15: Sí, su santidad

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Ship: Itia x Gateguard

Palabra: Abuso de poder.
Universo de TLC.// Omegaverse.// Headcannon.
Advertencias: Relación tóxica, manipulación, violencia física y psicológica.

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"Sé sereno, sumiso, obediente y servicial. Mantente siempre bello, pulcro, presentable y perfecto. Pon todo tu empeño en mantener un rostro hermoso, un cabello suave, y una figura atractiva. Vístete bien y arréglate como sea necesario para verte atractivo para tu Alpha, pero no tanto que provoques a otros. No hables si no te es solicitado, no contradigas a un Alpha, no te metas en asuntos de Alphas, no retes a un Alpha, no lo cuestiones, ni reproches, ni te quejes nunca. Solo así podrás ser deseado y conseguir un buen Alpha que se haga cargo de tí, y tu función será darle cachorros a los que criarás de acuerdo a su casta."

Esas fueron siempre las palabras de su madre, que mientras vivió, le decía que su vida dependía de la voluntad del Alpha con el que se casara, y casarse y dar cachorros fuertes y hermosos era su misión en la vida como Omega. Antes de que muriera, junto a su padre en el ataque a la aldea donde vivían, cuando él era apenas un niño de no más de ocho años.

Creyó que él también iba a morir ahí, a manos de los que ahora sabía, eran espectros. Recordaba aún todo el miedo que sintió, aún tenía a flor de piel esa sensación de estar indefenso, herido, y deseando que algún Alpha lo salvara. Pero todas esas emociones, fueron las que hicieron que una fuerza hasta ese momento dormida en su interior, despertara y emergiera con fuerza en forma de una fuerte luz que arrasó con todo. El día que casi muere, fue el mismo en que despertó su cosmos, lo que le salvó la vida.

No tenía muy claros los recuerdos de ese día, ni como había terminado escondiéndose en la iglesia del pueblo, temblando de miedo y rabia. Solo recordaba que unos santos de Athena enviados a pelear contra esos espectros, y fue cuando el Patriarca lo encontró.

El Alpha lo consoló, calmó, y al darse cuenta de su poder y potencial, decidió ofrecerle la oportunidad de ir con él al Santuario. Gateguard aceptó, sintiéndose seguro a su lado, y confiando en que el Alpha podría protegerlo. Ahí fue atendido por sus heridas, y recibió los cuidados necesarios hasta que se recuperó por completo.

Al inicio, decidió quedarse, prácticamente porque no tenía otra opción. Había sido el único sobreviviente de su pueblo, ya no le quedaba una familia, ni un hogar al que regresar, además de que el patriarca, un Alpha, se lo pidió. Pero al final, terminó quedándose ahí por voluntad propia.

Se sentía en deuda con el Itia, por haberlo rescatado y confiado en él, tanto como para aceptarlo como alumno de santo dorado, uno de los puestos más altos en el Santuario, siendo un Omega. Pero conforme fue creciendo, sus sentimientos fueron cambiando.

Más pronto que tarde, dejó de ser un niño, para convertirse en un apuesto Omega joven adulto, deseado por muchos Alphas en el Santuario. Pero él solo tenía ojos para un Alpha: Itia.

Pasó muchos años tratando de llamar su atención como Omega, pero parecía que el Pontífice ni siquiera lo notaba o veía como algo más que un santo dorado más. O al menos eso creyó, hasta que tenía unos dieciocho años.

Ese día, Itia lo mandó a llamar a su despacho para hablar con él en privado. Gateguard obedeció sin chistar, presentándose con su armadura ante el Alpha.

Los Omegas varones al servicio de Athena tenían dos opciones para poder estar dentro del ejército: Consagrarse a Athena, permaneciendo virgenes y cubriendo su rostro con una máscara de por vida. O contraer matrimonio con un Alpha de igual o mayor jerarquía dentro de la orden, y dar al menos un cachorro al servicio de su diosa.

Kinktober 2023. Saint Seiya Ships Donde viven las historias. Descúbrelo ahora