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Respiré hondo. Sonreí para mi y puse mis manos sobre mi vientre. Estaba embarazada. No me lo podía creer. Mi cuerpo entero se estremeció de felicidad al conocer la noticia. Ya no importaba nada más que esa cosita tan pequeña. Abrí el grifo de la ducha, y me desnudé frente al espejo mirando mi tripa. Me metí debajo del agua e intenté relajarme y pensar que pasaría a partir de ahora.

¿Debía decírselo a Alain? Pensé. Después de un rato pensando que haría tomé la decisión, sí, creo que sí, también tiene derecho a saberlo. Cerré el grifo y salí de la ducha. El baño no era muy grande pero tenía lo necesario. Me sequé, me vestí y salí del baño decidida a contárselo a Alain.

Mi sorpresa fue encontrarme sola en la habitación. ¿Dónde había ido?

Por un instante me invadió una sensación de soledad abrumadora. Me quedé en blanco. Después reaccioné, tal vez, Alain, por su cuenta quería saber si el coche que le mencioné podía conllevar algún peligro para nosotros. Tal vez hubiera salido a comprobar eso. Me acerqué a la ventana, luces ambiguas y distancias unas de otras impedían una visión clara, apenas se podía ver, pero aquel coche, junto con otros tantos estaba aparcado de forma alineada con las marcas que delimitaban las plazas. Pero no se veía nadie, ni por los alrededores.

Me senté en los pies de la cama, intenté pensar.

"Podía haberme dicho algo", me dije a mi misma. "Por otro lado, lo mismo creyó que tardaría más en la ducha, lo mismo pensó que llegaría antes de que yo saliera del baño". Me volví a decir, en cierto modo justificando su ausencia.

Decidí esperar, seguramente no tardaría en venir. Sin poder evitarlo, de nuevo recordé que estaba embarazada y una singular sonrisa pintó mi rostro.

Durante un tiempo estuve pensando en cómo sería, que carita tendría, incluso como lo llamaría. No sé el tiempo que estuve divagando en este tema, pero empecé a preocuparme, Alain no volvía.

Me levanté de la cama, con movimientos nerviosos busqué algo que me pudiera ayudar, no sé, tal vez hubiera dejado una nota. ¡La llave! La maldita llave del coche, ¿Dónde estaba? ¿La tenía él? ¿La tenía yo?

El bolso, busqué desesperadamente, ¡La mochila!... ¡Nada! ¿Dónde demonios estaban las llaves?

Nerviosas me abalancé hasta la ventana, la noche me pareció aún más oscura. No podía distinguir nuestro coche. ¡No estaba! ¡Por Dios! ¡No estaba!

¡Alain! ¡Dios mío! ¡Alain! ¿Dónde estabas?

Intenté tranquilizarme, recordé los últimos momentos, no había nada anormal, eso sí, había una sola cama, ¿Estaba premeditado? ¿Tenía pensado irse? No me cuadraba, entonces... ¿Dónde estaba?

Nunca pensé que su ausencia me pudiera acarrear tantas dudas.

Cogí la mochila, me fui directamente a recepción. Curiosamente no estaba la persona que nos había atendido al entrar, en su lugar había un hombre de mediana edad, vigoroso, con un bigote al estilo del gran Mahatma Gandhi. Le pregunté. Le dí una descripción detallada de Alain.

-Sí, claro, sin duda el joven tenía prisa, pagó la habitación y se marchó hace un rato.

-¿Dijo algo? ¿Dejó algún mensaje para mí? –Contesté angustiada.

-¡No! Lo siento madame, no dijo nada. Si que parecía tener mucha prisa.

¿Qué estaba ocurriendo aquí?

Cerré los ojos y respiré hondo intentando que mi mente se relajara y poder pensar.

Volví a la habitación rápidamente. Tenía que pensar en el próximo paso sin contar con nadie, pero ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo llegaría hasta Poveglia? ¿Qué pasará cuando llegue allí?

Las dudas empezaron a amontonarse y al fin pensé que lo mejor sería descansar y para cuando despertara ya pensaría más claro.

Ya ha amanecido - pensé y no había podido cerrar los ojos en toda la noche. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a donde podría estar Alain, a mi embarazo y si se lo diría a él o no.

Dejó de darme miedo las puertas, ahora era diferente, me sentía más fuerte y más segura de mi misma.

Me levanté de la cama y pedí que me trajeran el desayuno a la habitación mientras me vestía. Llegó el botones con un carrito lleno de cosas que no había pedido. Al preguntarle me dijo que el chico que me acompañaba lo había dejado dicho en recepción la noche de antes.

Qué extraño- pensé, el recepcionista anoche no me comentó nada de esto cuando le pregunté. Mi intuición me decía que algo no marchaba bien.

Dejé que el chico se fuera y esperé unos segundos mientras cogía mi mochila. Escuché el sonido del ascensor y salí al pasillo. Busqué la escalera de emergencia y bajé por ella. Cuando sólo había bajado unos peldaños vi unas manchas de sangre dejando un rastro y me quedé paralizada. ¿Le habrá pasado algo a Alain? Empecé a ponerme nerviosa mientras avanzaba escalera abajo. Quizá Alain no se fue, sino que se lo llevaron. Llegué al final de la escalera, más sangre, pero esta vez el rastro seguía a través de una puerta. Dudé si abrir. Cerré los ojos y respiré hondo intentando tranquilizarme. En ese instante escuché unas voces.

- Dejémosle aquí. Solo necesitamos a la chica- dijo una voz grave

- - no podemos dejarlo aquí, alguien podría descubrirlo tenemos que llevárnoslo a la isla para que la chica siga adelante con el plan. De él ya se encargarán después.- dijo otra voz más suave.

Tenía que actuar rápido. Si tenían a Alain allí dentro no podría salvarlo si me cogían.

Subí rápidamente las escaleras y abandoné el pasillo por la primera puerta que se abrió. Accedí a la cocina del hotel, que en ese momento no había nadie en ella y no fue difícil salir por la puerta trasera sin ser vista.

Una vez en el exterior, me encontré en que estaba al borde de la carretera y debía esconderme. Intenté pasar desapercibida. Me escondí entre los camiones que estaban aparcados fuera. El corazón me latía a mil por hora.

Me asomé mirando hacia el hotel. Vi salir a esos dos hombres con Alain, cuando sentí una mano que me tocaba por detrás. Pensé que era otro de esos hombres y al girarme me preparé para lo peor cuando vi una cara familiar tapándome la boca para que no gritara. Era Marco haciéndome una señal para que me callara. Detrás de él vi a Anna. Respiré aliviada y me abracé a él muy asustada.

Marco, vigilaba el coche. Una vez que se marcharon me cogió por los hombros.

-¿Estás bien, Amal?

Yo asentí con la cabeza todavía muy asustada.

-Tienen a Alain. Si no hubiese sido tan egoísta y anoche hubiera salido en su busca a lo mejor no estaría secuestrado- dije mientras me secaba las lagrimas.

-Marco, se han llevado a Alain para cogerme a mi.- dije llorando.

-Amal, cálmate. No le harán daño le necesitan para llegar a ti. Iremos a Poveglia y lo salvaremos- dijo a la vez que me abrazaba.

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AMALWhere stories live. Discover now