eso significa que hemos llegado al ecuador de nuestra estancia. A algunos os parecerá que no estáis aprovechando del todo los manjares que ponemos al alcance de vuestra mano. Por eso hoy hemos preparado un juego especial.

»Diez de vosotros habéis sido elegidos para llevar la voz cantante. Sabréis quiénes sois porque os han dejado un broche de plata encima de la cama. Los escogidos seréis, por una noche, dueños de vuestro destino: podréis seleccionar a un máximo de cuatro participantes para desempeñar la práctica libre que sea de vuestro gusto. No os sorprenderá saber que los diez privilegiados respondéis al título de «amo» y «ama», pero sí que, aunque parezca ir contra las reglas, podréis elegir como víctima a un dominante.

Todo el mundo se puso en marcha acto seguido, pero Ayane se tomó un momento para acariciar el broche que destacaba sobre su vestido de látex. Le gustaba la idea, sobre todo considerando sus últimas preocupaciones. No era lo mismo involucrarse con un solo hombre que atizar a un grupo en el que ninguno destacaba especialmente.

Barrió la explanada con la mirada hasta que localizó a Kingfisher, que ya se había fijado en ella entre dudoso y anhelante. Ayane le hizo un gesto moviendo dos dedos para que ignorase a la dominatriz que pululaba a su alrededor y se acercara antes de que siguieran disputándose su atención.

Buscando a otro par para completar el trío, observó con diversión que Rob Roy había sido castigado sin broche. Se acercó a él, en absoluto sorprendida porque anduviera refunfuñando en desacuerdo.

—No sé en qué estaban pensando —se quejó en cuanto Ayane le puso una mano amable en el hombro—. En el formulario del contrato dejé claro que no me gusta el intercambio de roles.

CLANDESTINO: Esta noche serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora