Katniss
Veinte.
Veintiuno.
Veintidós.
Llevo la cuenta del número de latigazos que ha recibido Gale. Cada golpe resuena en mi herida, haciendo que el dolor se multiplique, casi siento que la cabeza me va a estallar. Escucho el silbido del látigo y después como choca en la piel. Gritos y quejidos de dolor. La cortina de la panadería no es suficiente para poder bloquear el sonido.
Mi mente comienza a jugar conmigo me dice que son los mutos, los charlajos de la arena que me están haciendo pasar un mal momento. Los gritos se parecen tanto, pero no... lo que está sucediendo es real. No hay nada que pueda hacer por Gale, más que esperar que acaben con su castigo. Y taparme los oídos, apretar los ojos con fuerza igual que lo hice en la arena.
Veinticinco.
Veintiséis.
—Hija, toma —una voz cálida, parecida a la de Peeta me habla. Alzo la vista y veo al señor Mellark acercarme un pañuelo húmedo. Como no me muevo él se acerca para ponerlo sobre el golpe de mi frente, la sensación fría de la nieve me entume el dolor.
—Gracias —susurro y tomo el pañuelo para ahora sostenerlo yo. No se porque pero me inunda un terrible sentimiento de melancolía, tal vez sea por su mirada cansada y triste, que me recuerda a Peeta, y que me llame hija... me hace pensar en mi propio padre.
—De nada —murmura y no vuelve a llamarme hija. Es extraño haberlo escuchado, parece que él no sabe como decirme, no somos familia. No deja de observarme, y yo tampoco lo hago. Me doy cuenta del gran parecido que tiene Peeta con él, los mismos ojos azules, mirada y corazón amable. Nunca le pude agradecer el gesto amable que tuvo conmigo antes de ir a los juegos, tal vez deba hacerlo ahora, la vida me ha enseñado que lo que no se dice en el momento no vuelve a repetirse la oportunidad—. Gracias, por decir que cuidaría de Prim.
Él sonríe, también le heredó su sonrisa a Peeta. Vuelvo a escuchar los golpes y cierro los ojos, Gale ya no se queja, debe haberse desmayado del dolor.
Treinta.
Treinta y uno.
Solo faltan nueve, pienso.
Miro a Madge que ya no llora, pero esta concentrada en un punto inexistente, tratando de luchar contra el horror que Gale está pasando allí afuera. Le doy la mano, me mira y levanta las comisuras de la boca pero veo y siento como esta temblando.
Pobre, Madge. Tan alejada de la rebelión, tan ignorante como nosotros al creer que huir o pelear son cosas sencillas. Es muy diferente ver castigos públicos en la televisión, que ver y escuchar que suceden a tan solo unos metros de tu puerta. En el primero de los casos hacemos oídos sordos, mirar y después volver a lo nuestro. Como no nos afecta, como no le sucede al amigo, a la familia, es más fácil ignorarlo, vivir miserablemente pero sin ser molestados.
Ahora el horror está aquí. Y será más difícil ser valiente.
La cortina de la panadería se abre, Peeta entra rápido y se agacha junto a mi, me sonríe calmado mientras revisa mi herida, acaricia mi mejilla y me promete que todo estará bien.
—Vamos a llevar a Gale con tu madre —dice y me ayuda a ponerme en pie—. Madge, ¿quieres que alguien te acompañe a casa?
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Presagio • Katniss & Finnick
FanfictionPeeta y Annie murieron al principio de la rebelión, Katniss está demasiado triste para continuar, solo puede encontrar apoyo en Finnick. Cuando por fin piensan que encontraron paz se dan cuenta que todo lo que han vivido es un sueño, y uno muy raro...