15- La nueva amenaza

172 12 2
                                    

Los regalos de boda comenzaron a llegar con retraso. Como todo el mundo había dado por hecho la muerte de Astoria, no se habían molestado en encargar presentes para agasajar a la pareja; pero como ahora era obvio que ella se había recuperado, todos se habían dado prisa en reparar su error.

Las lechuzas y los elfos domésticos se agolpaban a la hora de traer paquetes y devolver tarjetas de agradecimiento. Astoria ya no sabía qué hacer ante tal cantidad de jarrones, joyas, vestidos y flores. Algunos de los regalos provenían de los antiguos compañeros de colegio de Draco, y podría decirse que eran de mal gusto, mientras que otros simplemente eran horrorosos.

Sin embargo, ella se esforzaba por responder a cada remitente, tratando de mostrarse agradecida por el detalle. Una mañana en la que recibieron una auténtica avalancha de paquetes, Draco la arrastró hasta el jardín.

–Se acabó. Por mí pueden llegar todas las lechuzas que quieran, no pienso responder a ninguna más.

–¡Draco! Es nuestro deber responder...

–No, no lo es. Y aunque lo fuese, estoy hasta las narices de los regalos y las felicitaciones. La mayoría de ellos son auténticas basuras, y no creo que esa gente se alegre de verdad por nosotros.

–Algunos sí lo hacen.

–¡Me da igual! Además –Draco cambió por completo su tono de voz y dejó de andar tan rápido–, aún no hemos tenido tiempo de estar a solas.

–No nos ha molestado nadie en toda la mañana –protestó ella, fingiendo que no sabía de qué hablaba. Él la abrazó por la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo.

–No estoy de acuerdo –murmuró, besándola. Ella le pasó los brazos alrededor del cuello, y durante unos minutos disfrutaron de su mutua compañía sin que nadie les molestase.

–Lo echaba de menos –suspiró Astoria. Draco se rio, aunque luego se fijó en la pequeña figura que se acercaba hasta ellos.

–Kali desea hablar contigo –dijo.

La elfina cargaba con un enorme cesto lleno a rebosar de brillantes manzanas verdes.

–La señorita Astoria ha recibido este regalo –anunció la elfina, muy sonriente.

–¿Sólo te la envían a ti? ¿Acaso tienes un admirador secreto? –se burló Draco.

–No digas tonterías. Será de alguna amiga del colegio; todas saben que adoro las manzanas –sonrió Astoria, cogiendo una–. Y a Kali también le apasionan –añadió, haciéndole un gesto a la elfina para que ella también comiera–. ¿Tú no quieres?

–Me dan alergia –explicó el, alejándose de la fruta.

–¿De verdad? No lo sabía –Astoria le miro preocupada–. ¿Debería deshacerme de ellas?

–No pasa nada, mientras no me las coma estoy bien. Además, así habrá más para ti –bromeó.

Caminaron juntos mientras ella le daba vueltas a la fruta con las manos, para limpiarla.

–He estado pensando en que podríamos hacer un viaje de luna de miel –comentó Draco–. También es una especie de tradición, y me apetece mucho más que abrir regalos y responder lechuzas.

–¿Y adónde iríamos?

–¿Qué te parece una playa paradisíaca en algún lugar cálido y soleado?

–¿Y si vamos a Nepal?

–¿Nepal? ¿Qué se te ha perdido en Nepal?

–Sería algo diferente –sonrió ella–. ¿Nunca has deseado viajar por la emoción de la aventura? Subir montañas, atravesar junglas, ver las auroras boreales, llegar hasta lugares remotos...

Matrimonio de conveniencia (Draco x Astoria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora