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19.

Hola chicos....
Lamento mucho la ausencia, casi el mes de no subir nada.
La escuela me estaba matando pero logre tener un pequeño espacio.
Extrañe tanto escribir y despejar la mente.
La inspiración creció bastante y estos días logre escribir más capítulos de lo que planeaba.
Asi que para recompensar la falta de capítulos les dejaré 5 de ellos.
“Todo comenzará a tener sentido y la historia tendrá un giro”.

Espero que los disfruten.
Espero no estar tan ausente en las próximas semanas.
Gracias por su apoyo.
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-¿Bueno?
-Lo siento si estoy interrumpiendo algo.
-Esta bien.
-¿Estarás en tu casa?.
-Sí.
-Bueno, hoy va a llegar un paquete, es para Andy.
-¿Qué le compraste?.
-Ammmm.
-Supongo que es algo caro.
-No te molestes, en realidad quiero hablar de eso contigo.
-Dime.
-Le compre una tableta, no te enojes. Ve el lado bueno de ello, va ayudarle cuando lo necesite. Ya tiene los programas que utiliza en la escuela. Además de que ya no voy a molestarte para hablar con él.
-Billie, tiene 7 años. Darle un regalo como eso es muy...
-Yo sé que es mucho, pero para ello, tú y yo vamos a ponerle límite y ciertas reglas.

Suspiré y ella habló de nuevo.

-Por favor deja que se la quede, prometo que para la otra te diré primero.
-No quiero que lo acostumbres a cosas caras.
-Lo sé, prometo no hacerlo.
-Hablo encerio Billie, no quiero que lo llenes de regalos caros.
-No lo haré, sé que no esta acostumbrado a ello. Y no voy a mal educarlo.
-Es bueno que entiendas eso.
-¿Entonces puede quedarsela?.
-Esta bien.
-Gracias Mabel, avisame cuando llegue el paquete.
-Bien.

Colgué la llamada y seguí trabajando.

En mi hora de desayuno, siempre lo ocupo para hacer la comida para cuando Andy llegue.
Después de ello regreso al trabajo.

-Ya llegue mami.
-¿Cómo te fue?.
-Bien mami.
-Me alegro.
-¿Qué hiciste de comer?.
-Espagueti con carne.
-¡Qué rico!.
-Ve a cambiarte.
-Si mami.

Volví a mirar la computadora y seguí trabajando.

Andy y yo comimos juntos entre pláticas.
Después de ello hace su tarea mientras le ayudo y trabajo al mismo tiempo.

Cuando tocaron la puerta mi hijo fue abrir.

-Te buscan mami.

Me levante y salí.

-¿Mabel García?
-Si
-Tome.
-Gracias.
-Firme aquí.

Me entrego el papel y sonrió.

-Que tenga linda tarde.
-Igualmente.

Cerré la puerta y mire a mi hijo.

-¿Qué es?.
-Ahorita sabrás.

Marque el número de Billie.

-¿Ya llegó?.
-Sí.
-¿Podrías pasarme a Andy?.

Le di el teléfono a mi hijo..

-¡Mami!.

Sonrió y me miró.

-Si mami, yo también te extraño.

Lo mire.

-Primero quiero que me escuches con atención - escuche su voz en alta voz.
-Si mami.
-Acabe de mandarte un regalo, pero para que puedas tenerlo quiero que sepas que necesitas obedecer a mamá y obedecer lo que voy a decir.
-Esta bien mami.
-Lo que mande para ti quiero que lo ocupes para tu escuela y para hablar conmigo. Si mamá permite que lo ocupes para distraerte un rato lo harás.
-¿Qué es mami?.
-Te mande una tableta.
-¿En verdad?.
-Sí.
-Gracias mami.
-Puedes utilizarla para la escuela y si mamá permite que descargues juegos lo harás , juegos no tan violentos.
-Sí mami.
-Portate bien, si no es así, mami tiene el derecho a quitarte la tableta.
-Me voy a portar muy bien y también tendré buenas calificaciones.
-Bien cielo.
-¿Cuándo vas a regresar?.
-Pronto.
-Te extraño.
-Yo a ti.
-Te quiero mucho mami.
-Yo te amo a ti.

Andy sonrió.

-¿Mamá esta allí?.
-Sí.
-¿Puedes darle el paquete?.

Asentí y le di la caja.

-Seguiré trabajando cariño.
-Si mami.

Debía dejarlo allí hablado con ella.
Yo no pinto en nada.

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Me limpie las manos en mi pantalón. Estaba muy nerviosa.

Después de años volvería hablar con Zoe.
Faltaban solo diez minutos para las dos y los nervios me estaban comiendo.

Cuando el timbre sonó suspiré y abrí la puerta.

-Hola Billie.
-Hola, pasa.
-Gracias.

Cerré la puerta y la mire.

-Toma asiento donde quieras.
-Tu casa es muy bonita, tal y como decías antes.

Ella sonrió y sentí ganas de llorar.
Ella sabía todas mis penas, mis metas, mis sueños.

-¿Quieres limonada?.
-Claro.
-¿Escarchada?.
-Ya sabes.

Salí de allí y fui a la cocina.

Intente que las lágrimas no salieran de mis ojos.

Hice su limonada junto a la mía y salí.

-Tu casa es muy grande.
-Bastante.
-¿Vives sola?
-Con mi mascota.
-¿Tienes uno?.
-Sí, se llama Shark y lo adopte hace casi cinco años.
-Eso es lindo.
-Sí.

Le di la limonada y me senté frente a ella.

-¿Cómo te ha ido?.
-Muy bien, tengo mi propio departamento y hasta un coche.
-Lo lograste.
-Sí...
-Me alegro mucho.
-Me hubiera gustado que estuvieras allí...

Mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez.

Deje el vaso a un lado y me acerque un poco a ella.

Me miró y también mire sus ojos cristalizados.

-Lo siento - agache la mirada - Siento la manera en que trate aquel día. Perdóname Zo, yo....

Suspiré.

-No estaba consiente de lo que estaba haciendo, del daño que les estaba haciendo a los chicos pero sobre todo a ti. Tú solo querías que me diera cuenta de las cosas . Perdóname por ser una idiota.

Ella se acercó y acarició mi mano.

-Te comportaste como una, pero sabía que no estabas bien. Realmente me dolió lo que dijiste aquel día.
-Disculpame Zoe, en verdad no quería decirlo pero mi enojo hizo...
-Eras muy impulsiva.
-Lo sé, y he tratado de trabajar en ello.
-Te he perdonado desde hace años Billie.

Unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos.

-No llores Billie...

Negué y suspiré tratando de controlarme.

-Me has hecho tanta falta Zoe, jamás me he perdonado que por mi culpa te perdí - era imposible contener mis lágrimas - Mi maldito orgullo no dejo que te pidiera perdón y recuperarte. Discúlpame por ser tan idiota.

Sentí sus brazos rodearme con fuerza.

La apreté entre mis brazos y me permití llorar como hace tantos años lo hacía.

-Perdoname por favor.
-Te perdono Billie, lo único que te pido ahora es que no vuelvas alejarme de tu vida quiero siempre estar contigo.

Sonreí entre lágrimas y volví abrazarla.

-No lo haré de nuevo. Lo prometo.

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-Debo irme ya es tarde.
-¿Por qué no te quedas a dormir?, tengo habitaciones de sobra.

Ella sonrió.

-¿Segura?.
-Claro.
-Bien.

La guíe por el pasillo y mire mi habitación.

-¿Qué pasa? - sonrió y me limpie las manos.
-¿Y si duermes conmigo cómo en los viejos tiempos?.

La sonrisa que me dio me hizo sentir feliz.

-Yo escojo el lado derecho.

Entramos a la habitación como unas niña chiquitas.

Mi vida estaba mejorando poco a poco.