C:09 | SIN LLUVIA NO HAY FLORES.

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—Lo siento, es mi primer día —le sonreí a la pareja que me miraba reprobatoriamente.

«Espero que esa no fuera su primera cita», porque que te tiren un café encima no debe ser un muy buen augurio.

Me llevé la bandeja bajo una mirada que dejaba claro lo bastante que me estaban juzgando y huí a la cocina, dejando caer la bandeja sobre la mesada apenas tuve oportunidad.

Sentía una horrible necesidad por hacerme bolita y esconderme hasta que se fueran todos los clientes, el único obstáculo era que seguía a la mitad de mi turno y que Eckerd y las cámaras de seguridad estaban aquí, así que si hacía eso habrían testigos.

Me preparé mentalmente para sonreír como si tuviera graves problemas psicológicos de nuevo e intenté huir de vuelta cuando Eckerd me detuvo tomándome del brazo, con el ceño apenas algo fruncido.

No podía deducir si estaba molesto, cansado o divertido, pero de lo que sí estaba segura era de que podía jurar que en el fondo sí le causaba gracia.

—Allyssa, llevas más de un mes aquí. Deja de decirle eso a los clientes.

—Si Beth me obliga a decirle a todo el mundo que sin lluvias no hay flores no veo porqué no debería mentir voluntariamente.

Sacudí el brazo para que me soltara a pesar de que apenas me estaba tocando, y tomé los cafés nuevos sobre la barra para compensar los que tiré.

«Como Beth me viera ahora me restringía los brownies de por vida».

La cafetería estaba full, exageradamente llena para ser miércoles por la tarde. ¿Por qué había tanto tránsito de clientes? Nadie sabía.

Eckerd y yo solo nos dedicamos a volvernos locos intentando atenderlos a todos, se sentía como ese capítulo de Victorious dónde Trina y Robbie tenían que atender un puesto de comida y terminaban lanzandole comida a todos con tal de que los dejarán en paz.

Lo único bueno al final del día serían las propinas (o eso esperaba, porque en serio ya me dolía la cara de tanto sonreír).

Estábamos tan ocupados que ni siquiera teníamos tiempo de pelearnos entre nosotros como lo haríamos habitualmente, no recordaba la última vez que me había sentado, iba de un lado a otro de la cafetería entregando pedidos e intentando no dejarlos caer al piso, era un desastre.

Un pésimo día para que Beth decidiera ir a jugar bingo con sus amigas, si me lo preguntaban.

Algo así como una hora después la cafetería se vacío lo suficiente como para sentarme a comer algo y revisar mi teléfono, tenía dos llamadas perdidas de Asher y seis mensajes de texto.

Ash:
Holaa.
¿Cuando termina tu turno?
Intenté entrar a la cafetería pero estaba colapsado.
Julie dice que es porque invitaron a otras universidades para la inauguración de la nueva facultad de artes.
Ni siquiera sabía que había una facultad de artes, wtf.
Te compadezco, llámame si necesitas que te lleve a casa cuando se acabe tu turno, bss.

Negué con la cabeza, estaba a punto de contestarle cuando otra oleada de personas atacó la cafetería.

Al final del turno Eckerd y yo estábamos destruidos, más que eso, estábamos deshechos.

Faltaban cuatro minutos para cerrar, y desde hace nueve tomamos la decisión de escondernos detrás de la barra, por lo cual ahora estábamos ambos sentados en el piso con la espalda pegada a la pared, uno al lado del otro.

—¿Siempre es así? —tenía los ojos cerrados, gracioso si pensabas que parecíamos sobrevivientes a una apocalipsis zombie.

De hecho, el día de hoy se sintió bastante como una partida de zombies vs plantas.

SÍ A TODO CHALLENGE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora