Sam y Mon nunca se separaban, pasaban juntas las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, claro y como no si su matrimonio luego de un año seguía siendo como el primer día en el que se pusieron de novias, cada aventura que compartían fuera por trabajo o vacaciones eran luna de miel, nunca viaja una sin que estuviera la otra, para tener un matrimonio más que estable aún habían cosas por Pulir, aún ellas se seguían conociendo en el matrimonio, pues a como dicen nunca terminas de conocer totalmente a tu pareja, eso es lo que pasaba con ellas, cada día una aprendía de la otra o conocía un dato sobre la otra, sabían manejar bien lo que era la confianza, pero no siempre era positiva, jamás se dejaban de celar y como en toda relación hay sus altas y bajas, ellas también las tenían, su matrimonio y mucho menos ellas eran perfectas, pero día a día procuraba hacer sentir a la otra, amada, protegida, atendida y por supuesto más allá de una relación amorosa era mejores amigas. Ellas eran todo, esposas, novias, amantes, mejores amigas, lo eran todo habido y por haber.
Sábado, el última mañana que estarían en Inglaterra de visitas en la casa de Richard Armstrong, el Papá de Mon, habían Estados unos cuantos días con el luego de un viaje de trabajo en Francia así que no desaprovecharon la oportunidad de estar en Europa y no visitar a sus familiares, así que viajarán de regreso a Tailandia sábado por la mañana; cada vez que llegaban de visitas siempre se quedaban en la casa de el, al señor Armstrong le encantaba tenerlas ahí, consentirlas y atenderles el mismo junto a su esposa Diana.
Mon se removió entre las suaves sábanas de la cama que estaba compartiendo con su esposa que estaba totalmente al otro extremo de ella, vio la hora y casi eran las nueve de la mañana, la noche anterior se habían dormido casi a la madrugada por estar con el señor Armstrong platicando, se dio la vuelta para buscar a su esposa y vio como estaba enrollada en el edredón como si se tratase de un gusano, Sam definitivamente no estaba acostumbrada al frío y era lo que más hacia en esos momentos, se movió hasta ella con cuidado y dejó un beso la mejilla de su esposa, sabía que tenía el sueño muy ligero por lo tanto fue hasta el baño sin hacer el mínimo ruido incluso al cerrar la puerta. Luego de darse un buen baño con agua caliente salió y percatandose que su esposa aún no se movía de ese mismo lugar, sabía que se molestaría sino bajaban juntas por qué aún tenía vergüenza con su suegro
- Sam - con delicadeza tocó el bello rostro de su mujer, dejó varios besos por la sien, bajando por los ojitos cerrados de Sam, pasando por la nariz y terminando en sus labios - Bebé despierta
Sam al tener sueño ligero las caricias bastaron para que despertará, sonrío de inmediato cuando lo primero que hizo fue ver los ojitos bonitos de su esposa, llevo una de sus manos hasta más mejillas de Mon Y la acaricio con ternura para sonreír
- Buenos días Mi Amor - Le saludó Mon con una voz muy melosa haciendo sentir aún más consentida a Sam
- Buenos días nena - Le respondió de la misma manera, desde esa maravillosa vista que le estaba dando Mon se dio cuenta que más afortunada no podía ser, tenía a una mujer maravillosa en todos los sentidos, amable, educada, inteligente, bella, su mujer era bella bella bella, y estaba consiente que eso le traía problemas de inseguridad no porque Mon la fuera a traicionar, sino que llegará alguien mejor que ella y poco a poco le fuera a robar ese amor de Mon hacia ella
- ¿Que tanto me vez ChamCham? - Mon pellizco la nariz de Sam haciendola sonreír
- Admiro lo hermosa que eres - las mejillas de la pequeña se pusieron de un hermoso color rosa, Sam la tomo por el cuello y la bajo a su altura para poder besarla, Mon para poder estar más cómoda se puso sobre ella, no pasarían a más y eso están a claro, Sam jamás lo haría en el hogar de uno de sus suegros, pero no evitaría darle esos maravillosos besos