Con la sentencia dictada los magos traídores podían ser vistos en la corte haciendo de asistentes del resto de magos que disfrutaban de su nueva pocision de poder sobre sus antiguos iguales, en especial por los magos menores que relegaban muchas de sus tareas para disfrutar el resto del tiempo sumidos en la ociosidad hasta que un mago mayor los descubría y reprendia.
El resto de los pocos días que pasaron antes de partir viaje de nuevo hacia la capital fueron para Marco se fueron la agotadora rutina de ejercicio y combate de Alphonse que lo despertaba horas antes del alba y terminando horas después del ocaso.
A la hora de salir y volver al cuarto iba a paso rápido evitando cualquier contacto visual con cualquier mago que se encontrara en el mismo pasillo y tomaba sus comidas junto a Alphonse y Sophia afuera donde ya se había acostumbrado al frío.Al ver a Sophia Marco no podía evitar desviar la mirada con vergüenza tras lo ocurrido el día del juicio pero aparentaba sin sospechas una actitud inocente al ver qué Alphonse parecía hacer esto mismo. Ninguno de los dos había tocado el tema desde aquel día y momentos similares no se volvieron a dar pero era cierto que al pensar en el instante en qué sus labios se rozaron Marco revivía aquello como si realmente sucediera una vez más, por suerte contaba con el entrenamiento para desviar todos sus pensamientos y aunque seguía siendo bastante agotador descubrió que con el pasar de los días este se volvia más fácil, aunque igual lo deseaba haber tomado la clase de esgrima cuando tuvo la oportunidad. Alphonse tras escuchar las rutinas de ejercicio obligatorio que Marco debía cumplir en la República buscó integrarlas a su propio entrenamiento haciéndolo aún más exigente.
—No estás listo para un combate real pero has mejorado mucho —alabó Sophia mientras los tres se encontraban almorzando en el jardín de nieve sobre una fría y dura banca de piedra inusualmente baja apenas si unos centímetros sobre el suelo. El clima era seco y el viento no soplaba y la estrella falsa de la Torre calentaba el lugar por lo que no había problema con estar afuera
—¿Me recuerdas porque no pueden usar magia para curarme las manos? —preguntó Marco mientras apretaba su palma vendada.
—Si lo hiciéramos no desarrollaría dureza, pero puedes usar pociones para aliviar el dolor —respondió Alphonse riendo.
—Pero si dices que la República el ejercicio es obligatorio ¿Por qué no estás acostumbrado? —inquirió Sophia.
—No es obligatorio para todos —respondía a la vez que se llevaba bocados de pan a la boca —solo lo es para los menores por la escuela. En la Excepción mucha gente no se ejercitaba nunca y muchas personas tenían todo tipo de enfermedades por eso. Para ese entonces la vida ya se había vuelto más tranquila, pocas cosas requerían esfuerzo físico y la comida chatarra era abundante.
Se detuvo para darle un mordisco a una fruta azúl que le parecía una manzana con sabor de uva.
—No es que ahora sea muy diferente eso último, aunque la costumbre de la comida chatarra ya no es tan grande como antes pero casi todo el trabajo pesado lo hacen máquinas. Supongo que por eso se lo toman tan enserio, no quieren que volvamos a las malas costumbres del pasado. —Al terminar de hablar se dio cuenta que siempre que pensaba en su hogar solía voltear a ver hacia el cielo, como si de algún modo pudiera ver la estrella azul de Marte o de Venus o cualquier constelación conocida.
Se dejó caer hacia el suelo atrapado por la nieve mientras contemplaba aún el cielo wealthlando donde la estrellas no solo permanecían en el día sino que además venían en todos los colores en su titilar pintando al cielo casi como un ser viviente que estaba en constante cambio.
—¿Pero entonces por qué no hacía ejercicio? ¿Te escapabas de clases? —siguió Sophia.
—Ah, no, pero ya que solo se trata de hacer ejercicio por salud yo simplemente corría por algunas horas en la pista y ya.
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Crónicas De Fere: El Príncipe Y El Héroe Invocado. (Primer Borrador)
DiversosEn el mágico mundo de Fere han pasado 200 años desde que un cataclismo llamado La Gran Devastación hizo fracasar la revolución industrial y el alguna vez glorioso reino de Wealthland ahora enfrenta la pobreza y el estancamiento. Por esto el idealist...