23

335 22 5
                                    

Sara.


No recordaba haberme dormido aquí hasta que me di la vuelta y me encontré con un Grealish despeinado y aún dormido.

Desperté deseando que todo fuera un sueño y que realmente estos días en Londres estaban magníficos. Pero no, toda la mierda de anoche pasó de verdad.

En mi teléfono tenía un montón de llamadas perdidas de Nathan, y mensajes diciéndome que teníamos que hablar...

¿Pero de él? No había nada.

Intenté no pensar tanto en la situación, pero aunque no quisiera lo tenía a él dando vueltas en mi cabeza todo el tiempo. Estaría mintiendo si dijera que no quiero ir corriendo tras el y que me explique las cosas.

¿No puedo simplemente odiarlo y ya?
Es frustrante.

Entonces ahí estaba yo, mirando el techo de la fría habitación de hotel enfrentando lo que tanto temía; Volver a confiar y salir lastimada.

Y es curioso porque, empecé diciendo que no quería apresurar las cosas y terminé dejándome llevar por lo bien que me sentía estando con el, por su sonrisa y sus malditos ojos cafés que tanto me gustan.

— Sabía que me lo querías quitar. — habló Erling desde su cama sacándome de mis pensamientos. — Estoy decepcionado. — dijo y se levantó para ir al baño.

— Es todo tuyo. — susurré e intenté levantarme con cuidado pero Jack se despertó.

— Hola. — habló mientras se estiraba, alzando los brazos por encima de su cabeza y arqueando la espalda. — Esto es mejor que despertar con Erling. — me miró con los ojos entrecerrados y sonrió.

— Te escuché idiota. — dijo Haaland y los dos reímos.

— Te tengo una sorpresa. — dijo el Grealish despeinado y de voz ronca que tenía al frente.

—¿Qué es? —

— No es sorpresa si te digo Sara, tienes que esperar un poco.

— Te odio. — rodé los ojos.

— No, no me odias. — levantó las cejas y sonrió. — ¿Desayunamos juntos? — preguntó y yo asentí.

— Nos vemos en un rato. — me despedí y salí del lugar.    

Moría de hambre, por obvias razones no cené en el restaurante y cuando regresé al hotel no tenía ganas de comer nada.

De camino a la habitación me crucé a Nathan, aceleré el paso para evitar que me viera pero no funcionó.

— Sara. — se detuvo a unos metros de mi. — Tenemos que hablar, es en serio.

— No puedo ahora lo siento. — respondí y seguí caminando.

— Es importante. — dijo muy serio.

— Hablaremos Nate, pero no ahora. — intenté mantenerme tranquila.

Sonó su teléfono y aproveché para irme de ahí lo más pronto posible.

¿Por qué era Nathan quien intentaba abordar la situación en lugar de él?

— Hola Mara. — la saludé y me tiré en el pequeño sofá que teníamos.

— Buenos días linda. — me respondió amablemente.

— ¿Has salido con un futbolista? — le pregunté.

— Un par de veces, ¿Por qué?

— Y no te ha pasado que al principio ibas con la intención de llevar las cosas con calma pero terminaste demasiado involucrada tanto que estabas a punto de mandar todo al carajo sin importar que tu padre lo quiera tanto como a un miembro de su familia y probablemente estaría molesto con ambos por habérselo ocultado y que además su relación podría poner en peligro tu trabajo pero aún así no le diste importancia porque querías estar con él, entonces la noche antes de un partido importantísimo iban a cenar con sus amigos y decidiste decírselo para que al fin puedan estar juntos sin tener que esconderse pero antes de poder hacerlo justo aparece una chica rubia que resulta ser su novia secreta aunque bueno al final tú eras la secreta. — hablé sin hacer pausa alguna, las palabras salían rápidamente mientras movía mis manos y caminaba de un lado a otro en la habitación. — ¿O solo a mi? — miré a Mara y me observó por unos segundos sin decir nada.

Guardiola's Daughter | Manchester CityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora