Capítulo 31: Cuarenta Por Dos Conejos

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Katniss

Veo cómo el fuego comienza a consumir la leña, la madera cruje y suelta chispas de calor hacia mi rostro congelado. No hay nada que se le pueda resistir al fuego, siempre consume todo. Y si es que yo soy la chica en llamas, ¿soy igual de destructiva?

Agarro dos troncos más y los hecho dentro de la chimenea, el fuego lanza más llamas y el calor en la habitación crece. Saco mis dedos de los guantes para darles un poco de calor y después dejo caer mi bolso de caza. Acomodo toda la comida detrás de la demás madera, ahí será fácil para Bonnie y Twill encontrarla.

Me he adelantado a traer provisiones, lo que he visto en la pantalla del alcalde no fue solo un levantamiento sino el aviso inmediato de que habría un bombardeo. Se supone que vería las noticias urgentes sobre la situación del distrito, no como volaban en pedazos las casas y las fábricas de la gente. Son dos levantamientos en lo que van del mes, el primero el sabotaje al transporte en el distrito 6 y ahora el 8.  ¿Será que ellas están vivas? Ojalá que si, ojalá que todo esto que lo puedan ocupar.

Pongo más madera en la chimenea, escucho el crepitar del fuego, como caen bancos de nieve fuera y uno que otro aullido. Aquí hay paz, pero el horror que la gente está viviendo no sale de mi mente, ¿por qué de nuevo siento como la carga recae en mi? ¿Cómo es que Snow puede matar tan fácil? ¿No lo persiguen los rostros de las personas a las que ha dañado?

Me levanto de mi lugar y pongo un poco de nieve para derretir, he traído hojas de menta para hacer té. Gale no debe de tardar en llegar, querrá calentarse antes de hablar.

Fue una sorpresa para mi verlo en la fiesta, estaba serio, abrazado a sus hermanos y a Prim, no pude evitar sonreír y él me devolvió la sonrisa. Incluso nos felicitó a Peeta y a mi por nuestro compromiso. Comimos —me encantó ver a los niños disfrutar de la comida, Posy no dejaba de cuidar su plato y Rory la molestaba intentando quitarle sus papas—, charlamos, el alcalde nos agradeció por nuestra valentía en los juegos y nos recordó que el próximo festival de la cosecha se acercaba, que sería aún más emocionante por el anuncio del vasallaje. Todo eso logro un silencio enorme en la mesa, solo los aplausos de Effie y nuestros equipos de preparación se escuchaban.

Al final cuando íbamos camino a casa, Gale se acercó a mi, pidiendo que nos viéramos en el bosque.

Esta mañana me levanté muy temprano, llené la bolsa de galletas, sopas en lata y cereales, salí de puntillas de la casa hasta llegar a la alambrada y puse en nuestro viejo lugar de encuentro una ramas apuntando la dirección que seguiría.

Escucho pasos que se hunden en la nieve, volteo con el arco en mano pero me relajo al verlo. Se quita la bufanda y la capucha para sacudirse el resto de nieve.

—Llegaste —le digo y él asiente. Pone el abrigo cerca de fuego junto a sus botas.

—Debiste haberme dicho que sería un viaje largo, ahora tengo los calcetines empapados —murmura con una leve sonrisa y acerca las manos a la chimenea.

Saco el té del fuego y le pasó una tasa humeante.

—Dadas las circunstancias es mejor que hablemos aquí.

Gale junta las cejas, preocupado. No sabe nada de lo que ocurre afuera de aquí, pero si se lo digo, si él logra comprender desde un principio que todo su enojo no lo debe de ocupar en pos de la venganza sino en ayudar, tal vez el corazón de mi amigo se salve esta vez.

—Pensé que no aceptarías verme, se como me he comportado los últimos meses —bebe el té sin verme, se enfoca en el fuego—. Pero creo que es más importante lo que tú me tienes que decir.

Presagio • Katniss & Finnick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora