((☕))' 𝐎𝟏𝟑

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Sus ojos, totalmente ennegrecidos, me observaron de pies a cabeza en busca de una explicación que parecía no tener aun cuando la respuesta era más que obvia. 

Mi corazón se estremeció de manera involuntaria y me fue inevitable no tragar saliva con un revoltijo asomándose por mi estómago. Es decir, ni siquiera entendía por qué debía tener que darle explicaciones a William como si fuera alguna clase de amigo. Él no era mi amigo. No lo conocía del todo y ni siquiera se veía capaz de responderme las preguntas que siempre trataba de hacerle cada vez que la curiosidad me consumía. 

Y ahora, era William mismo el que parecía tan impaciente y desesperado por que le contara la verdad aun si realmente no entendía por qué. 

Su semblante permanecía serio y tenía la mandíbula apretada, sin embargo, nada bastó para que mi opinión cambiara y simplemente negué. 

Esta vez, no sería yo la que debería dar explicaciones. No hasta que él se dignara a darme algunas primero. 

Así que, tratando de lucir totalmente relajada a su mirada como si no me afectara, me encogí de hombros. 

—Alguien que simplemente no es de tu incumbencia.—fue finalmente mi respuesta, sonriendo falsamente hacia él, y recibiendo por su parte un ceño fruncido. Y es que mi declaración había sonado tan estúpida y aniñada que me daban muchísimas ganas de correr y tirarme de una ventana. Lo había comprobada una vez más, no podía pensar racionalmente con él a mi lado.

—¿Quién? —volvió a preguntar, como si haciéndolo sacaría algo de información, y quise reír. 

—¿Por qué debería de decírtelo? ¿Quién eres tú para mí? —y solo con dos preguntas, le bastó lo suficiente a William para desviar su mirada de la mía y apretar aún más fuerte su quijada. Tanto que tuve miedo que se rompiera. 

Era bastante claro que tenía en realidad demasiadas cosas para decirme, pero a juzgar por su comportamiento, era como si siempre se esforzara en esconderlo todo y, aunque me preocupaba en cierto modo, simplemente lo dejé pasar. 

No podía compadecerme de William justo cuando por fin dejaba de guardarme los pensamientos que tanto se habían pasado martiriándome a lo largo de los días. Así que simplemente lo evité y me crucé de brazos. 

Preguntándome internamente qué era ese tanto que él se paraba pensando. O siquiera qué pensaba de mí. La chica del apartamento que lo recibía incluso en sus peores condiciones.

Y sin embargo, justo cuando pensé que por fin se dignaría a decirme algo al respecto, simplemente sonrió. Esa sonrisa pícara que tanto le caracterizaba cada vez que estaba a mi lado. 

Su cuerpo fue alejándose del mío lentamente hasta quedarse bajo el umbral de la puerta, mis ojos no se apartaron de los suyos en ningún momento cuando, volteándose lentamente, simplemente dijo: 

—Tienes razón, tú sólo eres una desconocida para mí, y yo también a ti.

Y sin más, salió por la puerta tan tranquilamente que me dejó pasmada. 

¿Por qué tenía que ser así? 

Bufé. De nuevo estaba confundida y lo odiaba, era como si William siempre se las ingeniera para estar dos o tres pasos delante mío y me irritaba. 

Se suponía que debía sentirme alegre porque finalmente se había ido, pero mis ánimos no se asemejaban a lo que tenía planeado.

¿Y si no nos volvíamos a hablar más? De tan solo pensarlo, mi estómago se estremecía.

Detestaba sentirme de esa manera, sentir que tenía la culpa, porque me hacía creer que lo que había hecho estaba mal.

Ya me estaba empezando a confundir de nuevo. Sip, no debía seguir en el departamento o terminaría mal de tanto pensar. Necesitaba distraerme, pero me daba mucha flojera salir a pasear sola. Sólo me quedó una alternativa; y esa era quedarme en la puerta de mi departamento, ya no estaría dentro de este ni tampoco fuera, sería un punto medio. Perfecto.

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