((☕))' 𝐎𝟐𝟖

108 7 0
                                    


Siempre tuve curiosidad el experimentar, el intentar un nuevo look que me cambie por completo, el conocer cosas nuevas. Y tras dos meses de mi estadía aquí, lo había logrado felizmente.

Era sorprendente el tan solo pensar que hacía poco más de un mes, yo había llegado nuevamente a casa con apenas dos maletas en mano. Mentiría si dijera que el tiempo no había pasado rápido, claro que lo hacía. Todos los días sin falta veía como la luna salía y resplandecía mi habitación tal como en los viejos tiempos, e inevitablemente me preguntaba si él seguía acordándose de mí.

Orgullosamente podía decir que cada vez que mi mente viajaba a aquellos momentos en donde veía su esbelta figura, mi corazón ya no latía con la misma rapidez, mi respiración ya no se agolpaba tal como siempre lo hacía. Eso era ahora parte de mi pasado, y era algo con lo que había aprendido a lidiar. Pues no todo acababa con un lindo final.

Ahora, a tan solo un día, Emilia agarraba los vestidos de la tienda unos a otros como si la vida le fuera en ello. Reí por su absurda desesperación, y me acerqué lentamente hacia ella para darle una mano.

Mamá me había obligado a dejar los jeans, sudaderas, y zapatillas de lado, para ser reemplazadas nuevamente por los excéntricos vestidos y tacones. Volví a lo que fui yo en un principio, a mi egocéntrica vida en los que todos pretendían ser felices.

Claro que me quise oponer, pero mi opinión solo fue una más del resto. No tenía palabra para mi familia, solo era como un muñeco manipulable para sus conveniencias. No podía hacer algo al respecto. Por eso ahí me hallaba, en una tienda de vestidos intentando elegir el mejor. Intentando presumir la extravagancia aquel día.

—¿Cuál te gusta más? —preguntó inocentemente Emilia. Yendo hacia mí con dos vestidos en cada mano, me encogí de hombros sin pensarlo, ¿qué más daba usar un vestido para una sola noche? Una noche en que íbamos a dar bienvenida a las falsas sonrisas, en donde íbamos a pretender la perfección, en donde lo único que importaba era quién tenía más.

—Da igual. . —frunció los labios, sabía que no le gustaba aquellas respuestas de mi parte, que no le gustaba que actuase tan indiferente a lo que era mi antigua vida. Quería animarme, pero, ¿qué sentido tenía? Si tenía una palabra para describir esa fecha súper importante sería aburrido. Mamá sabía cuánto odiaba que haga esos tipos de eventos, y mucho más en la casa. Quería molestarme de algún modo u otro, no tenía duda de ello.

tienes que verte bonita para ese día, para mañana. —trató de animarme, regalándome una de sus cálidas sonrisas, ella era verdaderamente un ángel, una que a veces sentía que era demasiado positiva como para ser real.

Le sonreí de vuelta, ese día no solo sería para celebrar los 9 años de matrimonio de mi madre y el señor Middleton, sería también para ver devuelta a la perfecta y educada Kate atendiendo a los invitados. Porque sí, a mi madre le había parecido buenísima idea gritar a los 4 vientos a que la queridísima Catherine había vuelto. Chantajeándome a las dos semanas a que debía quedar bien frente a los familiares y actuar como si nada hubiera pasado.

Había sido así siempre, y nunca tuve esperanza de que cambiara.

—Sabes que lo último en que pienso es sobre esto, ¿cierto?

Bufó, claro que lo sabía. Ella sabía todo de mí, conocía mi vida tal como un libro abierto, y todo porque fui yo la causante y harta de tener secretos. No quería conservarlos más, quería desahogarme con alguien, y no hay duda de que Emilia fue mi mejor opción. 

Porque más que una amiga para mí, era como una consejera, una hermana, estaba ahí indirectamente para escucharme y sin regaño alguno. Sabía que fácilmente no podía confiar en alguien; pero a esas alturas ya era todo muy tarde. Ella había sido mi más única confidente, ella había sido una verdadera amistad.

—¿Y qué más da? —devolvió el vestido, mientras buscaba otro.— Esta fiesta, aunque no quieras, también es para ti. La mayoría va a venir para ver a Catherine, no a la familia que se un día para otro se le ocurre celebrar sus 9 años de matrimonio. Sabes que tu mamá lo ha hecho con doble intención, y además, es lo más resaltante e importante de tu vida ahora. No hay nada más que puedas hacer. —sacó entré estantes un floreado vestido— agregando el hecho de que James dijo que sus amigos iban a ir.

Se detuvo a mirarme para alzar una ceja divertida. No lo entendí en un principio, pero cuando vi la insinuación que estaba haciendo, alcé mis manos avergonzada y negando.

—¡Emilia! —tapé el ligero carmesí que se había asomado en mi mejilla con las manos. Ella rió como desquiciada al darse cuenta de ello.

—¿Pero qué está pasando por esa cabeza, eh? —me señaló picarona.— De todas maneras, los amigos de tu hermano no están nada mal, ¡No me lo vas a negar!

—No pienso decir nada al respecto. —me crucé de brazos.— además, hace mucho tiempo que no veo a su tonto grupito de amigos.

—Mañana será un gran día. Nada puede salir mal, ¿cierto?

 Nada puede salir mal, ¿cierto?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐂𝐎𝐅𝐅𝐄𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora