Jann Rozmanowski
TERCERA PARTE:
Eres la perfección, mi única dirección.
Es fuego en fuegoTaehyung sonrió complacido al ver sus fotografías en aquella galería de Nueva York. Internamente le molestó un poco que la imagen que causara más preguntas y recibieran más atención fueran aquellas que hizo cuando extrañaba ciertas... cosas.
Como por ejemplo el extraño campo, mitad seco, mitad vivo –ni siquiera sabe cómo eso es posible– con una bolsa y un pez Cirujano azul en un banquito en primer plano, con el cielo de fondo.
O el de las calles de Nueva York, en una noche lluviosa en la que tiró la famosa camiseta de Apple al suelo y esta se llenó de grasa. Aquella prenda, blanca y con la manzana de colores vibrantes crearon un hermoso contraste con la suciedad de la noche.
Taehyung recuerda también como fue que inmediatamente levantó la camiseta y la lavó –luego la metió al fondo de su closet para no volver a verla.
También hay una feria abandonada en una de sus obras, con una rueda de fortuna a lo lejos, luces encendidas y funcionando apenas.
Esas fotografías tristes son las que más vende, tétricas pero con algo que simboliza luz y son raras, siempre se lo dicen.
—Taehyung, hay alguien que quiere comprar la colección #27 —el rizado se giró hacía la beta que le habló.
Aquellas tres fotografías no tienen nada que ver con Jungkook –o eso se dice así mismo, porque el maldito título es el nombre de la playlist que el alfa escuchaba sin parar. Son de tres mujeres semidesnudas, con brochazos de pintura negra en la piel y flores saliéndoles de la boca, no puede explicar porqué, pero aquella colección es trágica.
—El precio no es negociable, Mandy —le recuerda a la mujer encargada de la exhibición —Y las piezas van juntas —le recuerda a pesar de que la beta ya dijo que el comprador quiere la colección entera.
La ve asentir y retirarse para hablar con un hombre en traje gris, Taehyung volvió a girarse y siguió viendo las demás piezas artísticas en la galería.
ESTÁS LEYENDO
Fire On Fire ଓKooktae
Lãng mạn𐀔᠉ 𝗞𝗢𝗢𝗞𝗧𝗔𝗘 ᵎᵎ │Jungkook olfateó el aire, cerrando los ojos y aspirando la esencia dulce que algún Omega desprendía. De repente, chocó con alguien. " Muévete, imbécil " dijo el rizado, malhumorado y algo brusco. El ojiazul abrió los ojos con...