VIII

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—Tiene que haber algún modo de evitarlo, una laguna —dijo Lady Aghaveagh mientras se mordía el labio y continuaba revisando un gran libro en la biblioteca.

—Buscarla sería bueno, pero dudo que realmente la haya —respondió Sir Liondas.

—¿No lo notaste? Cuando baje a verlo no había rastro de la maldición por romper el contrato a diferencia del resto de magos traidores. Podemos usar eso.

—Hay más de una forma de tratar de burlar un contrato, el hecho de que no se esté manifestando en su rueda del alma solo significa que lo ha redirigido.

—¡No! Ni siquiera él soportaría algo así —exclamó Lady Aghaveagh sin dar crédito a la teoría del gran Archimago.

—Ya ha soportado bastante en su vida ¿Qué es un poco más? —pronunció lúgubre y desviando la mirada Sir Liondas ante los hechos. Ante esta revelación Lady Aghaveagh no pudo contener las lágrimas.

La enfermería, un día después, finalmente desprovista de magos agotados, con excepción de Sir Krane, solo albergaba ahora al joven Marco. Si bien Alphonse había decidido empezar las lecciones sobre el reino con Marco de inmediato Lady Sirona ordenó que lo mejor sería no molestarlo mientras se recuperaba.

—Esta en mucho mejor estado de lo que habría esperado —dijo Lady Sirona tras hacer nuevas revisiones —No me explico como un común... Quiero decir, como un no mágico puede recuperarse así —Por supuesto que Marco sabía la razón ¿Pero qué sentido tendría decirla? Seguro que sus microscopios no podían ver los nanobots de su cuerpo ¿Y qué sentido había en tratar de explicar que eran los nanobots?

—Las pruebas cognitivas son buenas y la atrofia es mínima —decia Sophia revisando el expediente —Debería estar completamente recuperado en poco tiempo, incluso puede pasar a comidas más sólidas.

—¿Podré probar algo más que esas horribles pociones?

—¡Oye, yo hago esas pociones! —le recordó Sophia.

—¿No puedes ponerles azúcar? Algo para que sepan mejor.

—¡Claro que no! Es muy difícil de conseguir y de igual forma el sabor se perdería en la mezcla.

—Ya dejen eso —interrumpió Lady Sirona —Aunque su cuerpo parezca casi milagrosamente recuperado insisto en que continúe realizando los ejercicios. Esto te lo dejó a ti Sophia.

—Sí, maestra, el príncipe también estará deseoso de ayudar a Marco.

"El príncipe" resonó en la cabeza de Marco. Que animos eran esos del príncipe por inciar su entrenamiento, seguro que no terminaba de entender lo que Marco pensaba de ser el héroe. "Es como hablarle a una pared" pensó "No, al menos las paredes en la República realmente escuchan".

Tras haber terminado esa pequeña revisión Lady Sirona continúo comandando a Sophia nuevas instrucciones a las vez que se movían por la enfermería, parecían estar haciendo de nuevo revisión de los suministros, no había realmente más que hacer, los magos ya habían sido sanados, habían salido y se les prohibido entrar a la enfermería de nuevo para evitar más conspiraciones. El único que quedaba era Sir Krane que aún yacía en cama.
Sentado en la suya Marco aprovechó ese breve momento de soledad para de nuevo poder apreciar lo que estaba viviendo. Alzó la mirada hacia los bellos arcos en el techo, no había telarañas pero tampoco había velas flotando iluminando el lugar ni mucho menos un cielo interior, quizá en el comedor, pero no había podido salir de la enfermería desde que volvió. Al examinar de nuevo su alrededor fue ver una película de época ser realidad pero si había algo que no concordaba era definitivamente la vestimenta de sus cuidadoras. Mientras que Lady Sirona llevaba un largo y sencillo vestido que tocaba el suelo con una túnica sobre el y además un delantal y se cubría el cabello con una cofia blanca, Sophia usaba botas sobre pantalones bombachos, una blusa ajustada pero no ceñida, un gran cinturón lleno de objetos, un largo delantal y gafas de aviador con pequeños lentes extra de aumento en descanso sobre su rubio cabello ¿Es que no había un único uniforme?
No hubo tiempo para preguntar pues el príncipe Alphonse irrumpió en el silencio del lugar al abrir la puerta, cargaba consigo algunos gruesos tomos mientras que otras hileras flotantes lo seguían por detrás. Vestía la misma armadura con capa azul de siempre.

Crónicas De Fere: El Príncipe Y El Héroe Invocado. (Primer Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora