Mi asombro cada vez era mayor. Este asunto me estaba desbordando. -¿ No sólo mi abuela era una guardiana sino que había otra?- me pregunté a mi misma
-Espera un momento- dijo Anna -No puede ser.....- pensó en voz alta
- Vale, me estoy perdiendo en todo esto, ¿qué es lo que pasa?- pregunté casi enfadada.
Amal, mi abuela Amalia, tuvo dos hijos mellizos, un varón y una mujer. Cuando nacieron los de la orden los separaron al nacer y se los quitarón de las manos para que Amalia no pusiera en peligro su custodia y ellos hicieron creer al pueblos que los nacidos habían muerto en el parto. Entonces ella fue a la policía para que la ayudasen pero al escuchar su historia la internaron aquí. Una vez en este lugar ella se dio cuenta de cómo llegar al secreto mejor guardado de la historia. Lo malo es que la Orden tiene espias por todas partes, incluso aquí. La descubrieron enseguida, pero ella supo muy bien jugar su papel. Le hicieron de todo para sacarle la información pero fue más fuerte que todos ellos.
Mi abuelo era su hijo. Él la buscó hasta que dio con ella y al explicárselo todo fue en busca de su hermana. Amal, tu abuela era su hermana. Mi abuelo se dedicó a ayudarla en lo que Amelia le decía, incluso la protegía, hasta que la Orden la mató sin conseguir nada.
Mi abuelo me pasó el testigo de protegerte, pero ha sido muy difícil dar contigo. Ese de ahí fuera sabe cuidarte bien.-
Su historia me dejó petrificada. En ese momento no sabia que hacer ni que decir.
-¿entonces la línea de sangre está dividida?- Preguntó Anna
-Si, pero la guardiana tiene que ser una mujer, recuerda. Amal es la única guardiana. Vamos, busquemos la siguiente puerta - dijo Marco.
Esto se enmarañaba a pasos agigantados, hace muy poco tiempo hubiese creído que llegar a esa isla era complicado, así como imprudente. En vista de la cantidad de personas que nos íbamos acumulando allí, cualquiera diría que era la atracción del momento.
Empezaba a desconfiar de todo el mundo.
Muchas preguntas iban y venían de mi cabeza al tiempo que andaba, intentaba asimilar todo esto, esta extraña e insólita situación. Lo que parecía estar claro es que todos me buscaban a mi. Que yo soy la clave. Por lo que deduzco que yo tengo el poder. ¿Pero que poder? ¿Qué clave?. A veces tenía la sensación de percibir el entorno de forma diferente, como si ya conociera mi destino y cada paso que diera lo hubiese vivido con anterioridad, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones me encontraba perdida, sin saber que hacer o como actuar.
Como siempre, en situaciones de incertidumbre, buscaba en mi pensamiento el rostro de mi abuela y como siempre, ella nunca me fallaba. Ahora veía con claridad muchas de las cosas que me decía a las que apenas prestaba atención, simplemente porque no las entendía. En mi recuerdo busqué sus palabras y cada una de ellas se agolpaban en mi mente formando imágenes claras y precisas, con sentido.
Entonces lo entendí todo.
Comenzamos a andar por galerías de excavadas en piedra, probablemente estaríamos por debajo del nivel del mar, pues el olor allí era húmedo y en los labios se notaba la sal del agua. Los pasadizos eran largos y estrechos, llegamos a un punto donde se dividían, no en dos ni tres, estábamos en una especie de anfiteatro, de el, siete aberturas se hundían más aún en la piedra alejandose como oscuras serpientes por negros rincones.
Antes de que nadie pudiera hablar dije:
-¡Tenemos que dividirnos! La búsqueda será más rápida.
-No es buena idea, creo que es mejor seguir juntos -propuso Anna.
-Además la llave solo la tienes tu -Dijo Marco.
-Es cierto -repliqué- pero si vamos juntos el camino se puede hacer eterno, propongo ir cada uno por una abertura y avanzar durante una hora, después volver a reunirnos en este punto, si alguno ha encontrado algo se lo comunica a los demás, si no es así probamos con otras tres galerías. -puse mi mejor sonrisa- creo que es lo más sensato.
-No... -Anna se quedó con la palabra en la boca.
-Marco el primer pasadizo por la izquierda, Anna por el segundo y yo cojo el tercero, venga. -Dije mientras avanzaba y me adentraba en la tercera abertura.
Apenas había andado diez metros, cuando sabía que con aquella oscuridad no podían verme, me detuve y apagué la linterna. A mi alrededor se quedó todo en tinieblas. Miré hacia atrás, aún se veía una luz oscilar al fondo, de donde había venido. En breve volvería hacia atrás y saldría de allí, solo tenía que esperar.
-¡Dios mio! -dije en voz baja, aquella luz se encaminó por mi pasillo, venía hacia mi. Eso no me lo esperaba, si encendía la linterna probablemente delatara mi situación, así que decidí andar lo más deprisa que podía ayudada de las manos, tanteando en la pared. Tropecé varias veces en las irregularidades del suelo, intentaba hacer el menor ruido posible pero en algunos tramos, el suelo empezaba a estar húmedo y la roca se volvía resbaladiza, también los dedos al contacto con aquellos muros se humedecieron, ahogué un grito cuando una gota helada me cayó en la cara y resbaló con la mejilla hasta llegar a mis labios, agua, pero no estaba salada, no era agua de mar. -¡Maldita sea!- pensé -¿Hacia donde voy?
Al mirar hacia atrás la luz había ganado terreno, se me acercaba, así que decidí aumentar el ritmo de mi marcha, primero un poco, después un poco más deprisa, llegó el momento que casi corría con ambas manos extendidas a los laterales de mi cuerpo, tocando los dos lados de aquel oscuro tunel, pensaba que en cualquier momento podía haber una pared, pensé que me podía dejar los morros en ella y eso me hacía correr con miedo, cerrando los ojos, apartando la cabeza hacia un lado y de vez en cuando llevaba la mano derecha al frente para comprobar que allí no había nada. Sentí un golpe, pero no en la frente ni en la cara, vino de atrás y lo único que recuerdo es que caí al suelo a plomo, golpeándome la cabeza.
Cuando desperté, me encontraba tumbada en un catre. Intenté incorporarme pero un terrible dolor de cabeza me lo impedía y volví a caer inconsciente en la cama.
Un buen rato después volví a despertarme. Me toqué la cabeza y sentí un pinchazo. Al abrir los ojos vi una figura masculina sentada a los pies de la cama. Me levanté rápidamente. Aquel tipo tenía una expresión más bien afable. Sonreía al verme despertar.
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AMAL
AdventureAmal cariño, ya tienes el desayuno preparado- dijo ella en voz alta - ya voy abuela, ya casi estoy- llegué enseguida a la cocina - que bien huelen esas tostadas- le dije dándole un beso. Me quedé observándola. Era la mejor abuela del mundo y c...