((☕))' 𝐎𝐎𝟖

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Mis palabras quedaron atascadas en mi garganta, y hasta podría jurar que por tan solo un segundo, mi corazón había dejado de latir.

¿Que duerma a su lado?

Aún no me entraba la idea en la cabeza de que William, ese mismo chico que no parecía ser más que frío y cortante para mí, había hecho ese extraño pedido, ¡Y a mi!

Pensé que realmente debía estar en muy mal estado para decirme cosas como aquellas, pero lo más estúpido había sido que ni siquiera tuve el valor de ignorarlo y simplemente irme.

Porque me quedé, en medio del camino y tan congelada como una estatua.

El espacio personal entre nosotros se encontraba escasa, casi inexistente; y era ese mismo hecho el que de algún modo me ponía tímida, porque nunca había estado acostumbrada a ese tipo de cercanía. Sin embargo, sería una mentira también si dijera que me disgustaba.

A pesar de que intenté alejarme múltiples veces de él, solo me hacía dar cuenta de que la cercanía empeoraba, prácticamente como si lo hiciera a propósito. Incluso podía sentir su pecho rozar con el mío y nuestra distancia que ya era meramente la nada misma, se reducía aun más. Comencé a exasperarme y no encontraba ninguna otra salida.

Así que opté por la medida más fácil.

Y era esa misma la que implicaba dormir con él, diciéndome a mí misma que de todos modos no importaría, porque mañana William actuaría como si nada hubiera ocurrido. Como si esa noche quedara allí y ya.

El agarre en mis brazos disminuyó lentamente al dejar de resistirme, y solo le observé con el ceño fruncido. Aún no tenía idea de por qué estaba tomando esta decisión ni por qué mi incomodidad parecía esfurmarse tan rápido. Sin embargo, supuse que era la calidez de su cuerpo la que me transmitía seguridad.

-- Duerme. -- Ordenó, agarrando mi cabeza y colocándolo bajo su mentón. Mi respiración se agitó involuntariamente ante su acción y me maldecí por ello, porque él lo había notado.

-- No puedo. -- Admití, cómplice de lo extraña que era nuestra situación.

Su cercanía me ponía nerviosa y más aún cuando noté que comenzaba a cerrar sus ojos. Lo envidié porque en tan poco tiempo se había quedado completamente dormido, había caído en un profundo sueño y se encontraba  bajo los brazos de Morfeo mientras que yo, bueno, me dedicaba a mirarlo, y era simplemente por el hecho de que no tenía nada mejor que hacer. Y todo gracias a ese incómodo abrazo que él ejercía en mí.

Mis ojos observaban a detalle su pequeño y suave rostro.No pude evitar que una pequeña sonrisa escapara de mis labios. Ver esa cara de ternura que utilizaba al dormir, me daba muchísimas ganas de apretujar sus mejillas con todas mis fuerzas, a sabiendas de no debía realmente. Me vería ridícula y perdería la poca dignidad que me quedaba.

También noté la casi invisible cicatriz  que me hizo fruncir el ceño, porque estaba más que segura de que había sido por uno de los bastantes problemas en los que se metía.

Y mientras lo observaba, las ganas de dormir se hicieron mucho más notables en mí, de pronto mis párpados pesaban y comenzaba a bostezar. Estaba a punto de caer también, cuando escuché el pitido de un teléfono que claramente no me pertenecía.

Volteé de inmediato y vi el móvil encima de la mesa, era de William y lo ignoré.

A pesar de que siempre había tenido mil dudas que él nunca quiso responderme con el paso de los días, y saber que agarrándolo podría al menos tener menos pregunta, estaba claramente mal.

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