((☕))' 𝐎𝟑𝟏

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—¿¡Yo!? —traté de sonar lo más inocente posible, señalándome en un profundo rostro de confusión actuada.— Claro que no, hermano. Si quieres te lo puedo contar...

—Entonces hazlo. Ahora. —en verdad estaba molesto, lo podía notar en cada facción suya. Hice pequeños balbuceos, sabía que lo odiaba cuando se trataba de algo serio, pero en mi mente estaba tratando de crear la mejor lógica y creíble excusa. Y como era de esperarse, no solamente él esperaba una respuesta, sino también los 6 pares de ojos que esperaban expectantes.

—Vamos, dilo. No debe ser tan malo al fin y al cabo. —me animó Luis, con una de sus características sonrisas acompañando su rostro.

Maldecía lentamente por el simple hecho de que a mi mente no se le ocurría nada de nada. Por un momento dudé en mentir, quise decir la verdad, pero no con todos ellos. Luego me arrepentí, ya tenía bien en claro de que si lo decía, estaría peor de Adán en día de las madres. Quise rendirme y dejar en claro que lo conocí cuando me escapé. Pero él, milagrosamente, se adelantó. Y nunca en mi vida había deseado tener tantas ganas de no golpearlo.

—La conocí ayer, cuando había vuelto a Londres. Estaba comprando comida y la ayudé. —se apresuró en aclarar William. Fruncí mi  ceño al principio, nada de eso había pasado. Pero luego recordé que se trataba de una mentira y asentí rápidamente, siguiendo la corriente— Eso fue todo, amigo. —vaya, hasta yo me quedé boquiabierta por lo bueno que era mintiendo.

Lo meditó unos segundos. Hasta que luego asintió no del todo convencido.

—Entonces supongo que eso es todo. —solo fue eso para que las aguas por fin se tranquilicen. Suspiré feliz, todo había sido arreglado gracias a él. Tenía que decirle gracias a William tarde o temprano, se lo debía.

Sus locas conversaciones siguieron, y esta vez yo sí me uní en ellas. Empecé tímida, pero terminé siendo el alma del grupo. Eran divertidos sí, exceptuando las veces en que Thomas trataba de tocar mi mano. Y de James, dándose cuenta de inmediato y alejándolo de mí.

La noche se basó en risas y risas, hasta que una voz que extrañaba se hizo presente.

—¡Botada! ¿Me recuerdas? —volteé casi de inmediato, era Albert, había venido tal como James dijo. Ni siquiera lo pensé al pararme y correr hacia él para abrazarlo. Me recibió con los brazos abiertos, tratando de esconder esa peculiar sonrisa que tanto quería. Pretendía ser frío, pero en verdad él era todo un amor de persona, era como mi verdadero hermano mayor.

Quería seguir abrazarlo, pero me di cuenta de que todos los ojos del grupo nos veían, y me apené casi instantáneamente. Supongo que fue incómodo para ellos. Pero no me podían culpar, es decir, ¡Tenía a Albert frente a mí de nuevo! Sin duda alguna, la mejor sorpresa de la noche.

—Él se une a nosotros. —ordené, aún cuando se notaba que ese hecho estaba más que claro. Lo invité a sentarse al costado mío, esperando seguir con otro juego para matar el tiempo.

—Juguemos verdad o reto. —propuso James, mirándome de alguna forma u otra, rara.— Pero no aquí, vamos a la azotea.

Todos estuvieron de acuerdo, pues, en ese jardín no éramos lo únicos que lo acompañaban. Habían demás invitados y probablemente se vería raro. Por eso, todos hicimos caso al pie de la letra y seguimos a James por las escaleras. Noté como Albert posó su brazo en mi hombro y sonreí. En verdad lo había extrañado.

Una vez llegamos, el viento chocó a nuestros rostros de manera tosca. Estaba haciendo frío, pero no lo suficiente como para bajar mi estado de ánimo que se había creado gracias a la llegada de Albert.

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