((☕))' 𝐎𝟐𝟓

153 10 2
                                    


Solo lo miré, buscando algún atisbo, hasta el más mínimo, de mentira. Y no lo encontré, no encontré nada que se pudiera comparar a la calumnia. ¿Estaba siendo sincero? ¿Estaba soñando? Él... ¿él en verdad había dicho eso?

Sus ojos no estaban mintiendo, y su boca mucho menos. No lo quería creer, claro que no. Mi corazón estaba palpitando con más fuerza, y mis piernas flaquearon al escucharlo. Al escuchar que por primera vez, había abierto su corazón conmigo. Yo no sabía qué hacer o cómo reaccionar, quería llorar, gritar y desahogarme en todos los sentidos posibles. Quería abrazarlo, besarlo, y susurrarle millones de cosas que claramente en mis cuatro sentidos nunca podría hacer. Quería decirle que 

Pero en cambió solo mantuve mi rostro sin expresión alguna, guardando mi sorpresa y los millones de sentimientos que se estaba produciendo dentro mío. ¿En verdad así era como se sentía? ¿Así se sentía ser querida? Mis ojos se estaban cristalizando y no era por tristeza, era más bien una especie de emoción y remordimiento juntos, un conjunto que siempre traté de conseguir.

—Y-yo... te quiero.

Y finalmente lo hice, finalmente le hice saber lo que jamás había experimentado, lo que amé y odié gracias él, lo que se sentía estar enamorada.

Porque a mis cortos 22 años, nunca había sentido lo que era un amor, nunca me había sentido atraído por alguien de una manera casi increíble, nunca había experimentado lo que en verdad era el vuelo de las mariposas dentro de tu estómago. Pero él solo vino casualmente a una cafetería llamando por completo mi atención sin hacer el más mínimo esfuerzo. Nunca creí en el amor a primera vista, me parecía algo absurdo, ¿Pero acaso eso no fue lo que sentí al mirarlo? Sin duda alguna me había enamorado por completo de él, y me asustaba, porque era un final incierto y que nadie podría asegurar si terminaría feliz o no.

Me miró, esbozó una pequeña sonrisa y extendió sus brazos, agarrándome de los hombros y abrazándome. Le devolví el abrazó, escondiendo mi rostro en su pecho y él dejando que lo haga. Pude sentir como besó mi cabeza suavemente e inevitablemente sonreí un poco, porque no era un William sobrio o en mal estado quien lo hacía, porque estaba demasiado consciente de las consecuencias que eso podría llevar y que le importó en lo más mínimo.

Recuerdo muy bien que ese día no me devolvió el "te quiero". Y aun así no me importó. Recuerdo que luego de ese cálido abrazo, él me dijo que debía regresar y yo acepté sin remedio alguno. Porque nuevamente regresé a la realidad y con un nueva decisión.

Mis ojos se clavaban en el televisor que tenía frente mío, llevaba así una hora y descaradamente podía decir que no estaba prestando ni la más mínima atención. Estaba en una especie de debate mental por completo, por una parte estaba el empezar mi vida desde cero y por otra, intentar buscar algún remedio para arreglarlo. Inevitablemente, estaba pasando lo que menos quise cuando me independicé de todos, revalorar la idea de volver a la vida que tenía meses atrás. Por un pequeño y diminuto momento la tomé en cuenta, porque, ¿Qué de bueno tenía yo ahora? ¿Cuál sería mi mayor razón para no hacerlo? Nada. No podía excusarme de nada.

Mi vida se estaba volviendo igual de aborrecida que en la otra, eso era lo que menos quería. Y que lamentablemente, no podía evitar. Cuando me alejé creí que todo sería mejor, que por fin sería libre de hacer lo que se me plazca, pero lo único que logré fue cohibirme aun más. Era inmadura y rebelde para ese entonces, creí que siempre tenía razón e ignoraba lo ajeno.

Mis padres dejaron que me vaya, porque ellos sabían que yo tarde o temprano regresaría. Y lo odiaba, porque si me miro en estos momentos, tenían demasiada razón, se salieron con la suya una vez más y solo puedo rendirme al respecto.

No me va nada bien con la universidad a la que ni siquiera he entrado, no tengo trabajo, y lo único que quiero hacer es restaurar todo nuevamente. Tal vez, solo tal vez de esa forma, William no sea más que un recuerdo para mí. Porque sí, la idea de

No lo pensé mucho cuando cogí mi móvil, y busqué entre los más guardados contactos el nombre de mi madre. El número estaba frente a mis ojos, y me quedé contemplando la pantalla durante un buen rato.

¿En verdad debía hacerlo?

 Pero asímismo no quería seguir con la vida que en esos momentos tenía.

Por eso y mucho más, presioné lentamente el botón de llamada. Mis manos empezaron a sudar de manera instantánea, y mi corazón agilizaba sus latidos, estaba nerviosa y mucho. Pues, ¿Hace cuánto que no escuchaba su voz? Claro no hacía falta decir que desde hace un año.

El sonido del pitido dejó de sonar indicándome que la llamada ya se había cogido. Mis labios empezaron a abultarse sin poder evitarlo, y apostaba a cualquier cosa que iba a tartamudear en cuanto hable.

—¿Hola? —su cálida voz se hizo presente ante mis oídos otra vez. Quise responder, pero simplemente las palabras se rehusaban a salir de mi garganta. Luego de la última discusión que tuvimos, yo corté todo tipo de comunicación con mi madre, y hasta había cambiado mi número por un simple ataque de pavor. - ¿Hay alguien ahí?

Solté un quejido, no podía hablar por más que quisiese, y una inmensas ganas de arrepentimiento se me acercaron. Quería llorar, lo veía venir.

—M-mamá... —hablé entrecortadamente.

—¿Catherine? ¿Eres tú? —no respondí, ella ya se había dado cuenta. Y aunque quisiese hacerlo, simplemente no podía. La escuché llorar, tal como una madre protectora y feliz de que su hija se haya arrepentido de todo, de que esté dispuesta a aceptar cualquier cosa que su madre ordene y, sobretodo, de que acepte establecer una gran relación con un chico que ni siquiera conoce. Ese era el significado de sus lágrimas.— Ven a casa lo más pronto posible, enviaré a un chófer para que te recoja. Por favor, no desaparezcas, ordena tus cosas, hoy mismo vienes a tu hogar.

Sonreí forzosamente, hogar, no lo quería. Pero no había de otra.

 Pero no había de otra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐂𝐎𝐅𝐅𝐄𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora