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Maratón 4/5

Nueve meses después

Kings landing

Daenerys se tocaba el vientre abultado mirando hacia el horizonte, sentía a su hijo moverse en su interior, más ella no sonreía.

Daenerys había estado sumida en un silencio absoluto desde que vio la cabeza de Ned Stark caer de sus hombros, no hablaba, no reía, no sonreía, no emitía ni un solo gruñidos o ruido gutural, ni siquiera cuando Joffrey la maltrataba a ella o a Sansa.

Sansa, su amada Sansa, ahora estaba casada con el enano, un hombrecillo despreciable que la miraba con tristeza, por lo que Sansa le había comentado él no había cumplido con su deber marital, por ende, seguía siendo una doncella, pero Daenerys sabía que aquello no era certeza de nada, ella odiaba a los Lannister a todos ellos y sin importar cuan bueno fuera Tyrion con Sansa, ella no confiaba en él.

Con la llegada de los Tyrell las cosas habían cambiado en la capital, los Lannister se sentían los reyes del mundo, ya no tenían amenazas golpeándoles las puertas, porque su única amenaza real se encontraba en el Norte, el ejército que había escuchado que Jon había reclutado por ella, para salvarla y llevarla de vuelta a su hogar.

Daenerys recuerda con Amargura cuanto había luchado para no repetir la historia de Rhaegar y Lyanna, pero ahora se encontraba en aquella posición y si bien, no era exactamente igual, era bastante parecida, lo cual la angustiaba aún más.

Daenerys había escuchado que Jon había ganado cada batalla, que ahora era rey en el norte y que lo llamaban el lobo blanco, pero ella había sufrido de primera mano con las consecuencias de las victorias de su amado, había sido torturada por Joffrey frente a toda la corte, en más de una ocasión le habían rasgado sus ropas y golpeado hasta sangrar, pero Daenerys solo defendía su vientre y se ponía de pie, sin importar cuántas veces fuera golpeada, ella siempre se ponía de pie.

Aquella mañana había sido un respiro para ella, Joffrey estaba interesado en cortejar a Margaery Tyrell, y Dany no sabía si la joven era muy tonta por celebrar cada una de las atrocidades que cometía Joffrey o muy astuta por hacerlo. Daenerys estaba reclutada en su habitación, en su jaula, así como una vez sus dragones estuvieron y sintió una pequeña presión en su vientre, más no dijo nada.

Las puertas de sus aposentos se abrieron dejando ver a ser Barristan, el hombre la miraba con tristeza, había sido amable con ella en múltiples ocasiones, le llevaba pastelillos a escondidas que aseguraba que no estaban envenenados, la cuidaba al dormir y más de una vez le había tomado la mano intentando consolar sus pesadillas, la mirada de Daenerys se iluminó por un segundo, pero rápidamente cambió su expresión al ver los ojos llameantes del caballero.

- Princesa - él era el único que la llamaba así y estaba segura de que si la persona incorrecta lo escuchaba sería decapitado - princesa Daenerys... escúcheme un minuto - dice algo nervioso llegando a su lado - esta noche... usted y yo huiremos de aquí... no pude salvar a Rhaegar, pero déjeme saldar mi deuda con usted... por favor

¿Por qué? se pregunta Daenerys mirando a aquel hombre sintiendo nuevamente la punzada de dolor en su vientre, pero ahora es una sensación nueva, mucho más desgargante que la anterior, Daenerys se afirma el vientre con sus dos manos sintiendo como un líquido tibio corre por entre sus piernas.

- No puede ser - murmura ser Barristan al ver el estado de Daenerys - traeré ayuda y con algo de suerte podremos irnos esta noche

Daenerys siente nuevamente aquella punzada y ahora cae al lecho, respirando mucho más fuerte y con dificultad, no se imaginaba este momento, realmente nunca había pensado en el parto, porque en el fondo de su corazón hubiera deseado estar junto a Jon.

Las horas pasaron y Daenerys se retorcía de dolor en el lecho, a su lado Sansa secaba su frente y apartaba sus mechones de su rostro, del otro lado estaba Shae, una de las damas de compañía de Sansa, quién al igual que Sansa le daba ánimos para continuar con su labor, mientras que, en el fondo de la habitación, la reina Cersei Lannister miraba todo con impaciencia.

- Dany... - Sansa la mira suplicante, aterrada porque ve la muerte en el rostro de Daenerys

- Si lady Targaryen sigue aguantando el dolor el bebé morirá - dice el maestre y Daenerys le devuelve la mirada aterrada a Sansa

¿Acaso ese sería su destino? se pregunta ¿morir como lo había hecho su madre? ¿morir como lyanna stark, postrada en una cama abandonándola en el proceso?¿acaso ella abandonaría a su hijo?

- Hazlo Dany - pide Sansa suplicante mirando aquellos ojos violetas que siempre le transmitieron paz y tranquilidad - Hazlo por tu hijo y el de Jon

Daenerys se mordió el labio inferior sintiendo su propia sangre acariciar su lengua, respiró y pujó una vez más, soltando un único y desgarrador grito, sintiendo como en el proceso algo en su interior se rasgaba, desde su garganta la cual ardía hasta su entrepierna, hasta que su grito se vio silenciado por el llanto de un bebé, su bebé.

El maestre se apresura a cortar el cordón umbilical que conecta a la madre y al bebé, para envolverlo en una manta blanca y entregárselo a su madre.

- Es un niño - anuncia el hombre

Daenerys lo envuelve en su regazo y lo observa, era robusto y fuerte, poseía abundante cabello platinado como el de ella, sus ojos se abrieron y observaron a su madre, Daenerys volvió a sonreír al ver aquellos ojos grises de Jon plasmados en el rostro de su hijo.

- Rhaego - murmura Daenerys acariciando el rostro manchado de placenta y sangre de su hijo - mi pequeño príncipe - dice en su lengua materna para que nadie pudiera entenderla

Daenerys sintió nuevamente una punzada en el vientre y aun aferrada a su hijo expulsó la placenta que mantenía a su hijo vivo dentro de ella, las sirvientas se apresuraron a limpiar la sangre, mientras que Sansa y Daenerys observaban absortas al pequeño recién nacido.

La reina sonríe, no le agradaba la pequeña Targaryen, pero aquel bastardo que había dado a luz podría ser el fin de la guerra liderada por el norte, con el nacimiento de aquel bebé le pediría a Jon Stark que se detuviera, que viniera a por su amada y su hijo, les daría la seguridad de vivir en el exilio en ese congelado lugar al que llamaban hogar, lo único que Jon tendría que hacer era hincar la rodilla y Cersei estaba segura de que lo haría, lo haría por su hijo y la pequeña Targaryen.

Pero los planes de Cersi y la felicidad momentanea de Daenerys se vieron completamente esfumadas en cuento el rey Joffrey Baratheon entró a los aposentos, los ojos verdes de Joffrey se posaron en el bebé en los brazos de Daenerys y todo se tornó más oscuro que en un viejo cuento de terror. 

Su reinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora