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TW: Slut shaming, misoginia interiorizada, mención de suicidio

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— Eres una estúpida de mierda — Las palabras de Eva retumbaron en los oídos de Emmanuelle, sus ojos lagrimeando y rojos, su cara caliente, además, de un tremendo dolor en el cuello y su omóplato. Emmanuelle vio hacia arriba como pudo, sorbiéndose la nariz, escuchando las duras palabras de su hermana mayor.

— Ya sé — respondió con voz temblorosa, limpiándose las lágrimas como si Eva pudiera verla a través del teléfono —. Perdón, no quería molestarte.

Emmanuelle escuchó silencio del otro lado de la línea, después cómo su hermana exhalaba fuertemente por la nariz antes de volver a hablar — Ay, Emmanuelle, no llores, es que... — Emma quiso llorar más. Eva tenía la terrible costumbre de siempre patear a Emma cuando ya estaba en el piso, como si Emmanuelle necesitara que su hermana la viera llorar por sus propios errores y en lugar de consolara le dijera: "Ya sé que estás llorando por el error que cometiste por ser una idiota, pero deja igual te recuerdo lo idiota que fuiste, como si hubieras cometido ese error a propósito para molestarme a ".

En ese sentido, le recordaba tanto a su madre, en el que hasta las cosas que no le afectaban a ella, tenían qué ser sobre ella, pero Emma nunca le diría eso a Eva, si Emmanuelle comparara a Eva tan directamente con su madre, probablemente se materializaría en su cuarto para ahorcarla mientras dormía.

— ¿Cómo fue que de la nada decidiste conducir en medio de la noche? — terminó de decir Eva, al otro lado de la línea —. Estoy enojada porque podría haberte pasado algo peor, y ¿Quién te iba a cuidar, eh? ¿Crees que no me duele no poder ir a revisar que estés bien?

Su voz decía que estaba preocupada, pero Emma sólo lo sentía como un regaño. Como cuando de niña, si rompía un vaso por accidente, su madre se preocupaba más por el vaso roto que por la cortada en la mano de Emma.

— Saldré del hospital pronto — hipó, tratando de hablar como si nada hubiera pasado. Debía admitir, que sí se arrepentía de su decisión, pero no le iba a contar a Eva porqué había tomado esa decisión en pleno estado de pánico —, no me quedaré internada, sólo pasaré la noche aquí, es mandatorio.

— Pero, a ver, ¿Cómo estuvo?

Antes de responder, Emma tuvo que recordar qué partes de la historia eran aptas para contarle a su hermana, recordó que después de lo que pasó en los jardines de la Universidad de Washington, empezó una tormenta. Jon los recibió en la sala de profesores para que esperaran a que la lluvia se disipara y pudieran ir de regreso a la estación a tomar su tren.

Decir que la escena era incómoda, era un eufemismo más que cualquier otra cosa.

Emmanuelle y Oscar permanecieron sentados lado a lado, empapados, Emma temblando como gelatina recién sacada del refrigerador. Oscar, por su lado, se veía perfectamente tranquilo y relajado, gotas de lluvia cayendo delicadamente sobre su rostro, oscureciendo su cabello que ahora estaba completamente peinado hacia atrás y con las gafas sobre la cabeza, sentado de piernas cruzadas con su abrigo sobre su regazo y su camisa sólo un poco húmeda, apenas moviéndose al hablar. Ella se tenía que ver los tacones para no observarlo fijamente.

En ese momento, Emma quería salir corriendo, su mente la azotaba con pensamientos crueles e incredulidad sobre la situación. Seguramente la había besado por lástima, o para burlarse de ella. O, tal vez estaba perdiendo la cordura y ese beso nunca pasó.

Oh, pero sí había pasado. Emma estaba segura de que era verdad porque todavía tenía el sabor de sus labios en la punta de su lengua, la asperidad de su barba en sus mejillas, aún sentía el peso de su mano sobre su espalda, como si su tacto le hubiera hecho una abolladura en el cuerpo.

Cherry  ― 𝘖𝘴𝘤𝘢𝘳 𝘐𝘴𝘢𝘢𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora