☆dia 3☆

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Antes de que naciera Lisa
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Larry, Sal y Jonathan estaban en el sofá de su casa, viendo una película de terror. Larry tenía a Jonathan en sus brazos, mientras que Sal se acurrucaba contra su pecho.

¿Te gusta la película, Jonny? - le preguntó Larry a su hijo, que tenía los ojos muy abiertos.

Sí, papá, me gusta mucho. Es muy divertida - respondió Jonathan, sin apartar la vista de la pantalla.

¿No te da miedo? - le preguntó Sal, que se tapaba los ojos cada vez que había una escena sangrienta.

No, mamá, no me da miedo. Los monstruos son falsos - dijo Jonathan, con una sonrisa inocente.

Eres muy valiente, hijo - le dijo Larry, besándole la frente.

Y muy inteligente - añadió Sal, acariciándole el pelo.

Gracias, papás. Los quiero mucho - dijo Jonathan, abrazándolos a ambos.

Nosotros también te queremos mucho, Jonny - dijeron Larry y Sal al unísono.

Los tres se quedaron así, abrazados y felices, disfrutando de su tiempo en familia. Jonathan jugaba con su unicornio de peluche, que le había regalado Sal por su cumpleaños. Larry y Sal se miraban con amor, agradecidos por tenerse el uno al otro y por haber formado una hermosa familia.

Me alegra que te haya gustado la primera parte de la historia. Aquí tienes la segunda parte, con más diálogos:

La película terminó y los tres se levantaron del sofá. Larry fue a la cocina a preparar la cena, mientras que Sal y Jonathan se fueron a la habitación de este último.

- ¿Qué quieres hacer ahora, Jonny? - le preguntó Sal, entrando en el cuarto.

- Quiero jugar con mis juguetes - dijo Jonathan, señalando una caja llena de muñecos, coches y otros objetos.

- Está bien, vamos a jugar - dijo Sal, sentándose en el suelo junto a él.

- ¿Puedes ponerme mi disfraz de unicornio? - le pidió Jonathan, sacando una máscara y una cola de color violeta.

- Claro, cariño - dijo Sal, ayudándole a ponérselo.

- Ahora soy un unicornio mágico - dijo Jonathan, moviendo la cola.

- Y yo soy tu amigo el dragón - dijo Sal, poniéndose una máscara de cartón que había hecho él mismo.

- ¿Qué aventuras vamos a tener? - preguntó Jonathan, emocionado.

- Pues vamos a explorar el bosque encantado, donde hay hadas, duendes y otros seres fantásticos - dijo Sal, inventándose una historia.

- ¡Qué divertido! - exclamó Jonathan, siguiéndole el juego.

Los dos se pusieron a jugar con sus juguetes, imaginando que eran personajes de un cuento. Se reían y se divertían, haciendo voces y gestos. Larry los escuchaba desde la cocina y sonreía, orgulloso de su familia.

Larry terminó de preparar la cena y fue a buscar a Sal y Jonathan. Los encontró en la habitación de Jonathan, todavía jugando con sus disfraces.

- ¿Qué tal, chicos? - les dijo Larry, entrando en el cuarto.

- Hola, papá - le dijo Jonathan, corriendo a abrazarlo.

- Hola, amor - le dijo Sal, quitándose la máscara de dragón.

- ¿Qué están haciendo? - les preguntó Larry, curioso.

- Estamos jugando a que somos un unicornio y un dragón, y que vivimos en el bosque encantado - le explicó Jonathan, entusiasmado.

- Qué divertido - dijo Larry, sonriendo. - ¿Y qué aventuras han tenido?

- Pues hemos conocido a una hada que nos ha dado un mapa mágico, y hemos encontrado un tesoro escondido en una cueva - dijo Sal, siguiéndole la corriente.

- Wow, qué suerte - dijo Larry, admirado. - ¿Me dejan ver el mapa y el tesoro?

- Claro, papá - dijo Jonathan, mostrándole unos dibujos que habían hecho en un papel. - Este es el mapa, y este es el tesoro.

- Son muy bonitos - dijo Larry, elogiando su creatividad. - Se nota que se lo han pasado muy bien.

- Sí, papá, nos lo hemos pasado muy bien - dijo Jonathan, feliz.

- Bueno, pues ahora hay que ir a cenar - dijo Larry, cambiando de tema. - He hecho tu plato favorito, Jonny.

- ¿Qué has hecho? - preguntó Jonathan, intrigado.

- Pues he hecho macarrones con queso y salchichas - dijo Larry, esperando su reacción.

- ¡Sí! ¡Me encantan los macarrones con queso y salchichas! - exclamó Jonathan, saltando de alegría.

- Me alegro de que te gusten - dijo Larry, riendo. - Vamos a la cocina, entonces.

Los tres se dirigieron a la cocina, dejando sus disfraces y juguetes en la habitación. Sal se quitó también su prótesis facial, que usaba para cubrir las cicatrices que tenía en la cara desde que era niño. Aunque ya no le importaba lo que pensaran los demás de su aspecto, prefería llevarla cuando salía a la calle o cuando tenía visitas. Pero en casa se sentía cómodo sin ella, sobre todo con su familia, que lo quería tal como era.

- Te quiero mucho, Sally - le dijo Larry, dándole un beso en la mejilla.

- Y yo a ti, Larry - le dijo Sal, devolviéndole el beso.

- Te quiero mucho, mamá - le dijo Jonathan, abrazándolo por la cintura.

- Y yo a ti, Jonny - le dijo Sal, abrazándolo también.

Los tres se sentaron a la mesa y disfrutaron de una deliciosa cena. Hablaron de sus cosas, se contaron chistes y se hicieron cariños. Eran una familia feliz y unida.

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Historia inspirada y creada gracias a bing, el chatbot de Microsoft, yo le dije la pareja y ella me dio ideas y hice la historia

Dia a Día De La familia Johnson FisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora