∆ Lirio de Fuego ∆

Capítulo 8: Mirar a ambos lados

El pitido constante del monitor cardíaco cortó el silencio en la pequeña habitación del hospital. Habían pasado aproximadamente dos horas desde que llegaron, aunque durante la mayor parte, Shinsou había estado sedado.

Al ser ángeles, pocas lesiones físicas, si es que hubo alguna, fueron realmente fatales. Sus cuerpos eran meros recipientes para sus almas, y mientras sus almas no fueran destruidas, los ángeles generalmente podían recuperarse, con el tiempo. Pero, por supuesto, eso no hizo que los síntomas fueran menos incómodos.

Izuku estaba dormitando en la silla al lado de la cama de Shinsou cuando una sensación extraña lo hizo volver a sí mismo. Era desconcertante, como si el aire mismo estuviera presionando contra él por todos lados. Miró hacia la puerta segundos antes de que girara la perilla y su corazón latía con fuerza contra su pecho cuando su instinto de lucha o huida se activó de inmediato.

La puerta se abrio. Allí, de pie en la entrada, había un único Acólito. Tenía las manos entrelazadas a la espalda y su capa ondeaba extrañamente cuando entró en la habitación.

Izuku se encontró incapaz de apartar los ojos de la poderosa figura, incluso cuando la presión contra su piel comenzó a aumentar. Entonces el Acólito se giró y lo miró, a pesar de la venda roja que cubría sus ojos.

-Izuku Midoriya.

Realmente no parecía una pregunta, pero Izuku asintió de todos modos.

-S-Sí, ese soy yo.- Tartamudeó.

El Acólito ladeó la cabeza.

-Y supongo que este es Shinsou Hitoshi.

-Sí, señor.- Respondió.- Um... ¿en qué puedo ayudarle?

Se volvió hacia Shinsou, caminando lentamente alrededor de la cama, los zapatos golpeando contra el azulejo como un metrónomo.

-Tengo entendido que usted y su colega tuvieron una confrontación con un demonio. Vine a preguntar sobre las circunstancias bajo las cuales dos ángeles de la primera esfera se encontraron en tal situación.

Izuku tragó saliva.

Sabía que esto sucedería. Pero eso no lo hizo menos aterrador.

-Ya veo. Por supuesto señor.- Izuku se aclaró la garganta.- Así que nosotros..-

A su lado, Shinsou gimió, despertándose en sueños.

-¡Shinsou!- Izuku jadeó, inclinándose hacia adelante mientras los ojos del otro ángel se abrían.

-¿Qué está sucediendo...?- Arrastró las palabras, haciendo una mueca mientras miraba a su alrededor. Sus ojos pronto se posaron en el Acólito, que estaba de pie a los pies de su cama como una alucinación de parálisis del sueño.

El monitor cardíaco se aceleró inmediatamente.

El Acólito sonrió lentamente.

-Ah, estás despierto.- Él dijo.- Bien. Justo le estaba preguntando a tu colega sobre las circunstancias que condujeron a tu confrontación con el demonio.- Hizo un gesto hacia Izuku, dándole una breve pero clara visión de sus manos. Las puntas de sus dedos eran blancas, como nieve fresca, como si les hubieran quitado todo el color. El extraño efecto blanqueador se desvaneció gradualmente hasta convertirse en un tono de piel más natural alrededor de sus nudillos, aunque incluso eso parecía un poco extraño, como si padeciera alguna enfermedad humana, como ictericia.

Izuku finalmente se obligó a mirar hacia otro lado, pero no pudo evitar que los pensamientos entraran en su mente.

Era normal que los ángeles de niveles superiores sufrieran transformaciones físicas de un tipo u otro, pero generalmente había cierta semejanza de un nivel al siguiente. Los Acólitos realmente no se parecían a nada, excepto... bueno, a otros Acólitos.