((☕))' 𝐎𝟏𝐎

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Mis pies quedaron plantados en el suelo por eternos segundos, y en mi rostro, la estupefacción no podía caber más allí.

Comenzaba a creer que quería y le gustaba librarse de cualquier momento incómodo, y sin embargo, tampoco le culpaba. Porque de haberlo visto, tal vez hubiera muerto de la vergüenza también.

Mi abrigo se deslizó en el suelo y suspiré, comencé a dar cortos pasos directamente hacia mi habitación y traté de dormir, pero desgraciadamente, no conciliaba caer a los brazos de Morfeo. Las imágenes que William y yo habíamos hecho hoy transcurrían en mi mente a cambio, y sin quererlo, una sonrisa fue formándose en mi rostro casi de manera instantánea.

Sabía que estaba mal recordarlo, que no debía porque iría más de la cuenta. Pero, en realidad, no podía controlar simplemente lo que ocurría en mi cabeza, ni tampoco el desastre de emociones que se amontonaban unas a otras allí. Comencé a pensar mucho, comencé a pensar qué hubiera pasado si tan solo ese día; William pudiera haberme dado un beso, qué hubiera pasado entre nosotros, o hasta dónde hubiéramos llegado.

Y de tan solo imaginarlo, mis mejillas se teñían suavemente de un ligero arrebol sin poder evitarlo. La luz del sol comenzaba a colarse por mi cortina, y eso solo me indicaba que el día comenzaba otra vez. Que prácticamente ni siquiera había dormido hasta ese momento, cuando recién mis ojos comenzaron a picar en busca de sueño.

Solo ahí, mi cuerpo comenzó a descansar y mi mente se apagó por un par de horas.

Solo ahí, mi cuerpo comenzó a descansar y mi mente se apagó por un par de horas

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El pitido constante de un celular me hizo abrir los ojos unos a otros. El sol se reflejaba en mi rostro, y mi vista se convirtió en un delgado hilo por la luz que aparecía tan repentina.

Agarré el móvil a mala gana. Estaba tan plácidamente dormida que no me había dado cuenta que alguien llamaba como loco. Lo puse tras mi oído de inmediato, con el ceño fruncido, y sin molestarme quién era aquella persona tras el teléfono. 

ㅡ¿¡Quién es!? ㅡpregunté, con la voz ronca y molesta. Si tan solo supiera cuánto odiaba que me despertaran tan temprano y de manera tan imprevista, era más como un instinto en mi voz y mis párpados aún tenían ganas de permanecer cerrados. Sin embargo, la piel se me erizó a flor de piel cuando un tono grave y que reconocía perfectamente pasó tras mis oídos, y las ganas de desvanecerme viva aparecieron. 

ㅡSoy tu gerente y se puede saber por qué diablos no estás ya en la tienda. ㅡmi rostro empalideció de inmediato y tragué saliva en duro. No tenía sentido. Hoy era domingo, hoy no había ningún trabajo que tuviera que hacer y tampoco entendía por qué él se desquitaba conmigo. 

ㅡP-pero hoy es día libre. -me excusé pero él bufó, como si estuviera burlándose de mí. 

ㅡPara ti no. Ven de una buena vez. ㅡfue lo último que dijo antes de colgar. Mis palabras quedaron atascadas en mi garganta y realmente tenía ganas de faltar y renunciar con una enorme sonrisa en el rostro, aunque ya estaba clarísimo que si lo hacía, probablemente sería el fin de los escasos ahorros que tenía en mi cuenta bancaria. No podía ni contradecirle y si el señor Nate me quería allí incluso en las peores condiciones, tenía que aparecer. No podía perder mi trabajo. Era lo único que me quedaba. 

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