Noa
No se en qué instante ha ocurrido, pero mis ojos fijos en los de Ian, sus manos apretando mis caderas, la música, el acohol... Siento la necesidad de besarle, como si mi cuerpo lo pidiese y mi mente estuviese privada de voto. Tiene que pasar y punto. Justo cuando él se acerca a mí, cuando yo me acerco a él, Katie entra en escena.
-¡Noa! por fin te encuentro, guerra de chupitos, estas dentro. Los chicos han apostado que no aguantarás más de tres. Yo me he jugado 50 pavos a que puedes con 5 así que no me falles amiga.
-Me subestimas K.
Sigo a la castaña hasta la cocina, pero no sin antes fijarme en la mirada de Ian, que sigue cada paso que doy, se mantiene inmóvil envuelto en un manto de cuerpos ondeantes. Hasta que desaparezco de su campo de visión, hasta que, tras tres chupitos, lo vuelvo a ver en la cocina.
-No podrá con más, te lo digo Katie, ves preparando esos 50. -oigo decir a Ben.
-Huelo el dinero.-afirma Jordan.
Suelto una carcajada al recordar cómo mi hermano se frustraba al perder contra mí en cada fiesta, y como continuaba intentando batirme cada vez que tenía oportunidad. Nunca lo consiguió. Mi record está en diecisiete, la noche que lo logré no acabé muy bien, pero dudo que alguien consiga llegar a tanto. Lo mejor es que ninguna de las personas que está aquí lo sabe, y me da la oportunidad de sorprender y, oh si, ganar algo de pasta.
-Por dios, ya va borracha, ¿no la veis?- oigo que dice un pelirrojo mientras le soba las tetas a una rubia cuyos ojos indican que , o bien esta dormida, o bien que está tan mal que no puede abrirlos.
-Cien a que llega a los diez.
El silencio se hace de repente e, inmediatamente, sé que es Ian quien lo ha dicho. El mismo que, apoyado en el marco de la puerta, continua mirándome.
-Voy a hacerme de oro esta noche.-dice el mismo pelirrojo que cree que ya estoy borracha.-Acepto.
Miro de nuevo a Ian y sonrío. Cojo dos chupitos de la mesa y me los bebo sin pensarlo. Katie me mira ahora algo preocupada.
-Noa, no tienes por qué hacer ésto. De verdad.
-Está bien, puedo con ello.-afirmo sonriendo.-quizá no sea la santa que todos creéis que soy.-digo guiñándole un ojo.-Coge tus cincuenta y disfruta del espectáculo.
-Tu misma chica.-dice levantando las manos.-a partir de ahora, no me hago responsable de dónde acabe tu noche.-oigo que suelta una carcajada antes de desaparecer de mi campo de visión.
-Aún te quedan cinco.
-Sé contar, zanahorio, no hace falta que hagas el esfuerzo de intentar hacerlo por mí.-digo con una sonrisa falsa. Oigo como silban y ríen ante mi atrevimiento. Apoyo los codos en la mesa y me apoyo la cabeza sobre mis manos. -Será mejor que acuestes a tu amiga o...
Antes de que tenga tiempo de acabar la frase la chica empieza a convulsionar hasta que se inclina hacia delante y suelta todo lo que tiene en su estómago. Desde luego, nada agradable de ver. Pongo cara de asco y aparto la vista de la escena.
-Que conste que intentaba advertirte...
-Mierda, Dina, Diana, Dora, como coño te llames.
-Gran jugada Paul.
Ésa voz me resulta familiar y me giro en busca de su encuentro. Es ¿Mike?, está parado en la puerta junto a Ian y ambos se ríen del tal Pau, alias el Zanahorio. Me bebo otros dos chupitos de golpe y lleno cuatro vasos más. Cuando termino con los tres primeros la gente silva de nuevo y yo me río a carcajada limpia. No estoy borracha, mañana recordaré cada escena de esta noche, pero tengo el punto justo para hacer locuras. Levanto el último vaso que queda lleno y termino diciendo.
-Este va por ti, Zanahorio.-mientras miro a Ian a los ojos.
Levanto la cabeza y me lo bebo. A partir de el sexto dejé de sentir ardor en la garganta, ahora es simplemente líquido, espeso y dulce que se disuelve en mi sangre. De repente, oigo la música y camino.
Hasta pararme frente a él, hasta eliminar el espacio entre nosotros, hasta que fundo nuestros labios y siento como tira de mi cuerpo hacia el suyo, tratando de fundirme consigo, hasta que todo desaparece y solo estamos él y yo. Y puede que sea el alcohol, o puede que no. Pero en este instante, ¿a quién le importa?
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Te necesito. I
RomanceTodos creían haber superado la muerte de su hermano excepto ella. Todos pensaban que su vida era perfecta excepto ella. Todos vivían sin querer excepto ella. Pero siempre estaría John el único en quien había podido confiar desde la muerte de Paul, e...