Me siento bastante orgulloso de mí mismo después de la victoria de anoche y deseo continuar con mi racha de los tres primeros. Pero no puedo dejar que se me suba a la cabeza. Tengo que mantenerme concentrado durante los desafíos y mostrar mis fortalezas en cada oportunidad.
Yo y los otros siete chefs (Carlos ha sido el chef que se ha ido la noche anterior) llegamos esta mañana y usamos el micrófono como de costumbre, y esperamos en la sala de descanso a que nos den la señal para dirigirnos a la cocina. Tomo asiento junto a Layla y le ofrezco una sonrisa somnolienta. Claramente ha pasado otra noche en la pastelería; incluso ha traído rollos de canela para el desayuno de esta mañana, lo que, en lo que respecta a los demás chefs, la convierte en un salvavidas. Yo ya he devorado dos, y yo mismo soy testigo de cómo Eddie se mete un tercero en la boca cuando piensa que nadie está mirando.
- Buenos días - digo.
- Hola - ella toma un sorbo de café y cierra un poco los ojos mientras inhala el aroma -. Uno pensaría que con el horario de una pastelería estaría acostumbrada a madrugar, pero ya han pasado más de diez años. No creo que nunca me vayan a gustar.
- Sin embargo, gracias por tomarte el tiempo de prepararnos rollos de canela.
- A decir verdad, acabo de agregar algunos más al lote que ya tenía que hacer para la pastelería.
- Sigue siendo un buen pensamiento, lo apreciamos de todos modos - me rio entre dientes, disfrutando de mi propio café y esperando que la cafeína haga efecto pronto.
Vuelvo a mirar alrededor de la sala, observando a la competencia. Amy y Sarah se ríen de algo a mi izquierda; Alex, el más alejado de mí, tiene un rincón para él solo, estirándose en su silla e ignorando al grupo. Rashid, Eddie y Sean hablan con entusiasmo sobre lo que parece un partido de rubgy.
- Tal vez los traje como un soborno - dice Layla, empujando su pie contra el mío.
Inclino la cabeza hacia un lado.
- ¿Un soborno? ¿Para qué?.
- Para ti.
- ¿Para mí? - sonrio ampliamente, completamente curioso ahora -. ¿Por qué?.
- Nunca me contaste tu narrativa - dice, sonriendo un poco -. ¿Qué historia quieres que cuente tu comida?.
Me rio entre dientes.
- Ah, realmente no lo sé. Probablemente sea lo mismo que la mayoría de los chefs aquí: ganarme el derecho a presumir, ahorrar dinero para mi futuro restaurante, ya sabes.
Layla se inclina hacia adelante, con los codos sobre las rodillas, más que curiosa.
¿Qué tipo de restaurante?.
Miro a mi alrededor de la sala. Eddie parece estar cogiendo casualmente otro rollo de canela, pero los otros chefs están todos en sus propias conversaciones o tratando de despertarse, sin prestarnos atención. Le dedico una sonrisa tímida.
- Me gustaría hacer una delicatessen gourmet. Un pequeño espacio para comer pero también parte de tendero. Sándwiches elaborados, carnes recién cortadas, guarniciones deliciosas y postres envasados para llevar, ¿sabes?
Layla parpadea sorprendida.
- Vaya, eso suena... genial. A Willow Bay le vendría bien un lugar como ese. Sería un gran éxito.
- Yo también lo pensé - digo -. Es una de las razones por las que me mudé aquí hace unos meses. Siempre ha sido mi sueño tener una pequeña tienda de delicatessen.
- Algo que sea todo tuyo - añade con complicidad.
- Exactamente. El dinero del premio podría ser el comienzo que necesito para lograrlo.
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El Ingrediente Perfecto
RomanceLayla finalmente es dueña de la pasteleria de sus sueños, pero la lucha por llegar a fin de mes podría arruinar todo. Cuando su mejor amiga Molly la apunta en un concurso de cocina, ella sabe que podría ser la única oportunidad de salvar su negocio...