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Durante los días próximos todos los magos presentes en la Academia había empezado a dedicarse a investigar sobre la condición del héroe, sin embargo, el que fue más tarde llamado por los demás como el grupo de Sir Wyron pasaba más tiempo en la capilla bajo la excusa de encontrarse rezando por el mejoramiento del héroe que realmente ayudando, mientras que el héroe, aunque había abandonado ya la condición critica tras aparentemente haber expulsado todo el miasma, no daba más señales de mejoramiento ni mucho menos de regenerar su mana. Por lo que las investigaciones sobre envenenamiento de miasma habían sido reemplazadas por investigaciones sobre regeneración de mana en comunes.
Alphonse y Sophia pasaban los días desde el amanecer hasta el atardecer buscando respuestas pero cada vez que parecían encontrar algo nuevo volvían a quedarse sin nada al ver qué ningún tratamiento parecía realmente efectivo, desde hechizos hasta sanguijuelas, se trataba todo sin ningún resultado.

—El problema es su rueda del alma —dijo Lady Aghaveagh en la biblioteca explicando frente a un pizarrón el cual tenía un dibujo muy acertado de un cuerpo humano —No la podemos ver y sin ella no podemos averiguar a fondo el problema.

—Pero el hecho de que no la podamos ver es causa misma del problema —prosiguió Sir Krane sentado, mientras parte del equipo, en donde se incluía a Sophia y Alphonse, escuchaba —La rueda del alma es el uno de los pocos órganos intangibles presentes en la mayoría de mortales y sirve para medir y regular el nivel de mana e impurezas en el cuerpo y alma.

—Por lo que el hecho de que no podamos verla sino solo apenas sentirla debería de significar que aún guarda miasma —prosiguió Lady Aghaveagh —sin embargo, los análisis más minuciosos muestran que su corazón, lugar donde se ubica el alma, está completamente libre de miasma y las piedras primordiales de Lady Sirona han dejando también de expulsarlo.

—Parece un camino sin salida —dijo Sophia desanimada. Los presentes guardaron silencio sabiendo lo que esto significaba: el hecho de que simplemente no había nada más que hacer.

—No podemos rendirnos —respondió Alphonse, el cual se encontraba al borde del colapso tras haber pasado noches enteras solo leyendo, buscando y probando métodos.

—Hay cosas que ni siquiera la magia puede hacer —dijo Sir Krane resignado, transmitiendo esto al resto del grupo.

Alphonse por su parte se levantó sin decir nada y abandono la biblioteca. Todos ante el desconcierto se limitaron a verlo con excepción de Sophia que lo siguió.
No se dirigió a ver al héroe ni mucho menos a la capilla como creyeron los presentes, sino que salió hacia los patios y comenzó a dar vueltas murmurando alrededor de una de las fuentes.

—Hechizos de regeneración, aceleramiento de su corazón, piedras primordiales, sanguijuelas encantadas… —continuó Alphonse murmurando. No solo se terminaban las opciones sino también el ánimo de los magos, quizá el héroe no moriría, pero pasaría el resto de su vida inconsciente. Su esperanzas para salvar al reino se terminaban.

—Debes de parar —dijo Sophia al llegar a él.

—No hemos tratado todo, algo se nos escapa —prosigiuió alterado —Tu misma lo dijiste, que el iba a despertar. Liondas y Lady Sirona estuvieron de acuerdo ¡Debemos estar olvidando algo!

—Eso fue cuando recién empezaba todo, no se consideró que aún después de haberse limpiado de miasma su cuerpo el mana no se regeneraría —dijo Sophia tratando de hacerlo entrar en razón. —Hace dos días que no duermes propiamente, apenas si has comido. Por lo menos recuéstate.

—¡Tenemos que seguir, no podemos simplemente dejarlo así!—gritó —¡Por la Diosa! Mi cabeza me está matando.

—¡Alphonse detente! —exclamó con firmeza Sophia finalmente llamando su atención —¿Qué no te das cuenta? ¡No hay nada que se pueda hacer!

Crónicas De Fere: El Príncipe Y El Héroe Invocado. (Primer Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora