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CAPÍTULO DIECISIETE
FLORES

CAPÍTULO DIECISIETEFLORES

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ALDO LLEGÓ A LA FLORERÍA y no tenía ni idea de que flores escoger.

Recordó que esa vez que se "encontraron" la vio con algunas rosas, no sabía como se llamaban las otras flores que llevo.

A la anciana en el mostrador se le dibujó una sonrisa en su rostro al reconocer al chico. Se levantó de su lugar y decidió acercarse al chico.

—Eres el chico que está detrás de mi Rebecca.—Aldo se sobresaltó al escuchar la voz de la anciana.

—¿La conoce?—preguntó Aldo sorprendido.

—¡Por supuesto que la conozco! Viene aquí al menos dos veces a la semana. Las flores es lo que más le gusta a Rebe aparte de hacer directos.—la mujer le guiña un ojo.

—Oh, no lo sabía. Bueno, sé que le gusta venir aquí, pero...

—Soy Yolanda y estoy encantada de ayudarte Aldo.—dijo con una sonrisa en la cara, estrechándole la mano.

—¿Cómo sabes mi nombre?—Aldo se ríe entre dientes, devolviéndole el apretón de manos.

—¿Cómo no lo haría? Eres el único chico del que Rebecca ha hablado aparte de sus hermanos.—dijo ella, pasando por su lado.

Aldo sintió que sus mejillas se calentaban y sonrió.

—¿Por qué tienes que llevarle flores a Rebe? ¿Es una cita especial?

—Oh, eh.—Aldo se aclaró la garganta con incomodidad.—Le rompí un poco el corazón y necesito compensarla.—Aldo se rascó torpemente la nuca.

—Ya veo. Rebecca quería comprar algunas orquídeas para su cuarto, pero se nos acabaron. La mirada de pobre derrotada que puso me partió el corazón.—Yolanda habló, agachándose y tomando algo.—Pero por suerte, guardé algunas sólo para ella—.

—¡Que chingon!—Aldo rió feliz.—¿Hay alguna forma de que me ayude a elegir más flores para terminar el ramo?—.

Yolanda le sonrío con satisfacción.

—Claro que si querido.


















—¡Voy a la florería!—gritó Rebecca, saliendo de casa y guardando las llaves hasta que chocó con alguien.—Lo siento mucho.

—No pasa nada, Rebe. No hace falta que disculpes.—una voz familiar habló. La rubia levantó la vista y vio a Yolanda de pie con una sonrisa en la cara.

—¿Yolanda? ¿Qué haces aquí? Pensé que hoy trabajabas.—Rebecca se rió, acomodándose un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Mi nieta necesita algo de dinero, así que la dejé a ella. He venido a ver el jardín en el que estas trabajando.—dijo la anciana, pasando junto a ella y examinando el jardín.

—¡Oh, sí, aún no está terminado y no se tan bien porque esperaba a que hubieras recibido más orquídeas! De hecho, iba a ir para comprar algunas.—explicó Rebecca, de pie junto a la señora con las manos a la espalda.

—Lo siento mucho, Rebe, pero alguien se llevó las últimas dos que quedaban.—Yolanda suspiró tristemente. Los ojos de la rubia se abrieron de par en par y la miró.

—¿En serio? ¿Quién compraría 2 orquídeas?—Rebecca se rió con Yolanda.

—El chico me dijo que a su enamorada le gustan mucho.—dijo la anciana, girándose para verlo. Rebecca frunció las cejas y siguió la mirada de Yolanda hasta la acera, frente a su casa.

Allí estaba AldoGeo con las orquídeas exactas que Rebecca necesitaba para su jardín. También llevaba otro tipo de flores en las manos, en un ramo.

Rebecca se quedó boquiabierta y sintió que se le encendían las mejillas al verlo. Aldo tenía una enorme sonrisa en la cara y le dolían las mejillas de tanto sonreír, pero no pudo evitarlo.

Rebecca Palacios era perfecta.

—¿Aldo?—Rebecca soltó una risita, caminando hacia el chico.—¿Cómo sabías que necesitaba orquídeas?

—Bueno, tuve un poco de ayuda de alguien que conozco.—Aldo le guiñó un ojo a Yolanda.—Chingón ¿no?

—En serio, ¿orquídeas y rosas para mí? ¿Y además un ramo de flores? Eso debe costar mucho dinero.—dijo Rebecca riendo.

Aldo se encogió de hombros.

—Sí que lo fue. Además, tenía algo de dinero extra, ya sabes. Un pendejo me pagó para que enamorara a una chica muy chingona.

Rebecca lo miró fijamente y enarcó una ceja, sonriendo.

—¿Es cierto?

—Sí, pero la cague. Yo... me enamoré de ella.—murmuró Aldo, entregándole las flores.

—¿En serio?

—No todos los días encuentras a una chica que te haga entrar en razón.—dijo Aldo. Rebecca negó con la cabeza antes de inclinarse y apretarle un beso en los labios.

Aldo sonrió en el beso, que duró tres segundos hasta que Rebecca se separó de él.

—No puedes comprarme flores cada vez que la cagues, ¿sabes?—Rebecca lo señala acusadora mente.

—Ya sé.—Aldo suspiró tristemente hasta que una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro.—Pero luego están los Claveles, los girasoles, las Peonías y quizá algún día todo un jardín mezclado con ellas.

Rebecca puso los ojos en blanco antes de que él se inclinara y la besara. Los fuegos artificiales estallaron una vez más, no era como cualquiera de sus otros besos, este tenía sentimientos más fuertes.

Y en ese momento, supieron que si acababan yendo cada uno por su lado, nunca encontrarían a nadie como el otro y volverían corriendo el uno al otro.

Cada vez.

—Entonces, señorita LilRebecca. ¿Puedo ser tu novio oficial?—dijo Aldo con una sonrisa socarrona en la cara.

—Como digas, Aldopiedra.—murmuró ella, acercándolo más a ella mientras lo besaba.













































Y se acabó esta historia!!! Alguien gusta ir por unos takis????

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Y se acabó esta historia!!! Alguien gusta ir por unos takis???? .... :)

Na, no cierto, bueno si JSJSJSJSJSJS pero nos vemos parte con los extras, si tienes alguna sugerencias, pueden comentarla aquí o el los futuros extras :)

Y antes de irme, pregunta: Aldo, actualmente , vive en Monterrey o en AguasCalientes???

¹ 𝐖𝐇𝐘 𝐀𝐑𝐄 𝐘𝐎𝐔 𝐒𝐔𝐂𝐇 𝐀𝐍 𝐈𝐃𝐈𝐎𝐓? | ᵃˡᵈᵒᵍᵉᵒ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora