C:12.5 MEDIA NOCHE.

301 32 15
                                    

Después de salir de la habitación de Julie me senté en la cima de las escaleras, intentando ponerme mis zapatos, lo cuál resultó ser el triple de difícil de lo que era normalmente, a pesar de que la cantidad de alcohol que había consumido era bastante sutil.

Mi resistencia al alcohol definitivamente estaba disminuyendo, o quizá tenía que ver con que lo había mezclado con analgésicos.

El punto es que mi coordinación y equilibrio abandonaron mi cuerpo una vez estuve ahí tirada, lo que explica un poco el hecho de que casi me mato cuando escuché el ruido de una puerta al abrirse y terminé rodando la mitad de las escaleras hacia abajo.

Quitando el hecho de que pude haber muerto —pero no lo hice—, fue bastante divertido.

Tanto que casi me ahogo con mi risa tumbada a la mitad de las escaleras, intentando no hacer ruido para no despertar a nadie.

Juro que no estaba borracha, pero sí bastante divertida, aún era consciente de mí misma, pero…

De la nada siento que una sombra me tapa y dejo de reírme, recordando el sonido de la puerta y levantando mi mirada hasta encontrarme con mi ex novio falso (no tan falso), mirándome con cara de confusión y la cara medio hinchada.

Por alguna razón, eso solo me hizo reír más, pero me obligué a detenerme porque empezaban a dolerme los pulmones y a molestarme la piel de las costillas, dónde tenía el tatuaje que por cierto, aún no había visto.

Me sostuve el estómago intentando recuperar el aliento y Noah bajó hasta donde estaba y me observó, analizando la situación antes de ayudarme con los zapatos.

—No debí dejar que Julie se llevará la botella —musitó más para sí mismo que para mí, incrédulo.

Usé mi mano con la que no estaba tapando el tatuaje para darle un golpecito en la cabeza, divertida.

—Deberías estar durmiendo.

—Eso estaba intentando cuando Julieta me despertó porque te había dado un lapsus brutus y decidiste que por alguna razón era buena idea salir sola a medianoche en un lugar que no conoces para conocer un lago que ni siquiera estabas segura de si existía.

—¿Y sí existe? —pregunté, mirándolo a los ojos.

Noah me sostuvo la mirada un segundo antes de cerrar los ojos con fuerza y mirar a un lado.

Estaba alcoholizada y aún así lo atrapé de inmediato.

—Vamos, quiero ir allí.

—Allyssa, si mi mamá se da cuenta que abrimos la puerta a esta hora nos desmaya de un sartenazo a los dos.

—Está bien, iré sola, de todos modos, ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué me coma un oso? —dije mientras conseguía ponerme de pie, bajando lo que quedaba de las escaleras.

Noah empezó a seguirme.

—No hay osos en las islas, Allyssa —respondió divertido y lo miré feo.

—Por eso me caes mal, le quitas la emoción a todo.

—Creí que tú eras la pesada.

—Tú eres un idiota y nadie te dice nada, Noah.

—Tú sí.

—Mhm, sí. Quizá porque me obligaste a convivir contigo por cien días y…

—Iré contigo, Allyssa —me cortó, metiéndose en mi camino.

Lo esquivé, fingiendo que en realidad no me importaba.

Fingir era el único escudo que tenía contra Noah en este momento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 18 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SÍ A TODO CHALLENGE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora