Un joven despertó desorientado y sin recordar nada dentro de un lugar que estaba totalmente oscuro. No podía sentir las partes de su cuerpo puesto que algunas estaban dormidas, como si alguna especie de anestesia paralizara su cuerpo, pero sí podía percibir que estaba acostado en una especie de mesa fría y con sus brazos y piernas encadenados a la misma. Él trataba de soltarse pidiendo ayuda, sin embargo nadie llegaba. El olor en la habitación era horrible, además de extraños sonidos que venían de todas partes, pero al estar tan oscuro no había forma de saber qué sucedía, aunque era evidente que estaba en un cuarto en cautiverio.
Hubo un momento en el que ya no tenía fuerzas para seguir tratando de escapar y fue entonces cuando en medio de tal oscuridad una mano apareció de la nada para acariciar su cabeza. El joven comenzó a pedirle a esa persona que lo liberara, que le dijera dónde estaba, más no recibía respuesta alguna, solo seguían las caricias hasta que en un punto se detuvieron. De alguna forma, en su desesperación y miedo, tuvo un pequeño flashback en el que empezó a recordar cosas. Eran momentos fugaces, que se reproducían en su mente como si fueran pequeños clips de película, recordó que caminaba por una acera solitaria cuando todo su cuerpo empezó a dolerle sin motivo aparente ,el dolor fue tan agudo que se desmayó en mitad de la calle, despertando horas más tarde en ese lugar.
Sin embargo no tenía ningún recuerdo de quien lo trajo hasta esa habitación, intentó hacer un último esfuerzo para poder liberarse, pero esta vez no sintió nada, ya no sentía nada en sus extremidades, esta sorpresa causó que emitiera un grito de terror, tal vez intuyendo que algo peor estaban haciendo con él, solo que esta vez escuchó una voz muy familiar pidiéndole que se calmara:
"Joel, Joel tranquilízate, estoy aquí contigo, todo saldrá bien..."
"¿Mamá, eres tú?¿Tú eres la que me ha metido aquí? ¿Qué me ha pasado?"
"Te has desmayado, cariño. Tuviste un accidente, debimos tener más cuidado. Por suerte tus hermanos y yo te encontramos, estamos ayudándote. Voy a encender la luz y sólo te pido que no te asustes ¿De acuerdo?"
"¿Que no me asuste? ¿Asustarme de qué?"
"De lo que vas a ver..."
La madre de Joel encendió las luces de la habitación, revelando lo que la oscuridad ocultaba.
Aquella escena era de lo más bizarro que una mente se podría imaginar, en el lugar había un montón de cadáveres de personas recién muertas, cabezas, piernas, brazos y torsos por todas partes, pero no había tanta sangre. Las partes corporales parecían haber sido limpiadas para su uso y efectivamente así era. Dos niños, que seguro eran los hermanos de Joel, estaban cosiendo brazos y piernas al nuevo torso de este, el cual luego sería unido a su cabeza que era lo único que le quedaba. Joel, por supuesto, gritaba sin parar al ver que él solo era una cabeza sin cuerpo y sin embargo no había muerto. Todos esos cuerpos tirados eran los que usaba su familia para reemplazarle sus partes periódicamente, al parecer la última vez no lo hicieron bien y por eso Joel tuvo el accidente, pero él no actuaba como si ya supiera que estaba pasando, sólo estaba en pánico por ver cómo lo cosían y por eso estaba encadenado a la mesa para que no se cayera de esta.
Al ver la reacción de Joel gritando alocadamente, sus hermanos se quejaban con la madre:
"Mamá ¿Por qué Joel no es como nosotros?"
"Sí mamá, siempre es lo mismo, nunca recuerda nada y tenemos que coserlo y descoserlo constantemente, y encima con tanto alboroto..."
"Lo sé amores, lo sé, tenemos que tener paciencia con vuestro hermano mayor, ya aprenderá a recordar lo que somos y cómo nos desarrollamos. Por ahora terminad de coser las partes de su cuerpo y luego repasar vuestro cuerpo, que se os están desmontando algunas partes..."
"¡Sí, mamá!"
Respondieron los dos hermanos, mientras la propia madre se revisaba sus costuras. Sin duda, una familia muy extraña, quizás no sean de este mundo, pero Joel no es una excepción. Pronto lo montaran de nuevo y, sin recordar nada, regresará a su día a día.
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Historias Para No Dormir 6
HorrorCon el paso de los años, las historias de miedo crearon arquetipos y forjaron un lenguaje narrativo común que desembocó en la auténtica edad de oro del género que fue el siglo XIX. Tuvieron que llegar grandes maestros como H. P. Lovecraft o Edgar Al...