El Visitante

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Arthur era un niño de apenas 10 años que pasaba demasiado tiempo solo en casa, ya que sus padres siempre estaban trabajando. Esta situación lo había convertido en alguien deprimido y solitario, pero todo eso iba a cambiar una horrible noche de viernes.

Estando en casa como de costumbre, se encontraba viendo la tele, cuando escuchó unos suaves golpecitos que parecían venir de la ventana de su cuarto. Esa ventana daba al patio, muy lentamente se asomó y, para su sorpresa, allí había un niño. Era de más o menos su misma edad, y estaba de pie enfrente de la ventana con una amplia sonrisa. Arthur simplemente se acercó a la ventana para poder hablar con el niño:

"¡Hola! ¿Quién eres? Nadie vive por aquí cerca"

Dijo.

"Es verdad, soy de muy lejos, pero quiero jugar contigo..."

Arthur estaba algo perplejo por lo que estaba pasando, después de unos minutos su visitante le dio la espalda y se perdió en la oscuridad de la noche. Ahora más que nunca, el pobre chico tenía miedo de estar solo en casa. Se quedó dormido, pero no por mucho tiempo, porque a los 15 minutos volvieron los golpecitos en la ventana. Se despertó y vio que el visitante estaba nuevamente allí, mirándolo fijamente con sus ojos apagados, como si de un pez muerto se tratara. Pero esta vez Arthur tuvo la extraña idea de decirle al niño que entrara en su casa:

"Ven, he abierto la puerta principal de mi casa, puedes entrar si quieres..."

Su nuevo amigo no dijo nada, solo se quedó mirándolo fijamente mientras apoyaba sus manos en el cristal de la ventana. Repetidamente empezó a azotar su cara contra la ventana de una forma violenta y salvaje, tanto que sus rasgos se fueron desfigurando, ya casi no se podía reconocer un rostro humano.

"¿Qué haces? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás haciendo esto?"

Dijo Arthur, llorando y muy asustado.

Pero su visitante no reaccionaba. No parecía sentir dolor por los golpes, finalmente la ventana se rompió y los cristales quedaron incrustados en lo poco que quedaba de aquel infantil rostro. Fue entonces cuando se detuvo simplemente para caer al suelo.

Arthur escuchó como algo se arrastraba por la hierba del jardín, pensó que el niño malherido era el causante de ese sonido. Reunió el valor para asomarse a la ventana rota y ver con una mejor perspectiva lo que estaba pasando en el jardín. Lo que vio fue solo la mitad del niño que colgaba como si fuera un trapo, solo era el torso de la cintura para abajo, debajo de la cintura del niño había una horrible mujer de cabello negro que caminaba a cuatro patas, el niño no era más que una de las tantas víctimas infantiles de esa bruja, Arthur comprendió que aquel niño era solo una piel vacía cosida al cuerpo de un demonio.

Esa cosa siguió arrastrándose para llegar a la puerta principal, la cual estaba abierta, pero Arthur pudo llegar a tiempo y cerrarla antes de que esa mujer entrara, después se dirigió a su habitación y se escondió debajo de la cama, olvidando que la puerta estaba cerrada... pero su ventana estaba rota. El visitante se metió por ella cayendo sobre la cama, el teléfono comenzó a sonar repetidamente, Arthur sabía que eran sus padres pero ya era demasiado tarde, pues su nuevo amigo junto con aquella monstruosidad se metieron debajo de la cama para envenenarlo y convertirlo mediante un hechizo en otro muerto viviente.

Tal vez la próxima vez que alguien vea a Arthur sea dando golpecitos en la ventana de algún niño solitario.

Historias Para No Dormir 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora