En 1937 el pueblo tenía apenas 150 habitantes. Entre ellos había una mujer a la que solo se la conocía como Juana, era una mujer de edad avanzada, con cabello completamente gris, el cual siempre estaba descuidado, tenía una nariz prominente y era de complexión muy delgada. Es, junto a su extraña actitud y misteriosa personalidad, que hizo que se ganara el apodo de "La bruja".
La gente no sabía mucho de ella, pero algunos decían que había sido de las primeras personas en habitar el pueblo. Era muy reservada y nunca hablaba con nadie, su pequeña casa era la más lejana, estaba a las afueras del pueblo justo a lado del río, donde era perfectamente visible desde todas y cada una de las casas.
De ella se decían muchas cosas, que tenía un pacto con el diablo, que tenía más de cien años, que la habían dejado plantada en el altar. En verdad, todo eso solo eran rumores típicos de pueblo, lo único que sabían con certeza era que tocaba el violín, ya que todas las noches a las 21:00 se escuchaba el sonido del instrumento, siempre la misma melodía melancólica que le ponía los pelos de punta a los habitantes del pueblo, tanto a niños como adultos.
Las madres no dejaban jugar a sus hijos cerca de la casa de Juana, y los adolescentes no se atrevían a ir ni siquiera de día. En el momento en el que se escuchaba el violín, la gente entraba en sus casas para dormir. Era una especie de costumbre, como si el violín avisara que era hora de irse a dormir. Había personas que utilizaban esto para hacer que los niños se durmieran temprano, estos les decían que tenían que dormirse temprano antes de que sonara el violín de la bruja, porque de no hacerlo ella iba a comérselos. Los niños, asustados, siempre se iban a la cama media hora antes de que sonara la melodía del violín.
Una noche, antes de que el reloj marcara las 20:00 de la noche, en el pueblo se empezaron a oír gritos desgarradores. La gente del pueblo salió de sus casas para ver qué estaba pasando. Se sorprendieron al ver que la casa de Juana estaba ardiendo. No sabían cómo había empezado el fuego, pero la gente comentaba que podría ser una vela que se había caído al suelo, ya que en esos tiempos el pueblo no contaba con energía eléctrica, y los gritos eran de ella, no había duda, lo más probable es que estuviera atrapada en el incendio. Las personas estaban aterradas, sin embargo, nadie acudía para ayudarla, solo se limitaron a contemplar desde lejos como la casa era consumida por el fuego. Nadie acudió a los gritos de ayuda, por más desgarradores que estos fueron. Los gritos se mezclaban con el sonido de la madera quemándose. Gritos que pasaron a ser sollozos, y después... silencio total. No fue hasta el día siguiente que la policía llegó al pueblo, que no contaba con un sistema de seguridad. Los policías interrogaron a todos y cada uno de los habitantes del pueblo, y todos sin excepción aseguraron no haberse dado cuenta de lo que había pasado hasta por la mañana.
Los policías encontraron los restos carbonizados de la pobre mujer, quien se había consumido por completo, apenas se podía distinguir que aquellos restos calcinados alguna vez fueron un ser humano. Como no tenía familia, la policía decidió enterrarla en el patio de su propia casa, todo para ahorrarse trabajo y papeleo, después de todo, nadie la echaría de menos ni reclamarían sus restos. Finalmente la policía se marchó del pueblo, dando el caso por cerrado y dejándolo como un incendio accidental. Las personas estaban desconcertadas, a muchos no les importaba, pero otros se sentían muy culpables, culpables por no haber hecho nada, culpables por no haber intentado ayudar a esa pobre mujer. Sin embargo, todos estaban de acuerdo en algo, y es que por fin descansarían de esa mujer, por fin estarían tranquilos y no serían molestados por ella y su estúpido violín otra vez.
Esa misma noche, las personas se disponían a dormir como siempre, todos parecían estar bastante tranquilos a pesar de lo que había pasado la noche anterior. El reloj marcó las 21:00, y fue entonces cuando un escalofrío colectivo recorrió el pueblo. Nadie se lo podía creer, pero ese sonido era inconfundible. Era el violín de la bruja. Era la misma melodía que sonaba siempre a esa misma hora. Las personas entraron en pánico, se encerraron en sus casas y tapiaron las ventanas, sin embargo, el sonido era muy penetrante, era como si estuviera dentro de sus cabezas. Las personas, horrorizadas y desesperadas, se tapaban los oídos con sus manos o con almohadas, hasta que la melodía terminó, duraba alrededor de cuatro minutos y esta vez no fue la excepción. Nadie entendía qué era lo que estaba pasando, sin embargo, todos estaban empezando a sospechar lo que era más obvio para ellos. Era la bruja. Había vuelto de la muerte sólo para atormentarlos.
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Historias Para No Dormir 6
HorrorCon el paso de los años, las historias de miedo crearon arquetipos y forjaron un lenguaje narrativo común que desembocó en la auténtica edad de oro del género que fue el siglo XIX. Tuvieron que llegar grandes maestros como H. P. Lovecraft o Edgar Al...