Capítulo 3 (Sebastian)

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No puedo creer que vaya a estar en un programa de televisión. He estado lleno de nervios por el correo electrónico de aceptación, y he pasado la última semana preparándome para todos los escenarios posibles. Horas extra con Adam en la cocina ha involucrado varios desafíos simulados cronometrados para probar combinaciones y sabores. He preparado pollos, cortado carne de res, limpiado pescado y rebanado innumerables vegetales, practicando mis habilidades con el cuchillo para ganarle al reloj.

Anoche tuve mucho cuidado eligiendo mi atuendo, optando por jeans oscuros y una camiseta blanca debajo de una camisa abotonada azul oscuro, con las mangas enrolladas hasta los codos. Junto con mi delantal, todavía puedo moverme cómodamente. No está de más lucir decente para la televisión, después de todo. Apenas he dormido, demasiado ocupado pensando en diferentes desafíos. Cuando duermo, sueño con comida, aunque me despierto sobresaltado cuando accidentalmente quemo algo.

El olor del mar, el sonido del agua lamiendo los barcos, el crujir de los muelles, el suave bamboleo de las embarcaciones, todo me infunde una sensación de calma y me libera la parte de la tensión que sufro. Desde luego he nacido con el amor por el agua. Criado en los alrededores de la costa, no recuerdo ni un solo día en que el océano no haya formado parte de mi vida. ¡Demonios! sería feliz remando con una canoa por un lago, al menos durante algún tiempo, hasta sentir la comezón por falta de acción.

Llego al ayuntamiento de Willow Bay dentro del tiempo, tirando mi mochila sobre mi hombro mientras respiro hondo y atravieso el estacionamiento sorprendentemente lleno. Después de consultar con el asistente por adelantado, firmo una tonelada de papeleo, incluida una renuncia y un acuerdo de confidencialidad. Después, otra persona me conduce a un salón de reuniones justo afuera de la cocina.

- Eso hace diez - dice el miembro del equipo del programa mientras termina de obtener un micrófono conectado a mí -. Ahora, ignora siempre las cámaras. Haz como si ellos ni siquiera estuvieran allí. Te enviaremos a la cocina en breve.

Me giro para encontrar a otros nueve concursantes, todos ellos hombres, compartiendo expresiones similares de emoción. Me presento y capto algunos otros nombres, junto con sus lugares de trabajo. Evalúo a mi competencia, aterrizando en el llamado Alex algo, que trabajaba en el mejor asador en la ciudad. Seguramente conoce bien la buena comida y los productos caros.

Tengo plena confianza en mis habilidades con el cuchillo bajo presión. Me niego a dejar mi confianza me vacile, y me quedo quieto esperando más instrucciones. Algunos otros susurran, pero yo simplemente miro fríamente al frente, no queriendo parecer distraído.

«Estoy aquí para ganar».

- Vale chicos, queremos conocer sus reacciones al entrar a la cocina por primera vez - explica el productor -. Doblaran la esquina aquí y entrarán por las puertas grandes dobles. Tomen un lugar en el lado izquierdo de la habitación y quédense agrupados. ¡Y recuerden que siempre estarán frente a la cámara!.

Me alineo con los demás y hago lo que se me indica mientras caminamos adentro, no pudo evitar la sonrisa que se extiende por mi rostro; el entusiasmo es contagioso cuando los hombres comparten miradas emocionadas. Tan pronto como atravesamos las puertas dobles, algunos se detienen en seco. Está lleno de gente. Hay mucho, mucho más de diez chefs parados en la cocina. De hecho, hay tanta gente apiñada aquí que no puedo hacer un seguimiento de todo el mundo. Los otros cocineros se ríen o farfullan, pero recordando las cámaras, mantengo una cara seria y tomo un lugar en el final de la línea, más cerca del frente. Todos dejan de hablar en el momento en que un productor da la primera orden.

- Chefs, mantengan sus cinco grupos de diez.

Los concursantes hacen como se les indica y me muevo un poco hacia mi derecha, permaneciendo con mi grupo agrupados juntos. Miro a hurtadillas a mi alrededor, apaciguado por el hecho de que hay varias mujeres en los otros grupos, que parecen tan determinadas como me siento yo. El productor continúa hablando mientras nos numera del uno al cinco.

El Ingrediente PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora