Cherry ― 𝘖𝘴𝘤𝘢𝘳 𝘐𝘴𝘢𝘢𝘤

15.

Feliz navidad y feliz año nuevo, gracias por leer (:

Contenido sexualmente explícito.

15.

— Okay, siento que ya tengo una opinión formada — Ella se inclinó para susurrarle a Oscar al oído en el brillo de la sala de cine. Emma había pasado una porción de la película provocando al Profesor a propósito, no había ninguna necesidad de que sus labios rozaran su piel para que la escuchara, pero ella igual se aseguró de que ese roce sucediera, aguantándose las ganas de besarlo ahí, mordisquear el lóbulo de su oreja y dejar un camino de besos carmín hasta su cuello. En lugar de eso, le hacía comentarios juguetones.

Emmanuelle no sabía mucho sobre cine del antiguo Hollywood, solamente conocía a las actrices más destacadas de la época del cine dorado, principalmente, Audrey y Marilyn. Era especialmente fan de Marilyn, pero se notó apreciando mucho a Bette Davis en los últimos momentos.

— Creo que me gusta más Marilyn que Bette — continuó, su voz muy bajita. Iban unos cuantos minutos adentrados en All about Eve, los dulces estacionados entre ambos en el reposabrazos de los asientos —. He pensado en esto —, susurró, con el regaliz colgando de un costado de su boca como si fuera un cigarrillo — Bette es dura por dentro y por fuera, ¿verdad? Lo cual está bien. Genial. Marilyn parece un poco frágil por fuera, pero por dentro sabes que es dura. Ella es más especial.

Oscar mantuvo su mirada fija en la proyección frente a ellos, pero las esquinas de sus ojos se arrugaron en una sonrisa. Sus gafas reflejaban las imágenes restauradas; en la pantalla, una Anne Baxter en blanco y negro estaba sentada en una escalera con una Marilyn Monroe en blanco y negro ante un Gary Merrill en blanco y negro.

— No sabía que esto era una competencia — le murmuró en respuesta. El tono de su voz delataba lo entretenido que lo tenía la cantidad de razonamiento que Emmanuelle estaba haciendo sólo para justificar su preferencia hacia una actriz. Le encantaba la manera en la que siempre trataba de encontrar un modo de darle razón de ser a sus acciones, gustos, emociones. Darle explicaciones a cosas que no necesariamente debían tener una. No quería reconocer que ese rasgo de ella le recordaba a Lena. Se sintió culpable por pensar en Lena, pero aún más porque no sabía si se sentía culpable por estar con Emmanuelle, o por pensar en Lena estando con Emmanuelle —. Pero me gusta cómo piensas.

— Gracias — la rubia volteó su cabeza de nuevo a la pantalla, el codo recargado en el reposabrazos que funcionaba como una barrera entre sus cuerpos.

Esto era un sentimiento extraño. ¿Cuándo fue la última vez que había estado en una cita? Probablemente años.

No, definitivamente años.

Se sintió más nerviosa que nunca, de repente. Había estado pensando en el factor sexual de su estadía desde que Oscar la invitó, su mente se hubo fijado únicamente en el hecho de que hoy pasaría la noche entera con el Profesor, que el compartir una habitación (una cama) era una decisión acordada y adulta. Empacó lencería y se depiló todo el cuerpo. Pasó horas preparándose, viéndose al espejo mientras se pellizcaba la piel y encontraba nuevas partes de sí misma que le provocaban ganas de vomitar y desear la capacidad de arrancarse miembro por miembro para armarse a sí misma de nuevo con nuevas partes. Partes mejores. Como si fuera un maniquí.

Fue en ese cine que comprendió que lo sexual era lo menos importante de todo en esa situación. Eran sus sentimientos hacia él quienes la paralizaron momentáneamente, la complejidad de ellos, la gran probabilidad de nunca descifrarlos.

¿Qué era lo adecuado de hacer en ese momento?, ¿Qué era lo que ellos eran, de cualquier manera?, ¿Tenía permitido besarlo fuera de la familiaridad de su oficina o de los salones de la escuela o estaría avergonzado de recibir afecto explícito de Emmanuelle frente a los ojos de otras personas? Quizás las demostraciones de afecto que habían compartido ese día solamente habían sido soportadas por Oscar, en lugar de bien recibidas o deseadas.