ARTEROFILIA

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La chica que estaba iniciando la vida adulta, se encontró embobada en la pantalla de su teléfono móvil, admirando aquellas fotografías que ella misma había tomado sin concentimiento de aquel semental.

Ese mismo que le hacía tener los más sucios e intensos orgasmos, sin siquiera tocarla, esos mismos que llevaban su nombre, sin éste saberlo.

Hoseok era el mejor amigo de su hermano mayor, desde hacía ya bastante tiempo. Ambos se conocieron en la universidad y al graduarse Josh, su hermano, volvió a casa con ella y su madre.

Hoseok se mudó justo en frente, por los negocios que ambos estaban emprendiendo.

Aún recordaba el día que lo conoció, en ese entonces ella aún era menor de edad, parecía irreal que un hombre así existiera. Si no fuera porque Hoseok tenía atributos que le encantaban.
Pero, uno en específico la hacía perder la cordura al punto de tocarse pensando en él.

Eva, sabía que lo que la excitaba y la hacía extasiar de placer, podía parecer extraño para muchos. Pero, no podía evitarlo, desde que entró en la pubertad desarrolló ese gusto excesivo por las venas y arterias resaltadas en el cuerpo masculino.

Los chicos de su edad con los que había experimentado su sexualidad, no poseían ese rasgo característico.
En cambio, los hombres mayores solían tener más este atractivo.

¿Lo malo?, no todos se atrevían a tener una aventura con alguien menor.

Pero, con Hoseok esto había quedado de lado. Desde que Josh había montado un pequeño gimnasio en casa, para entrenar con su mejor amigo.

Le fue fácil buscar una tonta excusa para estar presente mientras estos dos entrenaban. Así es como obtenía las fotos que se encontraba mirando justo ahora.

-Señorita Eva.- El profesor le habló -¿Qué tanto mira?, parece interesante, ¿quiere compartirlo con la clase?.- Sintió la vergüenza enrojecer sus mejillas.

-No, no es nada profesor.- Guardo de inmediato el móvil.

-Si no le interesa la clase puede salir, señorita.- Dijo el cascarrabias del señor Flynn -No quiero más interrupciones.- Le advirtió -Los ojos al pizarrón todos- Ordenó.

Se cruzó de brazos resignada a escuchar la clase. Como si ver las fotos de ese hombre delicioso no la hubiera hecho empezar a humedecerse.

Terminó las clases con dificultad, la vida universitaria era bastante pesada, solo quería llegar a casa para encerrarse en su habitación y darse amor propio, hasta gemir el nombre del mejor amigo de su hermano.

Tomó el bus que la dejó a una cuadra de su residencia. Camino hasta estar frente a la puerta, cuando iba a abrirla, esta fue abierta por alguien desde adentro.

Frente a ella estaba él, con su camisa sin mangas, como era costumbre, dejando a la vista esos fornidos brazos con esas venas resaltando tan deliciosamente. Se vio perdida en cada línea qué poseían esos brazos bien trabajados.

-Eva, ¿vas a entrar?.- Hoseok la hizo salir de su ensoñación.

-Claro, gracias.- Se adentró a la casa, se percató qué Hoseok ya se iba -¿Vas a volver?.- Se atrevió a preguntar.

Peccati ArdenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora