Entonces, traté de serenarme. De toda la vida he sido una gran observadora, eso me ha hecho avanzar, no solo en mis estudios, también a nivel personal. Me gustan mucho los detalles, creo que identifican cosas, caracterizan a las personas. El espacio con el que se organiza el lugar de trabajo, el valor que se le da al cuidado personal, la forma de hablar, de sonreír, los gestos de las personas... todo esto dice mucho más de alguien, que lo que este sujeto en si mismo te quiere mostrar.
Así que decidí poner en práctica mis dotes personales para el análisis del inspector. Sonríe para mis adentros, a pesar de mi aspecto, ahora me sentía más segura. -¡Debía haber sido psicóloga!- Me dije mentalmente a mi misma.
Y comencé a observar.
En el escritorio, no se veían objetos personales, sólo un lapicero, el ordenador, que estaba apagado y la libreta. Miré detenidamente al inspector mientras escribía en una libreta pequeña que sacó del bolsillo, por su forma de mover el bolígrafo sobre el papel, debía utilizar algún tipo de código o clave en la escritura. No debía de tener más de cincuenta años, pero lucía cansado. Llevaba unas gafas muy desgastadas y un gran bigote. No era muy alto y se veía delgado pero en forma. Su forma de hablar me recordaba a la de mi profesor de Antropología. Llevaba un traje gris con una corbata negra algo desgastada. El asombro se manifestó en mi, intenté disimular para que el no lo notar, en el pillacorbatas para mi sorpresa llevaba mi símbolo. Algo que me extrañó mucho, pero decidí no decir nada para no meterme en más líos. Me fijé que en la mano derecha, tenía la marca de un anillo. Por la diferencia de color de lapiel, se lo había quitado recientemente y supuse que había estado casado hasta hace muy poco.
Desvié de nuevo la atención a la estantería. Mi pasión por los libros siempre me hacía fijarme en ellos. Uno en especial, llamó mi atención. Era de cuero marrón oscuro y parecía muy antiguo y desgastado, pero en la parte más baja del lomo se podía apreciar una vez más, para mi sorpresa, el símbolo. El inspector lo tenía por todas partes y empecé a pensar que él sabía algo, que esto no era un caso más.
Empezaba a incomodarme su determinación, seguía escribiendo no se que, en aquella libretita, hubiera dado lo que fuera por poder ver lo que barateaba, apenas me prestaba atención, escribía y escribía sin ton ni son.
Ocasionalmente en mis continuos y nerviosos movimientos, el tatuaje de mi brazo quedo delante de sus ojos. Inmediatamente dejó de escribir, soltó el lápiz en el escritorio y dio varios golpecitos con la libreta en su mano abierta. Estaba tan enfadada y aturdida a la vez que no me paré a pensar en las consecuencias de esa acción. Dirigió la vista al brazo mirándolo con determinación y respiró hondo. Levantó los ojos lentamente hacia mí y me miró muy pensativo. Parecía una mirada de admiración, una mirada fraternal, pero a la vez resignada.
-Sé que tienes muchas preguntas -comenzó a decir- pero yo no sé si soy el más indicado para darte esas respuestas. Alain, está bien, me envió un mensaje cuando salió del castillo. Estaba al tanto de vuestra cita, me comentó que probablemente venias hacia aquí. Avisé a los agentes de fuera de que cuando llegaras te pasarán aquí directamente.- dijo
Esto ya, era el remate del tomate, ahora si que mi asombro salió a flote, como el corcho en el agua. En ese momento me sentía descolocada. Ya me estaba hartando de tantos secretos y mentiras. Necesitaba saber la verdad, salir corriendo y olvidar lo que había pasado. Echaba de menos a mi madre, que me abrazara y me dijera que no pasaba nada. Él me miró como si fuera una niña asustada. Rodeó la mesa y se sentó en ella delante mia.
El inspector Pinaud me habló de forma rauda:
-¡Saben que estas aquí! No tardarán en venir a buscarte, y yo... no puedo, no tengo medios para protegerte de la Orden. Son muy influyentes en el gobierno ¡Estamos todos en peligro! Se levantó rápidamente.
-¡Acércate! -dijo, mientras se colaba detrás de la mesa y abría un cajón con una pequeña llave. Del interior sacó una bolsa negra y de ella extrajo un fajo enorme de billetes de 50 €.
Me quedé estupefacta, creía que eso solo pasaba en las películas, mi boca se abrió dibujando una O enorme y mis ojos se abrieron tanto como dieron de sí. ¡Nunca vi tanto dinero junto!
-¡Escucha niña!, -dijo el inspector mirándome directamente a los ojos y cogiéndome de los hombros - ¡Lo quieras o no estás metida en esto!, coge el dinero seguramente te hará falta.
-pe... pero...
- ¡ssshhh! no tenemos tiempo. -Me instó con prisas- el momento se acerca, la luna a completado los ciclos de tiempo, tenemos menos de un mes, debes huir, nosotros te protegeremos.
Hablaba muy deprisa, mientras iba de un lado para otro ponía varias cosas en el interior del macuto. Accionó un resorte oculto en aquella estantería, unos libros giraron sobre sí mismos ocultándose en la pared mediante una especie de pivote y en su lugar apareció un estuche tan grande como un pie del 45. El policía abrió con cuidado la pequeña arca, en su interior una caja de madera de nogal y en su interior una llave de esas viejas de hierro, de esas que antiguamente se usaban en los caserones del campo. Debía medir al menos veinte centímetros, la parte para colgarla tenía la forma del simbolito en cuestión, luego un gran tubo que terminaba, no en una mueca con dientes, sino en tres, que además no estaban ni siquiera alineadas, parecía tan vieja como la misma tierra. La trataba con una delicadeza especial, cerró la tapa y metió el estuche en el macuto. Seguidamente arrancó la hoja de notas de la libreta naranja la dobló cuidadosamente y la metió en una pequeña funda de gafas y de nuevo la puso en la bolsa junto al dinero y la llave.
-¡Lo siento! -Dijo aquel hombre pesadamente- siento que estes metida en todo esto, pero si supieras la historia lo entenderías. Siento ser tan brusco, siento todo cuanto te ha pasado, lo pero es que siento tremendamente lo que está por ocurrir. Espero que todo salga bien. Eres una chica agradable, no me gustaría que te ocurriera nada. Sé que no entiendes nada de lo que está ocurriendo, pero lo entenderás. Hay muchas personas que han puesto su vida al servicio de cometido que vas a realizar.
Fui a hablar, pero el inspector me hizo callar con un gesto.
Ojalá un día, todo esto sirva para algo. Luego miró hacia la mesa, observó por un instante lo que había preparado.
-¡Cógelo! -Dijo señalando la improvisada mochila- Cuando salgas lo vas a ver, no tiene pérdida, justo enfrente tienes un G Force, con el depósito lleno, aquí tienes la llave. Activa el GPS y síguelo, no obstante tienes un plano de toda la región en la guantera, además dispones de una "Ruby" por si la cosa se complica. En el maletero tienes algunas provisiones, también 4 bidones de 15 litros de gasoil cada uno. Tienes autonomía para muchos Kilómetros.
Alain se reunirá contigo en el lugar señalado, en la fecha y hora indicadas. No te fíes de nadie. Intenta parar sólo lo necesario, paga siempre en metálico, duerme en lugares poco transitados, si puede ser en el mismo coche apartada del tráfico.
-¡Dame tu teléfono!
A estas alturas, estaba realmente asustada, le tendí mi teléfono al inspector, se encaminó hacia una puerta que tenía junto a la librería, era un " toilettes", al dejar la hoja abierta pude ver como ponía un pañuelo en el suelo y sobre el, dejaba mi teléfono, con la culata de su pistola lo golpeó hasta que las piezas saltaron esparciendo cristalitos y trozos de plástico por aquel trapito, recogió las cuatro puntas y se acercó al inodoro soltando las piezas por el y tirando de la cadena a continuación.
-¡Vete! -dijo aquel hombre con aspecto cansado, mientras abría otra puerta semioculta en la pared, ¡aquel despacho era la leche!
Fui a replicar, pero me puso un dedo en los labios, con la mirada me rogó silencio y me apremió a salir.
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AMAL
AdventureAmal cariño, ya tienes el desayuno preparado- dijo ella en voz alta - ya voy abuela, ya casi estoy- llegué enseguida a la cocina - que bien huelen esas tostadas- le dije dándole un beso. Me quedé observándola. Era la mejor abuela del mundo y c...