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                 Abrí los ojos aturdida, me dolía mucho la cabeza.

     - ¡Ufff... menudo chichón me ha salido y como duele!- pensé.

Estaba tumbada en un viejo sofá color berenjena. Miré a mí alrededor, estaba sola.  La estancia era lúgubre aunque tenía una pequeña ventana. Me levanté despacio hacia ella y miré fuera. Cuando me oriente, vi que estaba en los pasadizos del castillo porque se veían los troncos de los árboles. Me giré hacia el interior de la habitación, había unas estanterías llenas de libros muy antiguos y en uno de ellos volví a ver mi símbolo, cogí el libro y ahí estaba.

TRIQUETA

"Símbolo al que se le atribuye el significado de la Santa Trinidad, (Padre, Hijo y Espíritu Santo), pero esto fue cuando la cristiandad llegó a nuestras tierras. En realidad la Triqueta es un símbolo pagano celta, de la religión wicana, y simboliza tres aspectos a la diosa. Aunque también se le otorga el significado de "cuerpo, mente y alma" o "cielo, mar y tierra", doncella, madre y anciana. Asimismo, representa la igualdad, la eternidad e indivisibilidad. De todas, maneras, los druidas y sus símbolos celtas, están ligados a la naturaleza, así que todos los significados serían validos......"

De repente escuché un golpe y levanté la cabeza del libro y ahí estaba él.

Lo observé detenidamente mientras se acercaba a mí, no tendría más de 30 años. Era alto, de tez morena, de pelo rizado y  muy guapo. Se acercaba despacio y me di cuenta de que no me infundía miedo, al contrario, una sensación de suave placer me invadía.

-¿Cómo te encuentras?- preguntó

-Bien, creo- titubee

-Siéntate- me ordenó. – ¿Sabes por qué estás aquí?- me dijo

Me quedé callada como una boba. Entre el miedo y que ese hombre me perturbaba, el dolor del golpe quedó en segundo plano, cuanto más lo miraba más me atraía. Hice un esfuerzo para salir de aquel encantamiento que me consumía por segundos.

-¿Quién eres?, ¿Qué pretendes de mi? –solté de forma calmada, sorprendiéndome a mí misma.

-Perdona, creo que he sido demasiado brusco. Mi nombre es Alain. No tengas miedo, no voy a hacerte daño – dijo con una voz suave

Él se acercó a mí. El sofá cada vez se hacía más pequeño....Ufff..., tanta cercanía me puso los pelos de punta, esos ojos se clavaron en los míos y perforaron mi alma. Por un momento me volví a quedar embelesada ante la proximidad de su rostro. Volví a reaccionar, tardé unos segundos y él se dio cuenta, no podía ser de otra manera, ese chico me atraía como jamás nadie lo había hecho hasta ahora, su perfume me estaba volviendo loca. Lo agarré por el cuello de la camisa con fuerza y lo acerqué a mí, estaba totalmente desatada, le mordí los labios casi sin pensar mientras mis brazos rodeaban su cuello, me sentí embriagada de deseo cuando él respondió torpemente a aquel beso. Fue solo un instante, tras la sorpresa inicial su boca buscó la mía ávidamente, sus manos se deslizaron por mi acalorado cuerpo, recorriendo cada centímetro de piel, sin dejar de besarlo comencé a desbotonar su camisa, mientras que el introducía la mano bajo mi vestido, aquel contacto terminó de enloquecerme, caímos al suelo jadeando. Me besa como nadie lo había hecho antes. Siento su cuerpo encima del mío. Me acariciaba lentamente pero con firmeza y sabía perfectamente lo que estaba haciendo, se notaba que era un hombre experimentado. Bajaba su mano por mi espalda hasta mi trasero y me lo agarró con fuerza. Siguió hasta mi parte más intima y supo enseguida que estaba preparada para él.

 –Estás segura- dijo

-si-dije sin aliento.

Entonces me penetró lentamente y fue subiendo el ritmo. Él me besaba con lujuria y con su mano acariciaba cada parte de mi ser. Su cuerpo y el mío se fundieron en uno hasta que estalló en mil pedazos.

 – ¡Oh, Dios mío! ¿Qué he hecho? Si a penas lo conozco- pensé – pero me siento bien.

Nos quedamos tumbados  un momento y separé la cara de él un poco avergonzada. Soy una chica tímida, en verdad esa no es la palabra. Soy más bien reservada, el comportamiento que acababa de tener, era irracional en mí. Creo que soy sensata, prudente. Ahora pensaba que me había acostado con un desconocido, sin más. No puse obstáculo, ni siquiera medios para prevenir un embarazo, o tal vez peor, cualquier tipo de enfermedad de trasmisión sexual.  Ahora lo pensaba... -Joder- Estaba asustada, sin embargo, aquel chico era especial, me sentía cálidamente bien junto a él. Con la mirada perdida y sumida en esos pensamientos estaba cuando su voz me volvió a la realidad.

      -¿Puedo preguntarte como te hiciste esa marca? -Dijo el chico besándome la nariz.

-Esta marca me la hice cuando tenía 16 años, mi abuela la tenía tatuada al igual que yo y cuando murió pensé que era una forma de estar cerca de ella.- contesté

-lo siento mucho- dijo él

Me quedé un poco afligida. Es cierto que la echaba de menos. Era más que mi abuela, era la única persona que me comprendía. Sabía cada momento de mi vida y siempre me daba consejos. Aprendí mucho de ella, sobre todo a no conformarme.

-Yo sé lo que significa esa marca - dijo de repente. Me miró muy fijamente haciéndome temblar y volvió a besarme. Esta vez no lo paré y siguió hasta el final.

 Abrazados en el frio suelo de piedra, acariciando su escultural cuerpo, pensé en esos momentos con Alex y en lo tonta que fui. En ese momento abrí los ojos y decidí que ya era hora de cambiar.

Me levanté del suelo y me puse el vestido. Me arreglé un poco el pelo y me senté en ese polvoriento sofá.

 – ¿Y bien? ¿Me lo vas a contar?- pregunté. Se levantó de un salto. Mientras se ponía el pantalón lo miraba embobada. Era perfecto. Se sentó a mi lado y me puso el brazo por detrás de mí abrazándome.

-Ese símbolo, es incluso, más antiguo que la Cristiandad. Es un distintivo pagano celta orientado a la conexión con la tierra. La persona que lo lleva se considera el líder. Es una herencia por línea de sangre. Ese "guía" poseerá determinados atributos, que puede cambiar el curso de la humanidad. Pero el más importante es él que le permite percibir sensaciones que normalmente están veladas para el resto de las personas, es como una sensibilidad o una afinidad.

-¿desde cuándo sabes todo esto?- pregunté

- estas cosas se pasan de padres a hijos. Es un aprendizaje que he tenido desde que nací- dijo -Amal, yo estoy aquí para protegerte y ayudarte. Es mi misión.

-¡Oye! -Dije de pronto- ¿Eras tú el del pasillo?

-¡No! No era  yo, entonces pareció salir de aquel maravilloso momento que nos consumía los dos. Se puso en pié, pues me tenía  agarrada de las manos y estaba en cuclillas ante mí, tiró suavemente de mis brazos y me acercó de nuevo a él rodeando mi cintura, de nuevo, me sentí como la protagonista de una película de Hollywood. Me miró con una mirada que se quedó clavada en mí para el resto de mis días.

     Durante un instante, de nuevo ambos estuvimos perdidos en los ojos del otro.

     Cuando el habló, el encanto persistía, pero debíamos reaccionar.

     -Debemos salir de aquí rápido. Esta habitación era un lugar seguro, pero si están por aquí pueden encontrarnos. ¡Vamos! – me ordenó.

AMALWhere stories live. Discover now