• PRÓLOGO •

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He escuchado al menos un millón de veces que distancia y tiempo es la clave, pero cuando bajé del avión en Reed el aire se sentía más pesado con cada hora que pasaba.

Mi mente se volvió ruidosa a pesar de que casi no dije nada esa semana, se sentía como estar desconectada, como si siguiera viva solo por inercia, y supongo que así se siente hasta que reaccionas, y yo llevaba un par de noches en casa cuando pasó.

Esa noche abrí los ojos de golpe, y me senté en la cama, mirando la oscuridad que me rodeaba y tanteando la cama a ciegas, buscándolo, con la respiración vuelta un caos y mi corazón golpeando contra mi pecho frenéticamente.

De la nada sentí que me tomaron el rostro y mi mirada se esclareció viendo a Linssy, sentí un vacío llenarme el pecho en el segundo exacto en que recordé dónde estaba y porqué.

—Noah, Linssy... Necesito hablar con Noah, necesito... —intenté explicarle, desesperada.

Linssy no me soltó, todo lo contrario, me abrazó con más fuerza, y contuve el aliento solo porque en el fondo ya sabía lo que seguia.

—Cortaron hace una semana, Allyssa. Estás en casa ahora.

Mis ojos se nublaron con más lágrimas y me aferré aún más a Linssy, todavía hiperventilando.

Si soy sincera ese momento fue bastante borroso como para recordar qué hice o si dije algo después de eso, pero sí recuerdo con exactitud ese sentimiento que me invadió y que me mantuvo despierta casi todas las noches que pasé en Reed.

Recuerdo haber pensado y estar completamente segura de que iba a acordarme de esto por lo que me quedaba de vida.

SÍ A TODO CHALLENGE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora