Capítulo 18: El Vencedor

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Peeta

—Eres un mago de las hogueras —me dice Katniss. He logrado encender la leña verde y húmeda. En casa aveces no guardábamos o tapábamos bien la madera, si mi madre se daba cuenta yo tenía una paliza asegurada; por eso aprendí a encender cualquier cosa, así ella nunca se daría cuenta.

—Por fin algo en lo que te pude ayudar —le digo y sonrío, el orgullo debe verse en mi cara.

Katniss ensarta uno de los conejos para ponerlos a asar. Ella es tan hábil, tan lista, toda una superviviente como dijo mi madre. No hay palabras que puedan describir el alivio que siento por tenerla a mi lado. Es un sueño pero también una bendición, sin ella estaría perdido, muerto junto al arroyo.

—¿Es seguro hacer tanto humo? —le pregunto porque estamos gritando "aquí estoy" a kilómetros de distancia.

Ella niega con la cabeza y hecha más ramas para avivar el humo.

—No, pero le estamos diciendo a Clove que no tenemos miedo. Que puede venir a buscarnos.

Ella tiene razón, Clove es muy orgullosa, pero sabe hacer estrategias, es lista como para saber que está en desventaja con los dos, debe imaginar que matamos a la comadreja, así que ideara una manera para matarnos, algún plan macabro y doloroso. La idea me asusta, no por mí, por Katniss; no soportaría perderla y mucho menos ponerla en desventaja por mi torpeza.

Katniss y yo nos turnamos para recolectar vegetales, los ponemos a azar y al final todo se cocina sin señales aparentes de Clove. Lo guardamos todo y nos quedamos cada quien con una pierna de conejo para ir comiendo en el camino.

—¿A dónde iremos Katniss? —le pregunto. Ruego en mi interior porque no me pida subirme a un árbol o ir hacia algún lugar empinado.

—De regreso a la cueva —me dice ella.

—¿En serio? —le pregunto y mi voz muestra lo alegre que estoy, el alivio que siento. Ella dice que sí y yo corro hasta ella para darle un beso largo y dulce, como solo imagine en mis sueños qué pasaría.

Es extraño que aún donde esté me sienta más feliz que nunca. La chica de mis sueños me corresponde, me quiere y me cuida, nunca había sentido lo que era, estoy maravillado, no quiero que termine nunca. Mi corazón podría morir de felicidad porque lo escucho como retumba en mi pecho. Quiero que ganemos, quiero ir a casa y presumir a mi novia, estar con ella, conocerla más, cuidarla, compensarle todo lo que ha hecho por mí. Le daré muchas cosas, le haré todo tipo de pasteles y galletas hasta que ella escoja sus favoritas. Nunca más seré una sombra en su vida, el chico que solo se escondía y no le sostenía la mirada.

—¿Por qué fue eso? —me pregunta ella separándose de mis labios. Supongo que fue mucho tiempo, pero para mi, no es suficiente, nunca.

—Porque te quiero —le susurro. Sus ojos grises me miran fijamente, no me responde, pero se que me quiere, lo puedo sentir.

Al final solo me muestra una sonrisa y me da la mano para caminar de nuevo hacia nuestra cueva. A Katniss no se le da bien esto de expresar los sentimientos, pero con el tiempo, estoy seguro que no será tímida conmigo.

El camino de regreso es más ameno, el cielo se tiñe de color naranja atardecer e ilumina cada una de las hojas de los árboles, es mágico. ¿Cómo pueden crear un lugar tan bello para tantas atrocidades? Recuerdo cuando los juegos del hambre fueron en un desierto, las tomas que mostraban eran impresionantes, era algo que jamás en nuestra vida veríamos en persona, tanta arena dorada... pero fueron de los juegos más horribles, la mayoría moría de sed y de frío.

Cuando llegamos al arrollo Katniss me pide que nos metamos al agua, yo acepto gustoso porque los pies me arden como si hubiera caminado por fuego y solo así se calman, además la corriente ahora es muy suave y no me lastima la pierna mala.

Presagio • Katniss & Finnick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora