20.
― ¿Cómo vas con la corrección?
Oscar se reclinó en la silla, la cabeza echada hacia atrás en el respaldo con un sonoro suspiro y los ojos cerrados por un momento, llevándose la cadena de su cuello entre los labios con una arruga de preocupación en el entrecejo, como si ese cuestionamiento lo hiciera pensar con demasiado detenimiento, porque lo hacía.
Después de haber tenido a Emma tan cerca de Abigail, Oscar había estado los últimos momentos como a cuatro minutos de tener un ataque cardíaco. Emmanuelle se lo parecía haber tomado muy bien, durmió plácidamente entre las sábanas de Oscar, desnuda, con el dorado cabello tan desordenado y suave en forma de una corona. Los rosados labios en un puchero coqueto y las claras pestañas en sus ojos cerrados besaban sus mejillas de querubín que le daban un aspecto rubenesco. Y él se sintió terrible de haber tenido que dejarla ahí, pero se llevó a Abigail a desayunar para darle a Emma el tiempo suficiente para irse sin que Abbie siquiera sospechara de la presencia de alguien más en la casa.
Se le acababa el tiempo, sentía. Tenía que escribir, revisar exámenes, dar clases, pasar tiempo con Abigail y atender a Emma. Y la presencia de Pedro no le ayudaba a relajarse, menos, porque su editor parecía estar muy entretenido con toda la situación.
― ¿Recuérdame para qué carajos te invité? ― terminó por responder el moreno, soltando la cadena, el anillo cayendo pesado de nuevo a su lugar entre sus clavículas sobre su camisa oscura antes de reanudar su tarea.
Al fin era jueves, el cuarto jueves de noviembre, para ser más específicos. Lo que quería decir que al fin era día de acción de gracias, y Oscar estaba atorado en la cocina con un delantal azul amarrado a la cintura mientras cortaba la corona de una granada y Pedro no hacía más que verlo cocinar.
Finalmente se había decidido por asistir a la cena de los Bennett, lo que significaba que debía llevar a Abigail y consecuentemente a Pedro, porque lo había invitado a cenar con él y su hija antes de cambiar sus planes. Oscar procuraba siempre invitar a Pedro, aunque rara vez accediera a asistir, porque su editor no tenía familia propia o pareja alguna y solía dejar que las festividades le pasaran de largo, cosa que le parecía muy triste al profesor. Ahora comenzaba a pensar que Pedro solamente había decidido asistir a la cena de este año en busca de presenciar algún drama.
― Porque me tienes lástima ― le recordó el otro, cruzado de brazos y con los ojos atentos a las manos de Oscar, que pacientemente abrió la fruta. Tenía un modo favorito de extraer las semillas, le gustaba dejar todas las gemas intactas. Cortaba los segmentos marcados por el mismo interior blanco de la fruta, abriéndola en un corte que asemejaba bastante a una flor. El jugo escarlata escurrió por los dedos del profesor casi hasta su muñeca, y, aunque a él parecía no molestarle, a Pedro le parecía demasiado desastre sólo por unas semillas de granada. Tenía una expresión consternada ―. ¿Por qué no compraste una caja ya lista sólo con las semillas en lugar de pintar todo de rojo?
― Quería que estuviera fresca ― Los anteojos de Oscar se habían deslizado hasta la punta de su nariz, lo que lo forzaba a tener la cara en alto para evitar que se cayeran mientras, con cuidado, separaba las semillas de la piel blanca, apartándolas en un bol con agua. Tenía la camisa y el suéter que usaba sobre ella con las mangas dobladas hasta los codos, pero el jugo salpicó al delantal y lo manchó, también la superficie de la mesa donde estaba trabajando ―. ¿Por qué me haces preguntas tan estúpidas?
― Porque estoy aburrido ― Pedro se levantó de la silla desde donde veía a Oscar terminar los preparativos de la ensalada que llevaría a la cena, gruñendo un poco al tiempo que se ponía una mano en la espalda baja y se estiraba, caminando por el comedor hasta el arco de entrada, viendo hacia arriba, tratando de encontrar alguna pista que le indicara la presencia de Abigail en la casa. Todo estaba perturbadoramente callado ―. ¿Está tu niña?
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Cherry ― 𝘖𝘴𝘤𝘢𝘳 𝘐𝘴𝘢𝘢𝘤
Fanfiction❝Necesito un padre, necesito una madre, necesito un ser viejo y más sabio para llorar. Hablo con Dios pero el cielo está vacío.❞ → Sylvia Plath. La cereza más dulce en medio del calor del verano. 「𝙀𝙣 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤.」 #1 en Dark Academia - 10/03...