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—OYE, ¿ESA NO ES EMILIA?—preguntó Aldo, golpeando ligeramente el brazo de la rubia.
Rebecca miró detrás de ella para ver a la chica a la que más despreciaba. Estaba pasando el rato con Nickole y Ximena. Rebecca enarcó las cejas al ver a las chicas.
—Parece que encontró a chicas de su mismo nivel.—dijo Osvaldo, mirando a las tres chicas.
Rebecca siguió mirando al trío.
—Misma actitud y todo.—Aldo añadió antes de dar un sorbo a su bebida. Finalmente, Rebecca apartó los ojos del trío, sintiéndose un poco más recta.—Oh, men, aquí vienen.
De repente, un par de manos pálidas se chocaron contra la mesa. Los tres levantaron la vista para ver a Emilia. Ella le sonrió a Rebecca con una mirada llena de odio.
—Hola, perra.—dijo Emilia, haciendo que su nuevo grupo de amigas se riera de su comentario.
Normalmente, Rebecca habría llorado de nuevo y habría huido de Emilia, pero ya no podía hacer eso. Tenía que defenderse sola.
—Vete de aquí, idiota.—Rebecca miró fijamente a Emilia.
Emilia jadeó dramáticamente y se llevó una mano a la boca en señal de sorpresa.
—¿Qué fue eso? ¡La rara habló!
—Emilia, no sé tú, pero si quieres salir de aquí luciendo decente, te recomiendo que me dejes en paz, maldita. Porque si no lo haces, tendrás un ojo morado que ni podrás tapar maquillándote.—Rebecca sonrió dulcemente, con una mirada inocente, como si no acabara de amenazar a Emilia.
Emilia se quedó mirando a la chica con miedo, tragando saliva.
—Como sea, vámonos.
El trío las dejó solas, alejándose mientras miraban a Rebecca. Ella simplemente las miró fijamente antes de que se perdieran de vista. Rebecca suspiró, dándose la vuelta y bebiendo de su refresco.
—¿Un ojo morado? ¿En serio?.—se burló Aldo, poniendo los ojos en blanco.
Rebecca lo fulminó con la mirada y Aldo sintió que le recorría el cuerpo.
—¿Estás pidiendo uno, Aldopiedra?—le preguntó Rebecca con una ceja levantada. Aldo tragó saliva y negó con la cabeza, mientras Osvaldo reía a su lado.
