BARBIE (KSJ)

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Kim SeokJin era un joven cualquiera en la universidad. Era hermoso, sí. Pero no hacía nada para dejar de pasar de ser percibido. Y era su intensión, estudiar tranquilamente y llegar a su trabajo a tiempo, y lograr sus metas según el tiempo pautado.

Pero para el grupo de mercadotecnia no era más que un odioso que se creía más que los demás. Incluso había rechazado la atención que le brindaron los populares en su momento.

-Es ridículo- dijo con voz ronca uno de los jugadores estrella de la universidad.

- ¿Qué cosa? ¿Que no pretenda que la atención esté sobre él y aun así la consiga?- dijo con burla la rubia teñida, tenía un gloss rosa intenso, una coleta alta, falda y blusa rosa como era costumbre en ella y zapatillas de tacón.

Su nombre era Bárbara y ella lo amaba pues era la excusa perfecta para pedir de manera melosa que la llamaran Barbie.

El grupo entero se burló del pelinegro mientras la rubia se jactaba por su propio chiste. -Si de atenciones hablamos. La tuya también la rechazó- contraatacó dándole justo en el ego a la chica.
-Después de todo es el único en toda la universidad que no se ha ofrecido a hacer algo por ti o te miró siquiera. - continuó haciendo a la rubia bufar con enojo.

Fue el turno del pelinegro sonreír victorioso mientras los demás trataban de no reír frente a ella.

...

Los días habían pasado, pero para la rubia aquel momento había quedado grabado, cada vez que lo veía caminando por los pasillos o estacionado su Toyota ardía en rabia.

Lo miró de más, por primera vez en años se fijó en un hombre, pues esta prefería ser admirada. Hombros anchos, labios gruesos, mirada filosa, piel perfecta y tersa, porte elegante, buen vestir pese a que no solía usar ropa de marca, pero los pantalones y camisas eran bien entallados.

Jugueteó con el labial en sus manos, pues esta lo veía estacionar desde su Mercedes rojo, con solo una mano hizo las maniobras y no supo si por el hecho de encontrarse ovulando o porque verdaderamente su compañero era demasiado sexy, pero mordió sus propios labios deseando hacerlo con los ajenos.

El castaño había pasado frente a su vehículo y claro que notó la manera descarada con la que lo recorrió, no dijo algo, pero una risa torcida se dibujó en apenas la comisura de su labio.

Y si, la rubia estaba empapada.

Luego de salir de clases el director había mandado a llamar a SeokJin, aquello fue extraño para él, pero se vio caminando hasta la dirección y tomando asiento siguiendo las instrucciones de quien le pidió esperar, esperó por casi media hora en la que él director no llegó. Y no lo haría, este estaba en su casa, solo que la rubia había mandado a "hacerle esa broma" con uno de sus compañeros.

Cuando este salió la mayoría de las luces en las aulas yacían apagadas pues pasaban de las 9. Aun así el estacionamiento y patio estaban iluminados. Por lo que no fue difícil para el ver a la llamativa chica con lo que para ella era más que un problema. Su neumático estaba pinchado.

Aun así esta se inclinó lo suficiente para dejar una toma perfecta de su trasero desnudo por la pequeña tanga y falda que llevaba, aquello fue adrede.

-Tienes un problema. ¿Llamo a alguien para que lo cambie? - le mostró el teléfono.

-No tengo ánimos de esperar- fingió preocupación - ¿Y si mejor me llevas a casa?- la voz cantarina que utilizó le hizo recorrer un escalofrío al castaño.

Chasqueó la lengua antes de señalar su Toyota para que subiera y esta gozosa lo hizo.

Encendió el motor y se perdió en la salida de la autopista con rapidez, - ¿Cuál es la dirección?

-Tampoco se me antoja ir a mi casa. Llévame a la tuya y jugamos un rato.

¿Jugar a qué?

-A hacer bebés- el silencio los acogió luego de eso y cuando llegaron a lo que parecía ser una mansión por lo extenso de sus terrenos, lo cuidado de su jardín y la majestuosa casa que los recibió el mayor estacionó el vehículo.

-No dirás palabra de esto. O no pasará nada más que yo llevándote a tu casa - sentenció

-No planeaba contarlo- dijo con elegancia, de pronto no quiso ser señalada como la golfa que decidió tirarse al tímido solo por obtener algo de atención. Caminaron hasta la entrada - ¿No les molesta a tus padres? - dijo pues juraría que este vivía acompañado, aquella mansión era demasiado extensa.

-Puedes gritar, nadie va a escucharte- aquello la hizo voltear hasta verlo.

Tenía su cinto en las manos y la camisa negra a medio abrir, la mirada peligrosa cargada de lujuria y el cuerpo entero de la rubia se tensó expectante a lo que venía. Todo en el gritaba dominio.

-Contra la mesa- su voz rasposa la hizo temblar, se inclinó y sintió el cinto rozarle. -Deberías ser azotada por venir a mí con eso puesto- tiró del hilo de la tanga, justo del lugar que se humedecía con sus fluidos, -Escurres nena.- la nalgueó con ganas y esta chilló deseosa por más -Manos contra el extremo- susurró contra su oído -Si te mueves te follo hasta que te desmayes.- ronroneó con prepotencia contra la piel de su cuello mientras dejaba una amplia lamida en su piel sensible.

Escuchó como su miembro era liberado y entró en ella tan brusco que le fue imposible no desplazarse, no gritar tan duro, tan bueno.

Acabó subiendo sus piernas a la mesa y dejando su parte íntima tan abierta y expuesta que le permitía tener un cuadro perfecto de como la jodía. La parte superior de su cuerpo se pegaba a la madera y los adornos que hasta hace rato yacían sobre ella se encontraban en el suelo no importándole mucho al dueño de la casa.

La hizo irse en un orgasmo tan duro que perdió las fuerzas con las que se sostenía y se movió de más. -No haces caso nena - la hizo ir contra el suelo, aún tenía toda su ropa puesta, sus pantalones y bóxer en sus rodillas y su pene erecto. -Chupa- la lengua de la rubia lo probó y aquello le encantó demasiado.

Empujó con fuerza su cadera contra la boca húmeda de la rubia y se dejó ir esparciéndose sobre su cuello y pechos dejando una imagen tan sucia y eróticamente sexy que lo hizo desear enterrarse otra vez en ella. -Arriba- señaló la escalera -Vamos a follar.

....

-Barbie- llamó su amiga -Caminas raro, ¿demasiado ejercicio?

-Mucho- prácticamente dejó salir un gemido al recordar aquella noche. -Nos vemos al rato - se despidió con rapidez no dejando a la otra responder y caminó hasta el estacionamiento donde el motor del Toyota se encontraba encendido.

-Me sigues- ordenó, Kim SeokJin no pedía, el exige y las cosas son hechas y a Barbie le encantan de esos.




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Escrito por: solounacarabonita

Peccati ArdenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora